TRAS CAER EN ROSARIO, GOZÓ EN LINIERS CON GRITOS DE CASCO Y DE SCOCCO EN LA ETAPA INICIAL
En un partidazo, Newell’s lo dio vuelta a pura convicción
El descuento al final de Ferreyra no le alcanzó a Vélez, eliminado porque definieron los goles de visitante.
Que Sudamérica entera sepa que el fútbol argentino le ha entregado, por Newell’s Old Boys, un formidable representante para los cuartos de final de esta Copa Libertadores. Simultáneamente, que el fútbol argentino reconozca a este Newell’s como un genuino representante de un país futbolístico que tiene una historia riquísima en el máximo torneo continental a nivel de clubes.
Por el juego, por el estilo, por la idea, por el desenfado, por el éxito, por lo que pasó y por lo que viene, ¡Salud Newell’s!
Habrá que revolver bien a fondo los archivos para encontrar a un equipo argentino que, jugando de visitante y en desventaja inicial, haya dado semejante prueba de superioridad táctica, disfrute del juego desde la pelota, apetito ofensivo y claridad en ataque sobre su oponente.
El gol de Milton Casco en el amanecer del juego marcó a fuego lo que sucedería en la mayor parte del partido. La pelota circuló bien jugada desde atrás, Figueroa la trajo como atada al pie, habilitó magistralmente y el lateral-volante definió como delantero experimentado.
Al mismo tiempo que empezaban a notarse las virtudes -paciencia, constancia, convencimiento y atrevimiento- del conjunto rosarino desde la pelota, quedó plasmado un acierto táctico decisivo de la estructura liderada por Gerardo Martino: la posición de Mateo, en primera instancia parado delante de la línea de cuatro pero luego clave para insertarse en Vergini y Heinze. ¿Cuál fue el beneficio de este movimiento? Que los laterales Cáceres y Casco se transformaran en laterales-volantes para atacar todo el tiempo posible, bien a la brasileña, de esa forma que tantas veces anhelamos y en tan pocas oportunidades se ha visto.
Todo esto se había observado en el partido cuando a Vélez no sólo se le había escurrido la inmerecida ventaja sino que también había entrado en estado de conmoción. Tan así fue el escenario en el que se desarrolló el juego que las dos únicas llegadas en la etapa inicial fueron sin pisar el área: un disparo de Pratto que Guzmán desvió con esfuerzo y un tiro libre de Insúa que rozó el travesaño y salió.
Si Vélez venía mal, cuatro minutos antes de que se acabara el primer tiempo se despidió de la Copa Libertadores: en una salida desde el fondo, Domínguez le tiró una yarará enroscada en forma de pelota, esa serpiente esférica se enredó entre los miembros inferiores de Sabia y Scocco, quien andaba por ahí, como sospechando que tanto desatino sería vitamina para su instinto, liquidó a Sosa.
Gareca apeló al Chucky Ferreyra y Romero desde el comienzo del segundo tiempo. Newell’s se equivocó en perdonarle la vida al rival dos veces seguidas: Casco apareció otra vez como delantero pero esta vez ganó Sosa y Maxi Rodríguez desvió su derechazo mano a mano con el arquero uruguayo.
El enorme coraje colectivo de Vélez transformó en partidazo lo que venía como muy bueno. Peruzzi empezó a perforar por la derecha y el grandote Guzmán comenzó a sobredimensionar su figura. Newell’s sabía que el ciclo de sufrimiento se había iniciado y junto con la presión local empezó a compactarse contra sus centrales. El descuento de Ferreyra acercó la quimera a utopía. Y Pitana anunció que al menos esta vez, y entre argentinos, hubo justicia.
Indudablemente, está perfecto que Newell´s esté donde está.