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domingo, 22 de diciembre de 2024

Estudiantes de La Plata Campeón Trofeo de Campeones 2024

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MARCHIORI EN CONTRA, MANYOMA Y CARRILLO, LOS AUTORES DE LOS GOLES
Estudiantes le dio una paliza a Vélez, le ganó otra final en 2024 y se quedó con el Trofeo de Campeones
El Pincha no perdonó el cansancio del Fortín y selló el triunfo con un inapelable 3-0 en Santiago del Estero. En mayo le había ganado la final de la Copa de la Liga; esta vez fue más contundente.
Los campeones de la Liga Profesional le bajaron el telón a la temporada. Estudiantes terminó opacando el título que recientemente conquistó Vélez, porque le dio una paliza en Santiago del Estero, dónde baja el sol, pero no la temperatura, y se quedó con el Trofeo de Campeones tras un inapelable 3 a 0 que lo dejó como el mejor de los campeones.

El equipo que dirigió Leandro Desábato, en reemplazo de Gustavo Quinteros que se ausentó por el casamiento de su hija, no logró plasmar ninguna de las ideas que mostró en la cancha. Los de Eduardo Domínguez fueron prácticos e hicieron los goles. Nada menos.

El pitazo final fue euforia albirroja y fiesta en la cabecera Sur, donde estaban los hinchas que llegaron de La Plata. En la Norte, sin embargo, los hinchas despidieron al equipo que no encontraba consuelo con un “dale campeón”. Hermoso: un partido de fútbol con dos hinchadas vuelve más atractivo todo. Los de afuera no son de palo y la inexplicable veda en el fútbol argentino que reserva dos parcialidades solo para canchas neutrales.

En esta final con los dos mejora res equipos de la temporada, el público le dio algo de sensatez a los más de 2.000 kilómetros que los hinchas completaron en el trayecto de ida y vuelta para estar presente en los últimos 90 minutos de fútbol del año.

Los de Estudiantes comenzaron a poblar el estadio desde temprano. La tribuna Sur se nutrió dos horas antes y cuando el disc jockey del Madre de Ciudades cambió Bee Gees, Eurythmics y Technotronic por temas populares y adaptados a las canchas, empezó a jugarse el partido de las tribunas. La Norte con los simpatizantes de Vélez se ocupó algo más tarde y en menor proporción.

Con la euforia del campeonato tan reciente y la falta de cuotas para el micro -salía 160 mil ida y vuelta en un pago-, salieron apenas 23 desde Villa Luro y ninguno con la barra brava, que viajó en avión y entró a poco del comienzo cuando destrabaron los molinetes, porque ninguno tenía entrada. El resto llegó en autos particulares y dos aviones completos. En cambio, los de Estudiantes chartearon 80 micros y un avión, que se completó con dirigentes y familiares.

Con ese marco, el partido se jugó como se supone que pueden animarlo los campeones. La primera situación llegó apenas a los cinco minutos de juego y fue para Estudiantes, después de que Santiago Ascacíbar cortara en el medio y abriera para Meza, aunque su remate no prosperó. A los 10, Matías Mansilla se lució poniéndole el cuerpo a un remate de Agustín Bouzat casi en el área chica. Ida y vuelta constante, vértigo y situaciones, solo faltaban los goles.

Y llegaron. El primero, en contra, tras pegar en la espalda de Marchiori. Boselli se impuso en la altura pese a que tenía muy cerca a Mammana, Elías Gómez y a Pizzini. Sin embargo, le pegó el frentazo a una pelota que llegó de un tiro de esquina y el campeón de la Copa, le ganaba a la de la Liga desde los 24 minutos.

Vélez no se repuso y apenas cuatro minutos más tarde estaba sacando del medio nuevamente: esta vez Alexis Manyoma conectó un centro que llegó también desde la izquierda del ataque y alcanzó a patearle al cuerpo de Marchiori que no alcanzó a contenerla ni evitar el 2 a 0.

Después de esa ráfaga del Pincha, Vélez empezó a dejar más espacios en el fondo porque tenía que levantar el partido y Estudiantes se acomodó para jugar de contragolpe. Maher Carrizo estuvo cerca del descuento, pero el travesaño le devolvió el tiro. Pizzini también, pero esta vez fue Mansilla el que contuvo el tiro: un soberbio bombazo de aire.

Vélez intentó, tuvo la pelota y se preocupó por el ataque y tratar de entrarle por algún lado al Pincha, que se cerró y casi no mostró fisuras. Cada minuto que pasaba, el equipo de La Plata se sentía más campeón y al mismo tiempo, el Fortín más impotente. El partido se terminó con el tercero de Estudiantes, un golazo de cabeza de Guido Carrillo que saltó en el punto penal antes que Joaquín García y Emanuel Mammana.

Lo que quedó de juego fue más ríspido, la muñeca de Leandro Rey Hifler -el árbitro que puede dirigir de urgencia una final de reducido de la Primera B y una semana después el Trofeo de Campeones-, impidió que el cruce de algunos jugadores pasara a mayores.

Con (semi) vuelta olímpica para evitar que los jugadores de Estudiantes pasaran por la cabecera que ocuparon los hinchas de Vélez, la cosa terminó en abrazo entre los jugadores. La fiesta se vivió en Santiago del Estero, lejos de la casa de los campeones, y en paz.



¡¡Felicitaciones Pincha!!

lunes, 16 de diciembre de 2024

Vélez Sarsfield Campeón Torneo de la Liga Profesional de Fútbol 2024

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EL FORTÍN JUGÓ UN PARTIDAZO Y ES EL NUEVO CAMPEÓN DEL FÚTBOL ARGENTINO
Jugó como debía, borró a Huracán y se quedó corto en el resultado
Vélez se hizo cargo de lo que era una final. El Globo no apareció. La rompió Aquino y el equipo lo acompañó.
No se quedó sin nafta. No sintió el peso de las dos finales perdidas en el año. No se dejó atormentar por los fantasmas de la recta final. Vélez hizo lo que tenía que hacer en la última fecha: jugar al fútbol como durante todo el campeonato y ganar el título que merecía. Y lo hizo sin titubeos y sin piedad ante un Huracán que estuvo lejísimo de ser el equipo que llegó al epílogo del torneo con chances. Esta vez no hubo polémicas ni pelotas escondidas. Con un 2 a 0 sentenciado en un tiempo, el Vélez de Gustavo Quinteros aplastó al Globo de Frank Darío Kudelka y coronó un 2024 en el que no podía quedarse con las manos vacías.

La postura del equipo local fue siempre la de un campeón, la de un grupo de jugadores que tenían en claro que ya no había un mañana, que era ahora o nada. Y Hucarán no lo entendió así. O, al menos, no lo demostró. Anímica y futbolísticamente, Vélez fue superior. Y lo reflejó en el resultado en el primer tiempo con un contundente 2 a 0.

Vélez volvió a ser el Vélez que pasaba a todos por arriba después de la resaca de la Copa América. A pesar del golpazo en Santa Fe en la final de la Copa Argentina ante Central Córdoba, el Fortín se presentó sin grietas.

Contrariamente a lo que se podía pensar en la previa, el que pareció jugar con el miedo atándole las piernas fue el Globo y no Vélez, que tendría toda la presión de su gente y de saber que dependía de sí mismo. Huracán apenas pudo apelar a los envíos aéreos, que, además, carecieron de precisión.

Claudio Aquino también volvió a ser el Aquinito intratable. Huracán la veía pasar y para colmo Fernando Tobio pidió el cambio por lesión. Los de Liniers se agigantaron y transformaron toda su supremacía en goles. Aquino hizo el suyo. Braian Romero habilitó a Maher Carrizo, que picó entre Guillermo Burdisso y César Ibáñez. Les ganó a los dos y le dijo “tomá y hacelo” a Aquino, que metió el rebote después de una salvada de Galíndez.

En el segundo, Aquino jugó rápido hacia el costado un tiro libre para Francisco Pizzini. La completaron los dos defensores centrales: primero le pegó Valentín Gómez, otra vez la sacó Galíndez con rebote y ahí definió Damián Fernández.

Bastaron 45 minutos. Huracán no reaccionó en ningún momento. Todo fue un gran repertorio velezano, con Aquino en su máxima expresión. Liniers terminó a puro “ole, ole” y cantando “dale campeón”.



¡¡Felicitaciones Fortín!!

jueves, 12 de diciembre de 2024

Central Córdoba de Santiago del Estero Campeón Copa Argentina 2024

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EL FERROVIARIO LOGRÓ EL PRIMER TÍTULO DE SU HISTORIA AL VENCER A VÉLEZ
Un golazo de Godoy coronó como campeón a Central Córdoba y desató la fiesta de los santiagueños
Admitió que tiró un centro y la clavó en un ángulo. Con ese 1-0 sobre Vélez, el equipo de De Felippe logró el primer título de su historia y entró directo a la fase de grupos de la Libertadores.
Corren los jugadores de Central Córdoba por el césped del estadio 15 de Abril. Se abrazan hasta la eternidad. Festejan como nunca los 7.500 santiagueños que llegaron hasta Santa Fe guiados por un sueño. Muchos se meten en la cancha y esquivan a los hombres de seguridad como pueden. Disfruta satisfecho Omar De Felippe el sabor de la conquista, salta y canta en círculos con su cuerpo técnico. Como hace cinco años contra River, el Ferroviario llegó de punto, pero le tocó un Vélez que venía golpeado después de perder el sábado en esta misma cancha ante Unión y saltó a la banca. Por primera vez, un equipo de Santiago del Estero conquista una Copa Nacional.

El equipo santiagueño ganó 1-0 con un golazo de Matías Godoy. Estaba iluminado. Era su noche. La que iba quedar para siempre en el corazón de los hinchas santiagueños que festejaron con locura el primer título de AFA y la clasificación a la Copa Argentina. En el final del primer tiempo metió una chilena que no fue gol por la buena reacción del arquero Marchiori. No lo podía creer el joven de 22 años nacido en Ceres, Santa Fe, y surgido de Atlético de Rafaela.

Pero a los 9 minutos de la segunda etapa, volvió a probar al arco, esta vez desde lejos. Fue una contra rápida, que Angulo abrió hacia la derecha. Godoy levantó la cabeza y lo vio al arquero adelantado. Le pegó con calidad y la pelota se fue metiendo de a poquito en el ángulo superior derecho de Marchiori, que quedó totalmente derrotado. Como si su destino era la Copa Argentina, Matías Godoy era el único de todo el plantel ferroviario que ya la había ganado, con Estudiantes el año pasado.

Las finales no se merecen. Se ganan. Y Central Córdoba hizo el único gol del partido. Sufrió en el primer tiempo dos llegadas claras de Vélez. Y fue el arquero Ingolotti el que logró evitar la caída de su valla, primero ante Carrizo y luego frente a Pellegrini. Fue superior Vélez en el primer tiempo y, con muchos nervios, también en la parte final, pero no tuvo la claridad para llegar al gol. La más clara fue un remate de Valentín Gómez que dio en el travesaño.

Se dirá, tal vez con razón, que el ascenso y la permanencia de Central Córdoba en Primera tiene mucho que ver con la fuerte construcción de poder que hizo Pablo Toviggino, el rosarino que llegó como representante de la liga santiagueña y es la mano derecha de Claudio Tapia, el presidente de la AFA. Que Yael Falcón Pérez no cobró la mano de Abascia, aunque su movimiento pareció que era para apoyarse. ¿Penal? Discutible. Que tampoco cobró una mano fuera del área de Ingolotti y acá sí que se equivocó el árbitro. Pero después no hubo muchas más polémicas.

Se dirá lo mucho que está perdiendo Vélez en este final de temporada. La derrota de Unión el sábado 1-0 por la Liga, esta caída en la final de la Copa Argentina también por 1-0 en el mismo escenario, y todo lo que se juega el domingo con Huracán. Se remarcará el desequilibrio que perdió con la lesión de Thiago Fernández, del bajo nivel de muchos jugadores ante tanta presión, de los reproches de la gente tras la derrota y algunas discusiones y piñas en donde estaban algunos familiares. Y de cómo fue protagonista todo el año.

Pero la fiesta fue toda santiagueña. La gente se quedó hasta la premiación, cantando, disfrutando. Los jugadores, todos con gorros plateados en la cabeza, saltando como nunca antes, felices con sus medallas, la Copa y la Gloria.



¡¡Felicitaciones Ferroviario!!

domingo, 24 de noviembre de 2024

Racing Club Campeón Copa Sudamericana 2024

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FUE 3-1 EN ASUNCIÓN, EN EL ESTADIO LA NUEVA OLLA
Pegó de entrada, supo sufrir cuando le tocó hacerlo y dio una muy merecida vuelta olímpica
Martirena y Maravilla Martínez le dieron una temprana y justa ventaja. Descontó Kaio Jorge en el arranque del segundo tiempo. Y, cuando todo era sufrimiento, Roger Martínez lo liquidó.
Esos cinco minutos extra fueron como los 35 años que pasó Racing sin títulos locales, como los 36 años sin éxitos internacionales. Tenía que sufrir un poco. Pero se terminó, otra vez, la sequía. La Academia de Gustavo Costas le ganó 3-1 a Cruzeiro con goles de Gastón Martirena, Adrián Maravilla Martínez y Roger Martínez y es el merecidísimo campeón de campeón de la Copa Sudamericana.

Motivación, poder ofensivo y concentración. Con esas tres premisas salieron los jugadores de Racing a disputar la final ante el buen equipo de Fernando Diniz. También mostraron hambre de gloria. La Academia fue protagonista desde el primer minuto de juego y se apoyó en la potencia ofensiva de tres jugadores: Maxi Salas por izquierda, Maravilla Martínez en el medio y las apariciones fantasmagóricas del todoterreno Martirena por derecha.

A los tres minutos, los tres fueron protagonistas del primer grito de gol que fue anulado por el VAR por una mínima posición adelantada de Salas en el comienzo de la jugada. El Mencho había tirado el centro, Maravilla la aguantó, tenía descarga hacía atrás, pero la punteó justo para el uruguayo que definió con un remate potente.

Sabía la Academia que tenía que golpear en la primera hora. Que el equipo brasileño lo esperaría tratando de aprovechar los espacios por los laterales que dejaban Rojas y Martirena. Ahí sería fundamental la concentración de la línea de tres y los dos volantes, en la marca y la recuperación.

Pero Racing seguía presionando, buscando y el equipo brasileño mantenía una actitud pasiva. Hasta que, a los 14 minutos, un centro con potencia del Martirena se fue cerrando y sorprendió al experimentado Cássio. Y en el arranque del partido La Nueva Olla explotó, con esta revancha para el goleador inesperado, que emuló a ese zapatazo del Chango Cárdenas en el Centenario, el grito se multiplicó.

Porque además, no había VAR que intervenga en ese gol legítimo.

No conforme con el 1-0, el equipo argentino siguió buscando. Y cinco minutos después, un gran pase de Sosa desde el medio para Salas sorprendió a la defensa. Maxi ganó en velocidad y tiró el centro justo para la definición de Maravilla, que marcó su gol número 29 en el año y el décimo en la Sudamericana, para quedar como goleador con Yuri Alberto del Corinthians.

Ahora sí aflojó el ritmo Racing, tenía que regular ante la insoportable temperatura con la que se jugó, 37 grados y 42 de sensación térmica. Y Cruzeiro empezó a jugar un poco, se adelantó y empezó a merodear el área de Arias. Y ahí pesó la concentración. De Di Césare, García Basso y Sosa, de Nardoni y de Almendra, de los relevos de Martirena. Para tener más presencia en el medio, Diniz sacó a Wallace (que llegó con lo justo después de la lesión) y metió a Lucio Silva.

El tercero estuvo cerca, con otra corrida de Salas que esta vez superó a Maravilla. Y recién sobre el final de los primeros 45 minutos, Cruzeiro tuvo su primer remate al arco, pero la pelota se quedó en las manos seguras de Arias.

El peor escenario para Racing era un gol del equipo brasileño antes del final de la primera etapa. Lo evitó. Sin embargo, en el arranque de la parte final, descontó Kaio Jorge y Cruzeiro revivió, también su gente, porque quedó a tiro del empate.

A diferencia del primer tiempo, las llegadas de Racing fueron más espaciadas. Pero igual tuvo sus chances, con una de Maravilla que no pudo dar el pase justo, un remate débil de Di Césare y un cabezazo del 9 ante un centro de Gabriel Rojas que terminó en las manos del arquero Cássio.

Después del gol, las llegadas de Cruzeiro no fueron punzantes pero el empate rondaba por el área de la Academia. Pero nunca llegó y en cambio, en la última jugada del partido, Roger Martínez se escapó, estampó el tercero y la gente de Racing volvió a festejar un título internacional después de 36 años.

La alegría será infinita.


¡¡¡Felicitaciones Acade!!!

lunes, 15 de julio de 2024

Argentina Campeón Copa América USA 2024

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EL LEGADO DE UN EQUIPO QUE TRASCENDERÁ TODOS LOS TIEMPOS
La Selección impuso su jerarquía en los momentos decisivos del alargue y es bicampeón por el gol de Lautaro
Partido tenso y a puro nervio que debió ir a la prórroga donde se jugó más con el corazón que con la cabeza. Los cambios fueron clave para el triunfo.
Sufriendo y sin brillar. Pero jugando con autoridad. Argentina es campeón de la Copa América. Más exacto: bicampeón. Fue 1-0 ante Colombia con gol en el segundo suplementario de Lautaro Martínez, el que tuvo la revancha de Qatar. Con Messi afuera con el tobillo hecho una pelota, con Di María regalando hasta su última gota de sudor, con Emiliano Martínez dueño del arco, con los centrales sacando todo y más, con los suplentes entrando a fondo. La Scaloneta sigue escribiendo la historia.

Colombia llegó a la final como el equipo que mejor jugó en la Copa América y la sensación en la previa era que no se iba a amedrentar al enfrentar a la Scaloneta. Y fue así: los dirigidos por el argentino Néstor Lorenzo se plantaron para jugar de igual a igual. El antiguo ayudante de José Pekerman optó por repetir la fórmula con la que había jugado ante Brasil, dejando de lado el esquema con el que eliminó a Uruguay. Así, los cafeteros se plantaron con un 4-3-1-2, con James Rodríguez de enganche y con dos atacantes (Luis Díaz y John Córdoba) que no le dieron referencia a Cristian Romero y a Lisandro Martínez. Tal vez esa disposición sorprendió a Lionel Scaloni y Argentina sufrió en los primeros minutos por las trepadas del lateral Santiago Arias. Hasta ahí no llegaban las coberturas de Alexis Mac Allister y de Julián Álvarez. A los 6 minutos Córdoba estrelló un derechazo en el palo, más allá de que el árbitro sancionó posición adelantada.

Argentina comenzó con un 4-3-3 que en defensa se parecía más a un 4-4-2, con Di María por derecha y Mac Allister por izquierda. Rápido entendió Scaloni dónde estaba el déficit y Fideo cambió de banda para que Rodrigo De Paul se corra a la derecha. Con Enzo Fernández y Alexis en el eje, la Selección creció porque empezó a manejar mejor la pelota y pudo sortear la primera presión colombiana. Julián contó con una al comienzo del juego y sobre el final Messi también recibió de Di María en el punto del penal, aunque su definición se chocó con Julián Álvarez.

Pesó el calor, claro. Por eso la presión de Colombia no fue constante. Igual, los dirigidos por Lorenzo provocaron que Emiliano Martínez en más de una oportunidad opte por salir con un pelotazo. Todo un síntoma de incomodidad.

Es verdad que no sufrió demasiado Argentina en la etapa inicial. Las situaciones colombianas fueron aquel remate en el palo de Córdoba y un par de disparos lejanos que Dibu controló sin problemas.

¿Messi? No estuvo tan participativo y es posible que la temperatura lo haya afectado más que a nadie. Encima, a poco del final del primer tiempo se dobló el tobillo derecho y preocupó a todos.

El complemento fue más nervioso que bien jugado. Messi se resintió del tobillo (¿también algo muscular?) y pidió el cambio. No fue una buena copa para Leo. Entró Nico González y aportó una energía extra. Festejó el ex Argentino, pero Tagliafico estaba adelantado en el inicio de la acción. Después tuvo un cabezazo que se fue por poco. Colombia casi no inquietó y el duelo se fue a suplementario.

Los 30 minutos adicionales se jugaron con el corazón. Fue mejor Argentina porque Colombia no pesó. Entraron bien Lautaro Paredes y Lo Celso. Entre ellos tres se inventaron el gol tras una recuperación de Paredes, una habilitación de Lo Celso y una definición de goleador serial de Lautaro.

Argentina es campeón porque es un equipo de época, serio, potente. Y porque tiene a Messi, a Di María, a Scaloni, a Lautaro, a Dibu y las firmas siguen y siguen.


lunes, 6 de mayo de 2024

Estudiantes de La Plata Campeón Copa de la Liga Profesional de Fútbol 2024

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EL PINCHA LOGRÓ SU 16° TÍTULO Y ALCANZÓ A VÉLEZ EN LA CLASIFICACIÓN HISTÓRICA
Estudiantes fue eficaz y Vélez lamentó las ocasiones perdidas
El equipo de Quinteros había sido superior, pero el de Domínguez se puso en ventaja. El Fortín encontró el empate y en el alargue pagó el esfuerzo físico.
El fútbol sigue siendo el juego más maravilloso. Dentro y fuera de la cancha. La final tuvo el marco que merecen dos de los grandes equipos del fútbol argentino. Y el estadio Madre de Ciudades quedó chico. Suele suceder en las instancias finales de esta competencia, como la de la Copa Argentina, con público de los dos lados, muestra lo mejor de los hinchas: el color, el calor, el esfuerzo por estar a más de mil kilómetros de distancia. Casi tres horas de tensión hasta el disparo final de Fernando Zuqui para la consagración.

También en lo futbolístico. Vélez fue el mejor de los 45 minutos y se fue en ventaja Estudiantes con un golazo de Eros Mancuso, que la pasó mal con Thiago Fernández, el mejor del equipo de Gustavo Quinteros. El gol del Pincha fue a los 14 minutos, luego de un tiro de esquina que combinaron Sosa y Cetré, la pelota fue hacia el lateral derecho que estaba solo fuera del área y sacó un remate cruzado que superó a Marchiori.

Exactamente un minuto después, la cuenta oficial de la AFA informaba la muerte de César Luis Menotti, el director técnico de la primera Copa del Mundo, enemistado públicamente por filosofía futbolística con Carlos Bilardo, un símbolo de Estudiantes, al que los hinchas recordaron antes del comienzo de la final, al grito de “Es el equipo del Narigón”. Un guionista no lo podría haber escrito mejor.

Aun así, antes del comienzo del segundo tiempo, cuando la voz del estadio informó sobre la partida de Menotti, todo el estadio se sumó en un respetuoso aplauso y minuto de silencio.

Estudiantes fue el gol y nada más. O apenas la jugada anterior que generó el tiro de esquina, que encontró a Sosa bien habilitado y Damián Fernández llegó a cortar justo. El resto fue todo del equipo de Gustavo Quinteros, que abrió siempre la cancha, especialmente por el sector izquierdo con Thiago Fernández. Pero también por derecha era peligroso Pizzini.

Sin embargo, las dos más claras antes del 1-0 estuvieron en los pies de Ordóñez: primero con un remate en el travesaño tras una jugada preparada a la salida de un tiro de esquina. Después, cuando apareció solo por derecha, tras otro desborde por izquierda de Fernández, y el remate se fue apenas afuera.

En la parte final, Thiago Fernández, aun cansado, siguió exigiendo. Ascacíbar lo bajó y Aquino tuvo un buen tiro libre, pero la mandó por arriba del travesaño. Después, como si fuera un karma para Vélez, otra roja. Damián Fernández le pegó un codazo a Cetré y Ramírez lo expulsó. Pero el karma fue para el rival. En la primera pelota que tocó, después de un gran pase de Thiago Fernández, Sarco empató.

Vélez tuvo una más, tras un buen pase de Aquino, Pizzini se iba solo al gol, lo bajó Benedetti antes de entrar al área y roja. El tiro libre de Aquino se fue apenas desviado. El equipo de Liniers se fundió y 10 contra 10, ya no fue el mismo. Aunque Quinteros metió mucha juventud, no alcanzó.

El tiempo suplementario fue todo de Estudiantes, con las salidas de Sosa y Enzo Pérez, creció muchísimo la figura de Ascacíbar. Y Cetré, por supuesto, un demonio tanto por izquierda como por derecha. Después, los penales, Matías Mansilla fue un poco más que Tomás Marchiori y la Copa para Estudiantes de La Plata.



¡¡Felicitaciones Pincha!!

jueves, 14 de marzo de 2024

River Plate Campeón Supercopa Argentina 2023

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CAMPEÓN CON UNA HEROICA REMONTADA EN CÓRDOBA
River festejó un nuevo título con un golazo de Aliendro y Demichelis se desahogó ante los insultos
Perdía desde los tres minutos por un cabezazo de Correa, Mansilla era un muro inexpugnable, pero se lo dio vuelta a Estudiantes en los últimos diez minutos y el técnico festejó fuerte.
Se vislumbraba un final. O algo parecido. Estudiantes le ganaba 1-0 a River y se quedaba con la Supercopa Argentina. El elenco de Martín Demichelis jugaba mal, muy a pesar de convertir en figura el arquero rival. Entonces los hinchas millonarios explotaron y por primera vez insultaron al DT. Le pidieron también por los pibes. Pero hubo un momento de quiebre, como una señal del destino: Eduardo Domínguez sacó a Enzo Pérez y en la primera jugada River empató cuando restaban 10 minutos. Y en la última, Rodrigo Aliendro dibujó un golazo desde afuera del área para el 2-1 y para que Demichelis festejara furioso de cara a la platea que lo había reprobado. Así de intenso fue el epílogo del River campeón de la Supercopa 2023.

Demichelis transitó los días más calientes desde que es entrenador de River. Al silencio tras el empate contra Independiente le siguió un hermetismo total respecto a los titulares para jugar ante Estudiantes en el Kempes. El entrenador escondió los nombres y el esquema hasta minutos antes del comienzo de la entrada en calor. Y sorprendió a todos con la elección, incluidos los dirigentes del conjunto de Núñez: mandó a la cancha a Matías Kranevitter, quien había jugado desde el inicio por última vez el 26 de noviembre de 2023, frente a Instituto. Bastante más: el Colo solo había arrancado de titular 5 veces en 22 juegos desde que regresó a River, a fines de 2022. Todo un síntoma del momento de incertidumbre que atraviesa el técnico.

La apuesta de Demichelis se dio en una posición determinante: la del volante central. Sí, ahí donde jugaba Enzo Pérez, el ídolo que se fue enemistado con el DT. River, para suplir ese vacío, pagó alrededor de 15 millones de dólares por Villagra y Fonseca. Y Demichelis incorporó a Kranevitter, relegando también a Aliendro.

De todos modos, la sorpresa mayor fue el esquema y la idea de juego de River, que se plantó con un 4-2-3-1, con Ignacio Fernández al costado de Kranevitter y con Barco encima de Enzo Pérez. El futbolista clave fue Milton Casco, que rompió con todos los pronósticos. Demichelis lo puso a jugar como lateral izquierdo cuando defendía y de volante central cuando River tenía la pelota para liberar a Nacho.

La propuesta no resultó, como era de esperar. Lo que intentó Demichelis, algo que suele realizar Pep Guardiola con Manchester City, requiere de mucho ensayo y de una inteligencia por arriba de la media de los protagonistas. Y en River no hubo demasiado tiempo para trabajar y, en un mercado devaluado, la jerarquía de algunos de los jugadores no es tan alta.

Hizo agua la idea, entonces, al punto que el entrenador se mostró más enérgico y ofuscado que de costumbre. ¿Qué pasó? River lució desordenado para atacar, para defender y para manejar la pelota. La sensación era que nadie seguía bien su libreto. La palabra improvisación podría caber.

También conviene remarcar que el entrenador puede ser responsable de la táctica, pero no tiene culpa si los jugadores erran pases a dos metros de distancia. Eso sucedió no menos de cuatro veces.

Estudiantes hizo la lógica con una particularidad: 4-4-2, pero con Cetré como extremo derecho (todos creyeron que iría por izquierda). Pleno total para Domínguez, porque aprovechó la doble función de Casco y el colombiano fue profundo. De un centro perfecto de él llegó el gol de cabeza de Correa.

Estuvo cerca de empatar River en la primera parte, se dirá con razón. Mansilla se estiró en un par de ocasiones para negarle los gritos a Paulo Díaz y a Borja. Estudiantes se refugió en el complemento y pagó caro ese pecado. Mansilla siguió atajando mucho, más allá de que River no jugaba bien. Todo hasta que salió Enzo Pérez y River se liberó. Solari metió un centro y la pelota se metió luego de desviarse en Romero. Y una buena hay que colgarle al entrenador, que metió al volante defensivo Aliendro por el delantero Colidio. Un murmullo se escuchó en el Kempes. Pero fue Aliendro el que marcó un golazo para que River sea campeón y para que Demichelis se saque una mochila pesada de encima. Se vislumbró algo parecido a un final en Córdoba. Tal vez haya sido un nuevo comienzo.



¡¡Felicitaciones Millonario!!

sábado, 23 de diciembre de 2023

River Plate Campeón Trofeo de Campeones 2023

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EL ÚLTIMO TÍTULO DEL AÑO
River le ganó a Central, cerró el 2023 como el mejor del año y le sumó la emoción por varias despedidas
El equipo de Demichelis fue superior y se quedó con el Trofeo de Campeones. La final significó el adiós de los históricos Enzo Pérez y Maidana, y casi con seguridad de Nicolás De La Cruz.
En una noche especial y emotiva, por las despedidas de los históricos, River cerró el 2023 con otra alegría. En Santiago del Estero, derrotó 2-0 a Rosario Central, cosechó su segundo Trofeo de Campeones, el título 71 de su historia y, más allá de sus vaivenes, terminó siendo el mejor equipo del fútbol argentino en el año. Ratificó en el Madre de Ciudades lo hecho en la Liga Profesional, en la que fue campeón de punta a punta y la distancia que sacó sobre el resto en la tabla anual.

El partido, que no tuvo la tensión de otras finales, arrancó como se prevía. Con River manejando la pelota y siendo protagonista y Rosario Central replegado, agazapado. Más allá de las posturas que habitualmente tienen ambos equipos, era lógico que esta situación pudiera presentarse desde el inicio.

Es que River llegó más descansado a esta final por el Trofeo de Campeones, con piernas más frescas. Su último partido, justamente ante Central, había sido 13 días antes, cuando quedó eliminado de la Copa de la Liga. En cambio, el conjunto rosarino jugó la semana pasada en este mismo escenario, donde le ganó a Platense y logró el título que le dio el pasaje a esta definición.

Entonces, el equipo de Miguel Ángel Russo padeció el encuentro. Y River lo aprovechó. A tal punto que le creó una decena de chances en el primer tiempo, en el que pudo haber goleado y cerrado el partido con mucha anticipación, pero por el gran trabajo de Jorge Broun sólo pudo convertir un tanto. Fue un peloteo a Fatura, que respondió muchas veces para evitar la caída de su arco. Y también hubo otros remates que dieron en los postes.

El gol de River llegó a través de una contra, una recuperación de Esequiel Barco, quien abrió para Pablo Solari, y, como un antiguo wing, el ex Colo-Colo tiró un centro venenoso que Colidio empujó.

River abrió el partido con la fórmula de Central, que había apostado a la contra con pelotazos largos, pero recién en la última parte de la primera mitad aparecieron sus mejores jugadores, como Malcorra, Lovera y Campaz. Sólo en ese momento el encuentro se hizo de ida y vuelta, con el mediocampo como zona de tránsito.

Antes, fue un monólogo de River. Y todos los jugadores de ataque tuvieron la posibilidad de convertir. La primera la tuvo el Diablito Echeverri, quien por fin tuvo su chance como titular. Una volea de frente al arco se fue apenas desviada.

Encendido, el juvenil le hizo honor a su apodo y por momentos fue un infierno para el doble cinco y los defensores rivales. A pura técnica, metió pases profundos, como cuando dejó mano a mano a Solari y hasta se animó a tirarle un caño a Malcorra. También hizo buenos movimientos de desmarques y diagonales al espacio. Se complementó bien con Barco, otro jugador de River que puso su talento al servicio de la generación de juego. Lo mismo Colidio, muy activo para armar jugadas.

Ese ataque millonario estuvo bien sostenido por Enzo Pérez, quien en su última función sacó todo el aire de sus pulmones para correr de un lado a otro y también marcar el ritmo de los pases.

En el inicio del segundo tiempo, Central buscó meterse de nuevo en el partido, pero el trámite siguió siendo de River. Y más aún después de la expulsión de Campaz. Broun volvió a tapar varias. Hasta que Barco habilitó a Nacho Fernández, quien convirtió el segundo y sentenció la final. Después, le anularon un gol a Central por offside.

La noche terminó a pura emoción con el ingreso de Maidana por Enzo Pérez. Y una ovación gigante y eterna para dos héroes.



¡¡Felicitaciones Millonario!!

domingo, 17 de diciembre de 2023

Rosario Central Campeón Copa de la Liga Profesional 2023

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EL CANALLA FESTEJÓ EN SANTIAGO DEL ESTERO
Central le ganó a Platense con un golazo, es el campeón de la Copa de la Liga y jugará otra final con River
Maximiliano Lovera, un acierto de Miguel Ángel Russo, marcó la diferencia con una obra maestra. El Calamar estuvo a la altura. El viernes, el Canalla disputará el Trofeo de Campeones.
Todos los colaboradores del cuerpo técnico y los suplentes estaban al borde de la línea de cal y cruzaron en lo más alto sus brazos pidiendo la hora. Parecía una coreografía de ansiosos. En el medio de la fila había un hombre más pequeño, con los hombros caídos y las manos en los bolsillos. Era la pintura de un sabio sereno. Para cuando Nicolás Ramírez pitó el final, Miguel Ángel Russo fue abrazado por todos: Rosario Central, su equipo por adopción, le ganó 1-0 a Platense y se consagró campeón de la Copa de la Liga. “Y ya lo ve/es el equipo de Miguel”, fue el primer cántico de los hinchas rosarino. Y fue un mimo merecido para el técnico de 67 años, que rápido se sentó en el banco de suplentes para que los protagonistas sean los otros.

Y en el duelo decisivo, Miguel metió mano con el inesperado ingreso de Maximiliano Lovera y se hizo notar. Necesitaba su historia en Central un título en competiciones de Primera División, porque el DT ya había festejado en la B Nacional en 2013. Ayer, Russo completó 268 partidos dirigiendo al Canalla -es el segundo en la lista, por detrás de Don Ángel Tulio Zof, con 608- y esa experiencia le cantó que Lovera podría ser fundamental. No le falló la intuición a Miguel: el mediocampista dibujó un golazo y fue la figura en la calurosa noche de Santiago del Estero.

No le pesó la final a Platense y eso no es poco decir. Se plantó el elenco que comanda Martín Palermo a jugar la final en el Madre de Ciudades e impuso su idea de replegarse y salir largo o de contra. Por el contrario, Central tardó más tiempo en aclimatarse, más allá de la fiesta que hicieron sus hinchas en el 70 por ciento del estadio que estuvo colmado de rosarinos. Las mejores sensaciones las regaló el Calamar en la etapa inicial, pero fue el Canalla el que pegó primero.

Le quedó más cómodo el trámite a Platense porque Rosario Central debió asumir el protagonismo con la pelota, cuestión que no le había sucedido en los cruces ante Racing y River. El conjunto de Miguel Ángel Russo también está formateado para contragolpear. Prevaleció entonces Platense e inquietó con un par de disparos de Agustín Ocampo y con un cabezazo de Mateo Pellegerino.

Y Central empezó a hacerse dueño de verdad cuando Ignacio Malcorra agarró la pelota bien plantado de enganche y con menos obligaciones defensivas. El zurdo estuvo atento a recibir a espalda de los volantes centrales rivales y desde ahí creció su equipo. Hubo buenos encuentros con Campaz y Lovera.

La tuvo Agustín Sandez con un cabezazo claro que culminó en las manos de Macagno. Y a los 39 minutos, la obra maestra de Lovera, ese talento porque el que apostó Miguel: la tomó en el centro y se metió al área con un caño a Vázquez para definir de zurda y cruzado. Un golazo que hizo estallar a los rosarinos, a esa altura un poco preocupados por el andar del partido.

El segundo tiempo comenzó con el duro choque entre Pellegrino y Mallo; el atacante de Platense se fue directo al hospital en ambulancia por un fuerte corte en la nariz. Y al Calamar le costó salir de ese impacto porque fue realmente duro.

Pero fue con corazón Platense, dejando espacios. Tuvo varias y hasta tal vez mereció empatar. Central volvió a desperdiciar muchas contras. Fatura Broun le sacó una del ángulo a Zalazar y un cabezazo a Picco. En la última, una media vuelta de Servetto se fue al lado del palo. La suerte estaba con Miguel. Sí, Russo se lo merecía tanto como Rosario Central.



¡¡Felicitaciones Canallas!!

jueves, 14 de diciembre de 2023

Estudiantes de La Plata Campeón Copa Argentina 2023

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EN CANCHA DE LANÚS, EL PINCHA DERROTÓ 1-0 AL HALCÓN
Estudiantes pegó el grito campeón y se metió en la Copa Libertadores
Vanció a Defensa y Justicia con un gol de Carrillo y ganó por primera vez la Copa Argentina. Ante una multitud hubo buen juego de los dos en el primer tiempo y luego, un final dramático.
Estudiantes sumó una de las que le faltaba a la vitrina: la Copa Argentina. Con paciencia logró la ventaja después de padecer a Defensa y Justicia, que sin el gol -lo más importante- había mostrado aplomo para ser quien festejara al final. Pero no, el Pincha se dio el lujo, además, de despedir a Mariano Andújar y Mauro Boselli con una vuelta olímpica. Con momentos de buen fútbol y sin arriesgar demasiado, de yapa se metió en la Copa Libertadores.

Junto a los cantitos que nunca se olvidan que es “equipo del Narigón”, que “desde La Plata salió el nuevo campeón” y el “Estudioooooo, Estudioooooo”, de rigor, se mezclaron los cantitos ofrendados a Andújar, primero, y a Boselli, después. Y por supuesto, el recuerdo para Gimnasia y el minuto de silencio, que tuvo al plantel en pleno, para que la coreografía fuera completa.

Era la primera vez para Estudiantes y Defensa en la final de la Copa Argentina, debut para la definición de ese certamen en la provincia de Buenos Aires y de Lanús como anfitrión. Tantas novedades y sin embargo lo mismo de siempre: espacios colmados, más gente que metros cuadrados disponibles y pulmones vacíos. Faltaba poco más de una hora para el comienzo y la gente que llegó de La Plata ya pedía a través de cantitos que abrieran uno de los portones para ampliar la cabecera. Oídos sordos, hacinamiento y el carácter milagroso para explicar que todos terminaron sanos y salvos.

El partido se jugó como si ninguno apostara a los penales, pero le faltaba una chispa para terminar de encenderse y fue Estudiantes el que lo hizo posible con el tanto de Carrillo. Además de ponerse en ventaja, le dio al partido una dinámica que en toda la primera parte y mientras duró el empate en el segundo, apenas habían insinuado.

Porque ninguno se guardó nada, pero tampoco lograban la puntada final. Los dos planteos fueron ambiciosos. Se animaron a jugar y tuvieron un idea y vuelta que, aunque esporádico, daba cuenta del interés de ambos por jugar al fútbol. En la primera parte Defensa estuvo más cerca de romper el cero, tuvo la primera -travesaño- y la última -la pelota bailó por la línea de fondo- pero no estuvo fino.

Estudiantes se aprovechó de los errores defensivos del Halcón -Bologna se quedó con un mano a mano frente a Zapiola-, porque le costaba llegar con claridad al fondo rival. Tuvo la chispa, entonces, que encendió el partido tras el reinicio. Pegó en la primera que tuvo. Leonardo Godoy le ganó la cuerda a Alexis Soto, que pareció más preocupado por no hacerle falta dentro del área, que, por evitar el desborde, y metió el buscapié que cortó Bologna con rebote, pero desde el piso Carrillo logró conectarla y romper la igualdad.

Los 31 minutos -más los adicionados- que siguieron, fueron electrizantes, aunque al borde del descalabro. Porque junto al ritmo que cobró el partido se sucedieron las guapeadas típicas de los futbolistas que se empujan, se amontonan, se prometen buscarse a la salida.

En desventaja y con el correr de los minutos, el Halcón se volvió más impreciso. Se repitió en pelotazos, equivocó los pases y perdió profundidad. Uvita Fernández retrocedió unos cuantos metros para trasladar la pelota, que inevitablemente terminaba perdida.

Estudiantes ese volvió más prolijo, algo más amarrete en sus intentos y se conformó con cuidar la ventaja y apuntarle a algún contragolpe para cerrarlo. Así Boselli, que ingresó en la segunda parte, pudo ensayar una media chilena que hubiese sido genial en su despedida.

En los últimos cinco el Pincha no aprovechó del espacio que dejó la expulsión de Soto no pudo sentirse campeón hasta el pitazo final, demorado por los hinchas de Defensa en el alambrado y la pavada de Piatti, que fue amonestado por segunda vez por intentar demorar el partido. Eso sí, cuando Nicolás Ramírez pitó el final, esa chispa que había animado el partido fue una explosión.



¡¡Felicitaciones Pincha!!

lunes, 17 de julio de 2023

River Plate Campeón Torneo de la Liga Profesional de Fútbol 2023

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EL EQUIPO DE DEMICHELIS LE PUSO EL SELLO AL TÍTULO CON UN GRAN TRIUNFO SOBRE ESTUDIANTES
Un show de fútbol para vivir una fiesta Monumental
La demostración colectiva fue total, para confirmar que se trata del mejor equipo del campeonato. Más de 86 mil hinchas disfrutaron de una noche inolvidable.
La imagen más impactante ocurre a segundos de que el árbitro Andrés Merlos pite el final. El Monumental canta el palo bonito con el somos campeones otra vez. Adentro, en la cancha, los futbolistas se pasan la pelota esperando el silbatazo. Los suplentes se unen en abrazos y forman una fila delirante; parecen estar en el momento más alto de un casamiento.

Y por delante de éstos, Martín Demichelis, con la elegancia que lo distingue, no puede contener las lágrimas y se larga a llorar. Y es justo y necesario que así sea: había demasiado peso en la espalda del nacido en Justiniano Posse hace 42 años.

El festejo del campeonato esconde también el fin de un duelo que se pensó complejo. Porque la sombra de Marcelo Daniel Gallardo se proyectará en cada uno de los entrenadores que dirijan a River, aunque a ninguno le iba a pesar tanto como al primero, Martín Demichelis. Y ahí está la sonrisa de Micho para despejar cualquier duda y para avisar lo que ya nos había avisado Fito Páez años atrás: existe el amor después del amor. Una señal cayó en la previa: hubo ovación cuando la voz del estadio presentó al DT. “Cantá conmigo/que de la mano/de Demichelis/todos la vuelta vamos a dar”, se cantó a los 9 minutos.

“No hacía falta el reconocimiento porque soy feliz en el día a día en el club. Pero se atrevieron a saludarme y será inolvidable”, dijo el DT. Y agregó: “La ovación no iba a modificar mi felicidad. Hubo un cambio muy fuerte para el hincha de River porque se terminó un ciclo extremadamente exitoso. Marcelo, a quien yo también admiro, se convirtió en un prócer. Para algunos yo era un desconocido que hacía 20 años se había ido del país. Por suerte pudimos coronar”.

Sucedió lo inevitable: River salió campeón. Y es justo que así sea porque es por muchos cuerpos de ventaja el mejor del torneo. Nadie dudó de lo que iba a pasar en el Monumental: los más de 86.000 hinchas colmaron el estadio para armar una fiesta. Incluso, bien en lo profundo del pensamiento, los de Estudiantes sabían que no tenían demasiado por hacer, por mucho que Eduardo Domínguez usara a los habituales titulares. Y fue un festival, no una fiesta. Fue más de los esperado porque lo que devolvió el equipo adentro de la cancha superó lo buscado. ¿O acaso alguien se podrá olvidar del pase de Nicolás De la Cruz para Nacho Fernández en el penal que terminó con gol de Esequiel Barco? ¿Y qué decir de la jugada de Leandro González Pirez en el tempranero gol de Lucas Beltrán?

Hay muchísimas razones para explican al River campeón. Tal vez la capacidad de adaptación del entrenador Martín Demichelis sea la más valorable. Llegó con unas creencias el cordobés y culmina el semestre con otras. Lo primordial, su idea, su filosofía de juego, no se alteraron, pero hubo pequeños cambios que lo hicieron mejor técnico. Lucas Beltrán y Leandro González Pirez, por ejemplo, fueron dos futbolistas que arrancaron de atrás en la pretemporada y que ahora son titulares indiscutidos. El primer gol ante Estudiantes grafica los momentos de confianza plena que ambos transitan.

La demostración de fútbol de River fue total, como para que a nadie le queden dudas del campeón. El fútbol de alto vuelo se disfrutó en las tribunas y adentro. Enzo Pérez y Nicolás De La Cruz se movieron al compás de los hinchas en los festejos del tercer gol de Barco. Hasta los chicos y chicas que alcanzan las pelotas bailaron y gritaron al viento.

Estuvo el recuerdo para Boca y de la final de la Libertadores en Madrid. Si hasta se coló Rodolfo D’Onofrio con su buzo rojo en la celebración. Se necesita siempre un rival para que el festejo tenga más color, claro.

Hubo ovaciones personalizadas con mensajes contundentes. Nadie quiere que Enzo Pérez se vaya y por eso los hinchas le piden que se quede. Algo similar le solicitan al imprescindible Nicolás De La Cruz y el “uruguayo” se entona con la fuerza y el recuerdo de Enzo Francescoli. “A lo largo del torneo demostramos que somos un equipo. El mérito es de todos. Desde el mandato de Marcelo se ha resaltado el grupo por encima de todos. Es la base de todo, nuestra fortaleza”, aseguró De La Cruz, la figura.

El final fue familiar, con los jugadores cantando cada una de las canciones. A Demichelis se lo vio agitando sus manos con una de sus hijas. Lo mismo De La Cruz y Nacho Fernández. Fue un fiesta corta, fresca y emotiva. Y más que merecida.



¡¡Felicitaciones Millonario!!

jueves, 2 de marzo de 2023

Boca Juniors Campeón Supercopa Argentina 2022

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UNA NOCHE PARA EL RECUERDO EN SANTIAGO DEL ESTERO
Benedetto volvió con un show de goles y Boca festeja un nuevo campeonato
Con tres tantos del delantero, los dirigidos por Ibarra dejaron en claro que no había equivalencias con Patronato, equipo del Ascenso, y conquistaron la Supercopa.
Lo importante no es esa nueva estrella que Boca se borda en el escudo tras golear 3 a 0 a Patronato en la final de la Supercopa Argentina ni tampoco la superioridad que marcó el conjunto que dirige Hugo Benjamín Ibarra, que hizo pesar con fuerza la diferencia de categoría. Lo más trascendental es el regreso de Darío Ismael Benedetto en todo su esplendor: anotó un hat-trick y fue la gran figura de la noche santiagueña. Sucede que para que Boca gane la Copa Libertadores, ese sueño postergado, necesita sí o sí de un Pipa como el de ayer.

Se sabía que una de las lupas del duelo iba a estar puesta en Benedetto, en su regreso después de 4 fechas de suspensión en el torneo doméstico y luego de no haber ingresado el fin de semana contra Vélez. Se recuerda: Pipa solo había disputado 73 minutos en la Supercopa Internacional frente a Racing en Abu Dhabi. Su actuación en suelo árabe no fue buena y la incorporación de Miguel Ángel Merentiel había abierto una duda. Incluso algunos hinchas no estaban conformes con el regreso de Benedetto para la final por las buenas actuaciones de la Bestia contra Platense y Vélez. Por eso el festejo del primer gol del atacante fue potente y se marcó el apellido de su camiseta en un par de ocasiones.

Benedetto jugó bien porque estuvo con ganas, participativo, dinámico, movedizo; se lo notó más fino, además. No fue el atacante que se mete entre los centrales y que espera su oportunidad sin que nada de lo que suceda a su alrededor lo perturbe. Esa característica tuvo el Pipa el año pasado y no le fue bien. Es posible que la competencia interna lo haya ayudado, porque ayer corrió y se mostró como si fuese un juvenil. Redondeó una actuación de lujo con dos cabezazos que se fueron cerca en la etapa inicial, una asistencia a Luca Langoni y tres lindos goles. En el primero de los festejos, fue hermosa la jugada de Nicolás Figal (desborde por la izquierda y centro atrás), pero también es para destacar el movimiento del goleador: ingresó al área llegando desde la medialuna.

No brilló Boca porque tal vez nunca lo haga. Mucho menos con este esquema 4-3-3 que tiene al vértigo como bandera. Es cierto que puede juntar pases con los mediocampistas. Pero a Óscar Romero y a Equi Fernández aún les resulta incómodo moverse como interiores. Por eso el volante juvenil se chocó en varios pasajes con Alan Varela y por eso el paraguayo se rebeló en algunos tramos para ir a oficiar de enganche.

Es directo Boca, entonces. Es capaz de provocar una situación de gol en dos toques. La tuvieron mano a mano Sebastián Villa y Langoni y en ambas se lució el arquero Salvá, que nada pudo hacer en la de Benedetto.

El equipo de Ibarra se hizo protagonista e impuso condiciones y eso también es algo a destacar. Marcó bien la diferencia entre categorías. Es cierto que Patronato estuvo diagramado solo para defender, para intentar salvar el cero en el arco. Walter Otta optó por un 5-2-3, con Juan Barinaga y Juan Cruz Esquivel como falsos extremos que no siguieron a los laterales rivales. Subió y tuvo espacios Fabra para conectar con Villa y Romero por ese sector. La decisión de centralizar a Barinaga y a Esquivel era para que saltaran rápido a presionar a los centrales Roncaglia y Figal. La estrategia no resultó.

Encima, para el complemento Otta rompió la línea de 5 defensores y buscó ser más ofensivo. Ahí Boca lo pasó por arriba: hizo 3 pero pudieron ser muchos más.

Benedetto facturó con un cabezazo tras un córner de Romero y una definición de primera dentro del área chica luego de un desborde de Fabra. Entonces Ibarra entendió el paso que debía dar y mandó a la cancha a Miguel Ángel Merentiel para que todos en el Madre de Ciudades despidieran entre aplausos y ovaciones al Pipa.

No hubo grandes festejos, es cierto, porque Boca hizo lo que tenía que hacer: vencer sin atenuantes a Patronato, un equipo que milita en la Primera Nacional. Pero había alegría en los rostros de todos los integrantes de la delegación que encabezó Riquelme, porque un título siempre es un título y porque las finales se ganan. Y porque Benedetto, ese goleador de elite, está de vuelta.


Felicitaciones Xeneize!!!

lunes, 19 de diciembre de 2022

Argentina Campeón - Mundial Qatar 2022

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ARGENTINA, TRICAMPEÓN MUNDIAL
Argentina es campeón mundial en la final más dramática de la historia
Mereció ganarlo en los 90 o en el alargue, pero tuvo que esperar a los penales. Martínez atajó uno, Francia desvió otro y acertaron Leo, Dybala, Paredes y Montiel.
Tenía que sufrir Messi. Tenía que sufrir Argentina. Pero se acabó el sufrimiento. Se acabó. La puta madre. Argentina es campeón del mundo. Sí, no es un sueño. Messi es campeón del mundo. Y es justicia. En Qatar. En un Mundial mágico y exótico que dejó una final mágica y exótica. Porque, si se dejan atrás todos los padecimientos, fue una final apoteótica. Dramática. Inolvidable. Tal vez, inigualable. Con un Mbappé en modo diablo, autor de tres goles que rescataron a Francia de una paliza. Pero Argentina tiene a Messi, que metió dos y fue el mejor del torneo. Y tiene a Dibu Martínez, que volvió a aparecer en una definición por penales. Y antes también. Sobre el final del partido. Y a gozar. Porque lo que acaba de pasar en este Lusail es historia. La Scaloneta domina el mundo. Y Messi... Sí, Messi. Ya no hay discusión: es el mejor de todos los tiempos.

Hay que dejar atrás las emociones mientras Messi se abraza con Celia, su mamá. Mientras el estadio estalla de locura. Mientras los jugadores se mezclan con la gente. Se hace casi imposible escribir revoleando lágrimas sobre el teclado. Pero hay que hablar del partido. Porque Scaloni planteó un partido perfecto. Fueron 80 minutos de dominio abrumador. Un baile mundial. Un baile que se cortó porque Mbappé, simplemente, es el heredero de Messi. Nada más.

Había sorprendido Scaloni eligiendo a Di María como titular. Y volvió a sorprender con Fideo como extremo por la izquierda. Fue una jugada de ajedrez, que incluyó el ingreso de Tagliafico por Acuña para cuidarle la espalda al as de bastos de este equipo que será inolvidable. Porque allí, el hombre de Juventus, que no era titular desde el partido contra Polonia, empezó a hacer daño. Y no sólo obligó a Koundé a no perderle el rastro, sino que también lo obligó a hacer horas extra a Dembélé.

Pero esa movida no fue la única que puso sobre el tablero Scaloni. El equipo se hizo corto, con los centrales siempre atentos para cortar rápido, en especial Cuti Romero, y con un monumental trabajo de Alexis Mac Allister, Rodrigo De Paul y Enzo Fernández. Ellos manejaban el equipo desde el mediocampo y, curiosamente, convirtieron a Messi en un jugador complementario.

No es que Leo jugó mal esos 45 minutos. Todo lo contrario. Lo que sucedió es que esta vez los que tiraron de la carreta fueron otros.

Así llegó el gol del desequilibrio. Después de un toqueteo incesante, Julián abrió para Di María. Parecía que se iba larga la bola, pero Fideo no sólo llegó, sino que clavó los frenos y enganchó para adentro. Así le sacó la ventaja a Dembélé, que en plena persecución lo tocó de atrás. Penal. Y gol de Messi, el sexto del torneo, en su partido 26, récord en Mundiales.

El partido se partió en ese momento. Argentina empezó a borrar de la cancha a un Francia que ni siquiera podía encontrar soluciones de la mano de Mbappé y Griezmann. Fue, a partir de entonces, un baile. Culminó con un golazo que dio calma. Recuperó Molina, Mac Allister tocó para Messi, Messi soltó para Julián, Julián la tiró al vacío para Alexis y Alexis, mano a mano, lo vio entrar a Di María, que definió solo ante la salida de Lloris. Un golazo.

Francia no estaba en la cancha. Se insiste. Y Deschamps, que se miraba con su ayudante, se dio cuenta. Cirugía mayor: afuera el torpe Dembélé y un aislado Giroud, adentro Kolo Muani y Thuram para que Mbappé quedara de delantero centro. El problema, tal vez, no eran los puntas. El problema era que Francia no podía tener la pelota ante una Argentina que se multiplicaba. Hasta Messi bajaba para recuperar.

Ya en la segunda parte Francia seguía en estado de confusión. Un par de errores ingenuos en las salidas. Un lateral mal sacado. Y Argentina, con calma, esperaba. La idea era recuperar y salir rápido. Así llegó una volea de De Paul, tras un centro de Di María que Lloris controló. Así llegó una bola al vacío de Fideo para que Julián, tras una diagonal, obligara a revolcarse al capitán francés.

A falta de media hora, Argentina insistía. Estuvo cerca con una travesura de Di María, en modo Messi, tras una recuperación de Tagliafico. Lo sacó a pasar a Koundé y mandó un centro que De Paul dejó pasar y que encontró a Messi. Era una perla, pero Rabiot llegó con lo justo para cerrar.

Francia, con vergüenza, salió a buscar el descuento. Pero seguía confundido. Y Argentina estaba preparado para el golpe final. Otro contraataque nació con una recuperación de Mac Allister, colosal, que no llegó a quedar mano a mano luego de una gestión de Messi y Julián.

La Selección no regalaba un metro. Y para buscar más equilibrio, Scaloni sacó a Di María, que hizo un partidazo otra vez en una final, y puso a Acuña para hacer sociedad con Tagliafico.

Asustó Francia con una bola cruzada de Griezmann, el único que parecía dar la cara. De sus pies insinuaba nacer la resurrección de Francia. Pero nada le fluía al equipo de Deschamps. Mbappé, que casi no la había tocado en el complemento, se despertó y probó tras una corrida corta. Fue un aviso de lo que vendría.

Deschamps volvió a meter mano en el equipo con el ingreso de Camavinga y Coman por Theo Hernández y Griezmann. Sí, saco a Griezmann que era el mejor de los suyos. Raro. Pero el tiempo le daría la razón. Mac Allister, otro que entró en modo Messi por un rato, armó un jugadón por izquierda, descargó para el Messi verdadero, que encontró a Enzo solo en la medialuna. El remate fue muy centrado. El tercero no llegaba.

Pero no preocupaba. La superioridad era notable. Empezaba a caer el “ole, ole, ole” de la tribuna. Era una fiesta. Pero... Siempre hay un pero.

Se escapó Kolo Muani y Otamendi, que debió cruzar a la derecha, lo bajó. Penal. El único error hasta ese momento terminó en el descuento de Francia. Se hizo cargo Mbappé y le ganó la batalla mental a Dibu, que rozó la pelota con las yemas, pero no la pudo sacar. Faltaban diez minutos.

Empezó otro partido. Un partido que no duró nada. Porque Mbappé, diabólico, tenía otros planes. Messi perdió una pelota en el medio. Rabiot buscó al fenómeno de PSG, el que no es Messi, que se la bajó a Thuram, que se la devolvió a un toque. Volea y gol para volver a ser el goleador del mundial. Dos minutos fatales. De no creer. El fútbol no sabe de justicia. Pero sí de drama. Otro partido en serio.

Argentina intentaba salir. Y Francia estaba en estado de gracia. Lo tuvo Thuram tras un centro de Mbappé, ya totalmente activo. No llegó por nada. Enzo frenó justo el pie cuando volvía a molestar Thuram. Se paralizó el estadio. Pero el polaco Marciniak, que manejó bien el partido, marcó tiro libre para la Argentina y amonestó al punta. Alivio. Los corazones se detuvieron otra vez con un desborde de Coman que encontró a Camavinga. Apareció Dibu. Con suspenso, pero apareció. Se completaban los ocho minutos de descuento. Francia seguía con la mira calibrada. Cada ataque era peligro de gol. Sin embargo, el que tuvo la del final fue Messi con un zurdazo desde afuera del área. La de siempre. La que no suele fallar. Lloris apareció en todo su esplendor para despejar al córner. Al alargue.

El mini descanso le dio algo de paz a la Selección. Entró Montiel por Molina, que había padecido a Thuram. El partido se puso en un freezer. Hasta que Messi armó un jugadón con Enzo y Argentina tuvo una doble chance. Lautaro, que había entrado por Julián, no pudo con Upamecano. Montiel tomó el rebote y le pegó de volea y Upamecano la sacó al córner. Enseguida, tuvo otra Lautaro, que quedó solo con Lloris y definió mal. Era offside. Terminó mejor la Selección el primer suplementario.

Y también arrancó mejor el segundo. Messi probó con una volea que volvió a encontrar las manos de Lloris. Y llegó el premio. Un despeje de la defensa encontró a Lautaro, que se la bajó a Messi. Leo manejó y descargó para el Toro, que estaba habilitado por un glúteo, y fusiló a Lloris. El arquero dio rebote y la pelota le cayó a Messi, que la tocó para que Lusail volviera a estallar. El séptimo del Mundial. Otra vez cerca de la copa.

Pero faltaba mucho, aunque no faltaba nada. El partido era puro nervios. Parecía que Argentina se lo llevaba. Pero otro penal, por una mano de Montiel tras un remate de Mbappé, le sirvió otra vez el empate a Francia a cuatro del final. Y Kylian volvió a acertar. Tres goles en una final. Un animal.

¿Penales? No. Había más en esta maravillosa final. Dibu Martínez le tapó la pelota de la tarde a Kolo Muani en una atajada de antología. ¿Penales? No, Lautaro cabeceó solo después de un desborde de Montiel y le erró al arco. Una pena.

Ahora sí. Penales. Más drama dentro del drama. Pero los penales son la especialidad de Dibu. Atajó uno, el de Coman, y amedrentó a Tchouameni, que la tiró afuera. La Scaloneta no falló. Messi, Dybala, Paredes, Montiel.

“Vamos Argentina, la concha de su madre. Somos campeones del mundo”, bramó Messi con el micrófono abierto para toda la cancha. Tuvo que llegar hasta Medio Oriente para confirmar que es el rey del mundo. Tras no dejar récord en pie, el capitán cumplió su gran meta. Y se dio el gusto de levantar la Copa que todos quieren levantar. Ya es leyenda.

martes, 8 de noviembre de 2022

Racing Club Campeón Trofeo de Campeones 2022

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UN PREMIO CONSUELO PARA UNA ACADEMIA QUE QUIERE MÁS
Racing tuvo su tiempo de revancha y se quedó con la última sonrisa del año en una final que terminó en papelón
Hubo diez expulsados, siete de Boca y tres de Racing, y el partido se suspendió. La gente no merecía un desenlace así.
No merecía la fiesta que hubo en las tribunas del Estadio Único La Pedrera ese final escandaloso del que fueron protagonistas los jugadores de Boca y de Racing y el árbitro Facundo Tello, con 10 expulsados, 7 por un lado y 3 por el otro, y que finalmente fue suspendido por inferioridad numérica del Xeneize. Fue un verdadero papelón.

Se echarán culpas en las declaraciones los unos y los otros, que el árbitro cobraba todo para ellos, que algunos jugadores iban con mala intención a disputar algunas pelotas, que las manos que fueron o no. Tanta intensidad los pasó de rosca.

Pero la fuerte discusión que arrancaron Sebastián Villa y Johan Carbonero en el final del tiempo reglamentario se agigantó después del gol de Carlos Alcaraz. Ese desahogo de Emiliano Insúa que Luis Advíncula interpretó como burla y le tiró un cabezazo; ese festejo del goleador, con el corpiño electrónico puesto y la camiseta en una mano, la mirada fija en la hinchada de Boca, que desató la ira de los jugadores y la gresca se generalizó.

Las rojas se multiplicaron hasta quedar Boca impedido de continuar reglamentariamente. Mientras los jugadores de Racing festejaban, los otros rodearon a Tello acumulando reclamos y reproches. Hasta que se fueron calmando. Y otra vez la gente aportó mayor cordura que los protagonistas. “Dale campeón” gritaban los académicos, que tanto sufrieron en el año y en especial en la definición del último torneo. “Dale campeón”, cantaban los hinchas xeneizes despidiendo a sus hombres con aplausos, mientras algunos ofrendaban sus camisetas. Pero los campeones dejaron mucho que desear.

Pero el show debe continuar. Con la sangre aún hirviendo, los organizadores empezaron a armar el escenario para los festejos, como si nada hubiese pasado. Hubo aplausos, medallas, besos, trofeo, pirotecnia y hasta palabras con algo de emoción de Iván Pillud. Todo estaba preparado para una fiesta que los protagonistas se encargaron de arruinar. Fueron los campeones del papelón.

Es cierto que empezó picante el partido. Hubo un gesto de los jugadores de Boca unos minutos antes que fue toda una declaración de principios. Con las copas ganadas este año, la de la Copa y la del Torneo de la Liga Profesional, saludó a su gente, que aplaudió y alentó a rabiar porque entendió el mensaje. El rival, Racing, estaba ahí pero no había sido campeón en el año, sólo por cuestiones reglamentarias. Pero la final había que jugarla y uno de los dos sería nuevo campeón.

El primer tiempo fue ganando emoción e intensidad con los minutos. Después de un leve intento de Racing de manejar la pelota y llegar con profundidad (remató Maxi Romero, pero sin fuerza), enseguida Boca se acomodó y le ganó el medio, porque Moreno quedó demasiado solo en la marca. Estaba mejor el equipo de Ibarra cuando llegó el 1-0 de Briasco, después de un gran centro de Fabra desde la izquierda y una buena definición del ex Huracán.

El interrogante era saber cómo reaccionaría la Academia, que poco había hecho hasta ese momento. El mayor inconveniente era que no lograba tener peso en el área de Rossi. Por eso se animó a patear Matías Rojas cuando advirtió que ningún rival se le acercaba. Le pegó bárbaro, fuerte, de zurda, pero también contó con la complicidad del arquero xeneize, al que le venció las manos.

El empate revitalizó la final. Por el lado izquierdo, llegaba mejor Boca con Villa y Fabra. El delantero metió dos centros cruzados que se fueron muy cerquita del palo izquierdo de Arias. Racing también tuvo su chance con un cabezazo de Hauche que se fue apenas desviado. Y en la última jugada del primer tiempo, tras un tiro libre para Boca, Pol Fernández punteó el balón ante la mala salida de Arias y se fue por arriba del travesaño.

Pasó rápido la primera etapa, un signo de que no fue aburrida. Pero no se jugó bien. Lo mismo sucedió en el segundo tiempo. Hubo situaciones de gol, alguna polémica, una desacertada tarea del árbitro mundialista y la temperatura ambiente subió en el final que terminó con las expulsiones de los colombianos Villa y Carbonero por agredirse.

El déficit de Racing cuando tuvo el control del partido fue la falta de definición. Es cierto que tuvo la más clara con ese remate de Alcaraz que dio en el palo, pero cada vez que dominaba a Boca, desaceleraba y dejaba crecer a su rival. Se sabe, Boca no juega bien. Pero por momentos es sólido atrás, tiene un bastión en el medio como Alan Varela, que también se fue expulsado por doble amarilla, y el desequilibro de Villa. Pero en la última media hora del tiempo reglamentario estuvo perdido y los ingresos de Langoni y Benedetto apenas se notaron.

El alargue, con lo que todo lo que pasó, resultó una parodia de un partido ya no valía la pena analizar.



¡¡Felicitaciones Academia!!

lunes, 31 de octubre de 2022

Patronato de Paraná Campeón Copa Argentina 2022

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EL EQUIPO DE PARANÁ SE IMPUSO A TALLERES EN MENDOZA
Patronato festejó la Copa Argentina con un gol insólito para cerrar un año increíble
Banega fue a trabar una pelota con Benavídez y el balón tomó una parábola inatajable para el arquero Aguerre. Así se definió el título a favor de un equipo que descendió semanas atrás.
A veces el fútbol es lógica pura. Pero muchas otras veces, el fútbol se apoya en lo insólito para escribir las páginas más increíbles. Eso sucedió en Mendoza en una noche inolvidable para Patronato, el equipo que descendió a la Primera Nacional a pesar de haber hecho un gran semestre y que ahora celebró el primer título nacional de su vida al ganar la décima edición de la Copa Argentina con un gol inexplicable de carambola de Tiago Banega, que fue a trabar una pelota con Gastón Benavídez y terminó, casi sin querer, clavándola en el arco. El Patrón superó 1-0 a Talleres en la final y jugará la Copa Libertadores 2023 y disputará la Supercopa Argentina con Boca en Abu Dhabi en enero.

Hizo (casi) todo bien Talleres en un primer tiempo en el que dominó, pero no lo ganó porque le faltó lo que le hace falta a todo equipo para ganar: el gol. Tuvo sus chances claras por la buena movilidad de sus hombres de ataque y por la visión de Rodrigo Garro. Pero, falló en el último toque.

La postura inicial de Patronato intentó engañar a los cordobeses. Porque antes del pitazo inicial se plantó con cuatro hombres en el fondo, pero a los pocos minutos ya Raúl Lozano se adelantó a la línea de volantes y Jonás Acevedo se corrió hacia el medio, como en la semifinal ante Boca.

Y por ese espacio, a la espalda de Lozano, Talleres llegó. Apareció Gonzalo Álvez, tiró el centro, peinó Michael Santos, la tocó Garro y Diego Valoyes definió por arriba del travesaño con todo el arco de frente. Ese fue el primer aviso. A los entrerrianos se les dificultaba demasiado llegar con pelota dominada a la línea del mediocampo. Talleres recuperaba rápido y buscaba lastimar directo.

El segundo aviso derivó de una jugada preparada de un córner: Garro la jugó hacia afuera mientras todos esperaban el centro al área y Álvez sacó un buen remate que tapó con una mano Facundo Altamirano. Una media vuelta de Santos fue otra de esas balas que pasaron cerca del arco del Patrón. Y después volvió a probar Valoyes, nuevamente sin puntería.

El Colorado Sava se percató de que su equipo no la estaba pasando bien y lejos estaba de repetir el partido ante Boca. No esperó y cambió de esquema. Hizo bajar a Lozano para armar los cuatro en el fondo y abrió a Acevedo. Para colmo, perdió a Franco Leys por un golpe fuerte en la tibia izquierda (entró Tiago Banega). Se empezó a sentir un poco más seguro Patronato y se animó a pisar el área de Alan Aguerre. Igual, no consiguió claridad en esa primera parte que se emparejó hacia el final.

Sava movió el banco en el entretiempo y ordenó lo que le faltaba ordenar. Talleres ya no le llegó tan fácil. Y de contraataque, los de Paraná crecieron. Marcelo Estigarribia hizo trabajar a Aguerre por primera vez en la fría noche cuyana con un zurdazo potente y cruzado. Y luego se produjo la jugada fortuita para Patronato y catastrófica para la T. La pelota hizo una parábola perfecta y se incrustó exactamente detrás de un sorprendido Aguerre que nada pudo hacer.

Todos se quedaron atónitos. Ni los propios jugadores de Patronato entendían bien qué había ocurrido. Pero, por más insólito que haya sido, el gol vale igual y se festejó a lo grande. Porque el conjunto dirigido por Javier Gandolfi ya no tuvo respuestas. Quedó en shock, al igual que los 30 mil hinchas que los acompañaron.

Patronato largó, al fin, la sonrisa más grande de su historia después de haber llorado el descenso hace poco. Ahora es momento de festejar su primer laurel. Nada menos.



¡¡Felicitaciones Patrón!!

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