Cruzeiro (Brasil) 1 - Lanús 1 - Copa Sudamericana 2024
El equipo de Ricardo Zielinski jugó un buen partido y se llevó de esta ciudad un empate con sabor a triunfo. Y a pesar de que acumula 10 encuentros sin ganar, ese 1 a 1 le da una inyección anímica importante para encarar la revancha del miércoles en su cancha.
Con muchas bajas, entre lesiones y suspensiones y acompañado por 2.500 hinchas, Lanús no se dejó estremecer por la magnitud de un escenario donde hubo casi 60 mil personas y por la presión de Cruzeiro, al que le planteó un encuentro de igual a igual. Hasta enmudeció a los fanáticos locales en el tramo final del partido.
Lanús armó una fortaleza edificada de un modo sencillo con un 4-4-2, mucho orden y una gran disciplina para coordinar los movimientos y cubrir todo el ancho de la cancha. Con esa fórmula no sufrió en el primer tiempo. Y ello quedó evidenciado con la reacción en el entretiempo de los hinchas de Cruzeiro que atronaron a puro canto, estruendo y mucho humo por la gran cantidad de bengalas que encendieron, lo que demoró el reinicio del encuentro y obligó a un parate durante el segundo tiempo.
Cuando el árbitro Andrés Matonte pitó el final de la primera mitad, los “torcedores” vestidos de azul silbaron a sus jugadores. Esa pareció ser la alarma del despertador para los futbolistas locales que apenas habían inquietado a Losada con un fuerte remate de afuera del área que se fue apenas desviado.
Sin embargo, en el complemento, Cruzeiro salió más decidido y en la primera acción de riesgo que tuvo, concretó. Tras una segunda jugada de una pelota parada, un remate de Mateus Vital y un rebote largo de Losada, el goleador Kaio Jorge mandó la pelota a la red.
Lejos de amilanarse, Lanús siguió metido en el partido (ya había convertido en el primer tiempo a través de Walter Bou pero le cobraron una posición adelantada milimétrica previa de Peña Biafore).
Y para buscar el empate empezó a soltarse más. Sabía que si lo atacaba podía lastimar a Cruzeiro, que no daba muchas garantías en su defensa. De hecho, Cassio lo salvó un par de veces. Hasta que Marcelino Moreno ejecutó magistralmente un córner y Ramiro Carrera estampó la merecida igualdad con un potente cabezazo.
Lo que siguió fue un Lanús parado en el campo rival buscando el segundo gol y retrocediendo cuando Cruzeiro tuvo la pelota; pero sin meterse atrás. Fue compacto entre sus líneas. Para sostenerse hubo además una buena actuación del doble 5 conformado entre Peña Biafore y Boggio. También, de los que fueron por afuera. Y mucha generosidad de todos para dar todo en cada pelota.
El silencio en las tribunas de Cruzeiro fue un síntoma de lo que sus jugadores mostraron en la cancha. En vez de envalentonarse con el gol que abrió el marcador, sucedió lo contrario. El juego del equipo brasileño involucionó.
Fernando Diniz, campeón el año pasado de la Copa Libertadores con Fluminense, todavía no pudo darle su impronta a su nuevo equipo. Lleva apenas un mes como entrenador. Y sus jugadores terminaron tirando centros de un modo desesperado para buscar un triunfo que nunca llegó y que lo deja obligado de cara a la revancha. Así terminó silbado por su público.
Lanús se fue con la sensación de que dio un paso importante para ir en la búsqueda de su tercera final de la Sudamericana, esa Copa por la que siente asuntos especiales.