Boca 2 (4) - Alianza Lima (Perú) 1 (5) - Copa Libertadores 2025
EL XENEIZE SUFRIÓ OTRO GOLPE Y NO JUGARÁ LA LIBERTADORES
Alianza Lima consiguió el pasa en los penales y Boca ingresó en una crisis tan profunda como su tristeza
El conjunto peruano dio el golpe en la Bombonera. El equipo de Gago se fue entre silbidos y abucheos, al grito de “que se vayan todos”. No habrá competencia sudamericana en 2025.
Desde temprano se cantó por la Libertadores. Es la “obsesión” y es una palabra que deberá cambiar si algún día Boca quiere volver a festejar en ese torneo. Deberá ser “anhelo, sueño o deseo”; pero “obsesión” ya no. Daña, no construye. Pone nerviosos a los jugadores y a la gente.
Boca salió con todo, a comerse al rival y consiguió lo más difícil a los 5 minutos cuando Trauco marcó en contra el 1-0 que igualó la serie. La fiesta duró apenas 15 minutos.
Después del cabezazo goleador de Hernán Barcos la cancha se convirtió en una olla a presión. El equipo se perdió, el murmullo ante cada error fue insoportable. Y rápido desde las tres bandejas empezó a caer el “movete Boca, movete” que produce el efecto adverso del que pretende el hincha. Los jugadores se paralizan, el escenario se los come. La gente “se cae” sobre el campo. Los jugadores no pueden dar dos pases seguidos, los espacios no aparecen y el arco queda muy lejos. Boca no logró patearle a Viscarra en todo el primer tiempo. La primera mano que tiró Alianza Lima entró y lo dejó tambaleando.
El entretiempo se sintió como la sala de espera de un hospital cuando se aguardan buenas noticias para conseguir algo de alivio. Miradas nerviosas, sonrisas tensas. Y la chapa clavada con el 1-1 que dejaba a Boca eliminado. De a poco, la gente empezó de nuevo a alentar. ¿Qué más podía hacer? Boca prometía dar espectáculo ante un rival infinitamente inferior. Y ese inicio del complemento fue de lo mejor que mostró el equipo. Se puso 2-1 y el alma volvió al cuerpo. De los jugadores, del cuerpo técnico y de los hinchas. “Boca es la pasión”, se cantó. Pero hay pasiones que arden con intensidad y se consumen rápido.
Después del gol de Kevin Zenón, Boca desaprovechó el envión anímico y rápidamente cayó en el viejo truco que propuso Gorosito: ensuciar, embarrar, ser áspero, hacer tiempo. Mañas viejas como el fútbol en las que Boca cayó. Y Gago quedó expuesto. El DT será eyectado de su cargo porque del papelón no habrá retorno.
Los jugadores de Boca se peleaban con los rivales. "Y pegue, y pegue, y pegue Boca pegue", bramaba la gente. En vez de jugar, cuando tenía a Alianza Lima contra las cuerdas, se puso a boxear. Y en el intercambio de golpes, otra vez salió mal parado. Se apagó el fuego. Y se hizo gigante el arquero Viscarra, que con una doble atajada presagiaba lo peor. Más pasaban los minutos y la serie seguía igualada.
Se apagaron los corazones cuando Rojo llegó con lo justo a frenar a Castillo, la flecha que tenía el equipo peruano en la Bombonera. La sensación de que algo andaba mal y que la noche podía terminar en un velorio masivo se mezclaba con la humedad y el calor. Los cambios que hizo el entrenador no ayudaron. Poco contagió el ingreso de Alarcón o de Giménez. Lo de Velasco ya está dicho: el refuerzo de los 10 millones de dólares veía cómo la pelota le pasaba por delante, pero no la tocaba. Y la gente se exasperaba. El final parecía escrito con tinta indeleble en un tatuaje mal dibujado.
Cuando Giménez cabeceó y Viscarra sacó el manotazo salvador, la esperanza reapareció. Pero en la última jugada, cuando Cavani se devoró el gol en el área chica, el destino quedó claro. Aquellas épicas definiciones por penales volvieron a asomar como el boleto dorado a la Fase 3 y al menos así asegurar un cupo en la Copa Sudamericana. Pero cuando Marchesín salió para que entrara Brey (había atajado cuatro penales en la definición por Copa Argentina frente a Gimnasia) todo el estadio entendió que algo no andaba bien, que desde el banco no llegaban buenas señales. ¿Cambiar al arquero, como Van Gaal? ¿En Boca? Inédito.
La definición desde los doce pasos fue una tortura. Empezó pateando Alianza Lima (otro feo sentimiento recorrió las espaldas) y aunque Brey estuvo cerca de tapar alguno, esta vez le entraron todos. Y en esta instancia muchas veces la energía es fundamental: todo era negativo cuando a Velasco le tocó patear el décimo penal. Habían sido todos goles, pero el pibe que siempre quiso Román pateó mal. Un tirito. Y un agujero negro se abrió en el círculo central del campo de juego de la Bombonera. Y se tragó todo.