Lanús 0 - Boca 2 - Copa Argentina 2014/2015
Más allá del desenlace, de esa ventaja que Boca se llevó al descanso, no fue un buen primer tiempo el ofrecido bajo el cielo de San Juan. Ambos salieron con el 4-3-1-2 como sistema elegido. La vuelta de los enganches por un rato: Lodeiro en Boca y Román Martínez en Lanús. Sin embargo, ninguno de los dos logró ofrecer la lucidez para jugar que se les conoce. No fue casualidad sino la consecuencia lógica de un desarrollo plagado de faltas. Con un Lanús alterado, proclive al roce y a la infracción.
Boca encontró cierta inspiración en su superhéroe de estos días, Tévez. En esa lucha, en el roce, en pelear para después jugar, nadie es más guapo que él. Primero lo fue a buscar Gustavo Gómez y terminó desparramado en el piso viendo a Carlitos convertir. Después lo fue a torear Araujo, y lo gambeteó cuantas veces quiso.
Boca no ofreció su mejor versión porque Lodeiro y Pablo Pérez pocas veces se encontraron. Pero también es cierto que Lanus facilitó la mitad de la tarea: salvo por alguna corrida de Lautaro Acosta, nunca inquietó al arquero Orion. Parece que de aquel equipo de Barros Schelotto con buen pie, mucho fútbol y el arco rival como horizonte hoy queda poco. O nada. Dependiente -casi exclusivamente- de lo que hagan Acosta o Aguirre.
Boca tuvo una virtud determinante: supo aprovechar las dificultades y los errores de Lanús. Y cuando pudo golpear, golpeó. El primero sucedió en un instante clave: de entrada, a los seis minutos. Penal torpe de Braghieri a Meli. Fue Lodeiro (Tévez le cedió la oportunidad) y lo cambió por gol. El segundo, a lo Tévez: pelota larga de Lodeiro, el Apache le ganó con el cuerpo a Gómez y definió entre las piernas del arquero Ibáñez.
Dejó una pregunta latiendo ese primer tiempo y también el partido: ¿cómo decir que Boca no luce si está a dos triunfos de dar dos vueltas olímpicas? Quizá porque los apellidos de su plantel generan una expectativa gigante que no siempre queda satisfecha. Pero a este equipo, más allá de que no luce en función de lo que se espera, le sobran argumentos colectivos e individuales como para ilusionarse con un noviembre de festejos repetidos.
El complemento -de principio a fin- dejó una impresión: fue un agregado al padecimiento de Lanús. El equipo de Guillermo Barros Schelotto no pudo revertir su imagen de equipo endeble. Intentó variantes: puso a Miguel Almirón y a Junior Benítez, hábiles y escurridizos frecuentemente. Tampoco pudieron acercar a Lanús a la posibilidad del descuento. Boca lució cómodo en todo ese tramo. Incluso, más cerca de la goleada que su rival del descuento. La expulsión de Gómez, a los 35, fue un final anticipado del partido. A esa altura, Boca ya estaba a la espera de su rival en la última cita de la Copa.