San Lorenzo 1 - Gremio (Brasil) 0 - Copa Libertadores 2014
Sigue creyendo San Lorenzo en la Libertadores. Puede ir por más. Por todo. Lo demostró anoche, bajo el cielo del Nuevo Gasómetro, impulsado por su gente, por ese contexto de fiesta. Le ganó al Gremio, que estaba invicto y que de visitante se mostraba como el más bravo de los rivales. Fue 1-0. Mínimo a simple vista, valioso en el contexto. Ahora, el miércoles, deberá completar la tarea -en Brasil- para acceder a los cuartos de final.
San Lorenzo lo comprobó pronto: Gremio -reciente subcampeón del estadual gaúcho - no es el mismo oponente que el Botafogo. Más allá de lo que en Porto Alegre señalan de su crisis reciente, el equipo es bravo y sus números de esta Copa Libertadores lo cuentan. Sirve un dato implacable: fue el que menos goles recibió en la primera fase de la competición (le hicieron apenas uno; estuvo a cargo de Newell’s).
No hubo casualidad en el planteo: Gremio jugó a recortar espacios ajenos. San Lorenzo -el equipo que menos tantos convirtió en la primera etapa entre los clasfificados- trató de ponerlo en un territorio incómodo. Lo fue a buscar sin regalarse. No le resultó sencillo: Gremio puso cinco mediocampistas dispuestos a rasparse las rodillas y a Hernán Barcos -el capitán; un ex Huracán- como única referencia ofensiva. Procuró elaborar San Lorenzo. Le costó. Porque Ignacio Piatti se mostró discontinuo; porque Héctor Villalba no encontró su lugar para desequilibrar; porque Mauro Matos quedó frecuentemente aislado... Angel Correa, otra vez, fue la mejor variante ofensiva del equipo de Edgardo Bauza.
El primer tiempo fue una sucesión de incomodidades para San Lorenzo. De algún modo, Gremio consiguió llevarlo a su territorio favorable. Roces, pelotazos, infracciones, juego asociado ausente. Los rasgos dominantes del primer tiempo resultaron territorio agradable para los brasileños...
Pero en el contexto de un típico partido de Copa, San Lorenzo supo sacar ventaja. Y golpeó: en su primer arribo a fondo, a los seis minutos del complemento, Correa aprovechó un pase de Matos -tras un lateral rápido de Mercier- y una respuesta dubitativa del arquero Drohe. Uno a cero.
Ese gol marcó una diferencia, claro, pero no un quiebre en el partido. Apenas lo modificó. Es cierto, dosificó el deseo de San Lorenzo de ir tras los pasos de otro gol. Y Gremio, obligado, tuvo que asomarse a la posibilidad de convertir.
Hubo un cambio de Bauza que ofreció un mensaje: el ingreso de Kannemann por Piatti invitó a protegerse. La prioridad, tras el 1-0, era mantener la valla invicta. Una búsqueda, una estrategia en este largo partido -la serie entera- de 180 minutos. De todos modos, Gremio no estuvo lejos de empatar el encuentro. Incluso hasta contó con una chance de tiro libre adentro del área. Lo resolvieron mal y Barcos la mandó por arriba.
El final del partido mostró un enfoque de cara a lo que viene: San Lorenzo tendrá que seguir caminando por la cornisa. No parece sencilla la segunda mitad de este camino por los octavos de final. A Porto Alegre, el equipo de Bauza llegará con dos certezas: sabe que sufrirá; sabe que puede...