Vélez 3 - 0 Liga de Quito (Ecuador)
Lo único bueno que se llevó la Liga es la mínima chance de que en Quito la altura le dé una mano para remontar una desventaja que, en otras condiciones, sería indescontable. Porque el experimentado equipo ecuatoriano fue superado por su rival con tanta holgura que, si no contara con la altura como aliada, ya tendría que darse por despedido de esta Copa Libertadores 2011.
El partido arrancó a pedir de Vélez. Porque desde el comienzo, el primer tiempo fue regido por los hombres de pies sensibles que tiene el equipo de Gareca: Moralez Zapata, Silva, el Burrito Martínez, Papa, Augusto Fernández. Semejante demostración de técnica fue demasiado para una Liga de Quito que jugó sorprendentemente mal en la zona que iba de sus cinco volantes hacia su arquero, Alexander Domínguez.
En ese contexto, Vélez salió decidido a buscar la apertura del marcador y muy temprano consiguió darle un destino al partido desde el mismo resultado. Ya a los 30 segundos, Araujo tuvo que parar con una falta a Silva en una clara jugada de ataque. Y la apertura llegó a los 7 minutos. Razzotti metió un pelotazo profundo al vacío, Silva quebró la defensa con una diagonal brutal desde el medio hacia la izquierda, sacó el centro y Augusto Fernández llegó por el segundo palo, le ganó claramente la posición a Hidalgo y, de volea y con la cara interna del pie derecho, puso el 1-0 con un remate cruzado.
Tres minutos después, Silva se llevó la marca desde el centro hacia la derecha y el que apareció suelto fue Martínez, quien metió el pase al área para que Augusto Fernández, ahora con un zurdazo muy potente que se metió entre el palo y el arquero, elevara a dos su cuenta personal de la noche y la de Vélez.
A un equipo con tanto rodaje como tiene Liga en la Copa, Vélez lo había puesto nocaut en sólo diez minutos. Además, a los locales se los veía frescos, sin señales de cansancio, y no daban la mínima ventaja física. Vélez conseguía con bastante facilidad tener superioridad numérica sobre su rival.
En esas condiciones, la sensación era de que el mejor negocio para los de Gareca era seguir atacando. Tuvieron un par de posibilidades de aumentar antes de irse al descanso en los pies de Moralez y Silva. No las concretaron, pero el partido seguía prometedor. El único dato negativo en esa primera mitad fue la lesión de Zapata, quien debió ser reemplazado por Ricardo Alvarez.
En el segundo tiempo, Vélez siguió con su convicción atacante.
Por algo en el tercer gol participaron dos defensores: centro de Papa, cabezazo preciso de Sebastián Domínguez. Por algo, tras las irreprochables expulsiones de Bolaños y de Reasco, Gareca sumó fuerzas en ataque al mandar a la cancha a Ramírez por Razzotti. Por algo Bauza, con gestos inequívocos, les pedía tranquilidad con las manos a sus jugadores. Sabía que podía venirse algo peor que el 0-3. Igual, tiene que haberse ido muy preocupado.