Cerro Porteño (Paraguay) 0 (5) - 0 (3) Estudiantes
Así, en un puñado de días, Estudiantes prácticamente se despidió del Clausura tras sufrir la goleada ante Vélez, y anoche se sumó a la lista de equipos pesados -Cruzeiro, Inter, Gremio- que tuvieron que dejar esta Libertadores 2011.
El primer tiempo fue prácticamente la extensión de lo que ya se había visto. En apenas un cuarto de hora hubo tres futbolistas amonestados -Roncaglia, Villarreal y Leandro Benítez-; una muestra de lo que pasaba en el campo. Mucha fricción, muchos roces, escasa lucidez, falta de ideas y, como consecuencia, poco y nada de fútbol por parte de ambos.
Los dos eligieron superpoblar el mediocampo para achicar los espacios, y los técnicos Berizzo y Astrada apostaron al mismo dibujo, 4-4-1-1. En Estudiantes, Gastón Fernández se repartía para asociarse con la línea de volantes y acompañar arriba a Rodrigo López. En Cerro Porteño, era Fabbro el que trataba de conectar a Nanni con el resto del equipo.
No había espacios, ni se veía juego asociado. A Estudiantes le costaba mucho avanzar con la pelota. Por eso la vía más buscada eran los pelotazos largos para la subida de Enzo Pérez, o para alguna diagonal de la Gata. Pero como no sumaba más gente en ataque, los atacantes quedaban siempre en inferioridad numérica.
Cerro tampoco mostró demasiado. Sólo consiguió inquietar mínimamente cuando Cáceres y Torres se juntaron por izquierda para aprovechar algún espacio que quedaba a espaldas de Pérez. Pero Nanni, goleador de esta Libertadores, pasó más tiempo fuera que dentro del área, y así se neutralizó su habitual efectividad.
Pasó más de media hora hasta que Estudiantes arrimó un poco de peligro: córner de Benítez desde la izquierda, y cabezazo alto de Desábato en el área. Para Cerro, la más clara llegó al final de la primera mitad, cuando Torres desbordó por izquierda y sacó un centro rasante al área que Fabbro conectó con potencia pero sin precisión.
En el complemento, Estudiantes se tranquilizó y trató de tener la pelota. Con eso le alcanzó para mejorar y no pasar sustos atrás. Además, con el control de la pelota tuvo una actitud más ofensiva. Pero siguió careciendo de profundidad por los costados y de un asistidor claro, y no pudo traducir la mejoría en el arco de Barreto. Lo terminó pagando caro.