LE GANÓ 1-0 A DEFENSOR SPORTING EN EL PRIMER CHICO
Huracán pegó un grito fuerte cuando el cero parecía sellado
El gol lo convirtió Ramón Ábila, a los 33 minutos del segundo tiempo. La revancha será el martes próximo en Montevideo.
El estallido final es también un desahogo. Es el desenlace de un partido arduo, en el que se luchó cada segundo y hasta el último de los suspiros. Parecía -por el desarrollo, por las llegadas escasas, por lo mucho que se parecieron ambos equipo en varios tramos del encuentro- una cita condenada al cero compartido. Pero no, un rato antes de ese grito feliz nacido de la popular Bonavena, hubo otro grito, el del único gol, ese cabezazo de Ramón Ábila, tras un centro preciso y precioso de Cristian Espinoza. Así, Huracán se impuso 1-0 a Defensor Sporting. Así, encaminó esta serie de los cuartos de final de la Copa Sudamericana. De todos modos, lo saben todos en Parque de los Patricios: el pase a las semifinales se resolverá en el Luis Franzini de Montevideo, el martes.
Ese gol también resulta un síntoma: Huracán logró vulnerar a un equipo muy competente al momento de defender. Sirve un dato: sólo recibió goles en un partido de esta edición, en la primera fase, frente al Bolívar, bajo la influencia de los 3.600 metros de altura de La Paz. Por eso, la ventaja que parece mínima resulta muy relevante: Defensor conoce muy bien su libreto al momento de recortarles espacios a sus rivales, pero le cuesta ir a buscar, desequilibrar cuando el oponente se repliega. Es decir, en Montevideo no se sentirá cómodo ante ese escenario. Y Huracán -cuya mejor versión es la de equipo contragolpeador- tendrá espacios para que los aproveche su futbolista más veloz, el supersónico Cristian Espinoza.
El festejo prudente del contorno -de esos casi 25.000 hinchas que acompañaron al equipo de Eduardo Domínguez- también retrata la cuestión: nada está escrito. Y a juzgar por lo exhibido bajo el cielo del Palacio Ducó, será otro partido de esos que se resuelven en detalles. Huracán estuvo en la cornisa de la derrota justo antes de convertir. Con otra atajada que no tendrá olvido, Marcos Díaz -justo en la semana en la que se presentó su libro biográfico- evitó que Defensor sorprendiera y golpeara.
Huracán tuvo otra virtud: fue paciente, incluso a pesar de la ansiedad de los de afuera. Pensó el partido como una serie de 180 minutos. No se desesperó nunca. Ni cuando las imprecisiones de Romero Gamarra o los tropiezos de Ezequiel Miralles comenzaban a fastidiar a su gente. Es valioso: se trata de una demostración de oficio.
También este partido sirvió para demostrar otro rasgo positivo: desde la llegada de Domínguez como entrenador, Huracán consolidó su estructura defensiva (con Díaz, con los dos centrales, Mancineli y Nervo, y con el doble cinco compuesto por Vismara y Bogado). Y eso se traduce en resultados: apenas una derrota en 13 partidos y ocho encuentros con el arco invicto. Buenos indicios para acrecentar la confianza, justo ahora que se acercan “todas las finales juntas”, como dicen en el plantel. No es poco.