Racing Club Campeón Trofeo de Campeones 2022
UN PREMIO CONSUELO PARA UNA ACADEMIA QUE QUIERE MÁS
Racing tuvo su tiempo de revancha y se quedó con la última sonrisa del año en una final que terminó en papelón
Hubo diez expulsados, siete de Boca y tres de Racing, y el partido se suspendió. La gente no merecía un desenlace así.
No merecía la fiesta que hubo en las tribunas del Estadio Único La Pedrera ese final escandaloso del que fueron protagonistas los jugadores de Boca y de Racing y el árbitro Facundo Tello, con 10 expulsados, 7 por un lado y 3 por el otro, y que finalmente fue suspendido por inferioridad numérica del Xeneize. Fue un verdadero papelón.Se echarán culpas en las declaraciones los unos y los otros, que el árbitro cobraba todo para ellos, que algunos jugadores iban con mala intención a disputar algunas pelotas, que las manos que fueron o no. Tanta intensidad los pasó de rosca.
Pero la fuerte discusión que arrancaron Sebastián Villa y Johan Carbonero en el final del tiempo reglamentario se agigantó después del gol de Carlos Alcaraz. Ese desahogo de Emiliano Insúa que Luis Advíncula interpretó como burla y le tiró un cabezazo; ese festejo del goleador, con el corpiño electrónico puesto y la camiseta en una mano, la mirada fija en la hinchada de Boca, que desató la ira de los jugadores y la gresca se generalizó.
Las rojas se multiplicaron hasta quedar Boca impedido de continuar reglamentariamente. Mientras los jugadores de Racing festejaban, los otros rodearon a Tello acumulando reclamos y reproches. Hasta que se fueron calmando. Y otra vez la gente aportó mayor cordura que los protagonistas. “Dale campeón” gritaban los académicos, que tanto sufrieron en el año y en especial en la definición del último torneo. “Dale campeón”, cantaban los hinchas xeneizes despidiendo a sus hombres con aplausos, mientras algunos ofrendaban sus camisetas. Pero los campeones dejaron mucho que desear.
Pero el show debe continuar. Con la sangre aún hirviendo, los organizadores empezaron a armar el escenario para los festejos, como si nada hubiese pasado. Hubo aplausos, medallas, besos, trofeo, pirotecnia y hasta palabras con algo de emoción de Iván Pillud. Todo estaba preparado para una fiesta que los protagonistas se encargaron de arruinar. Fueron los campeones del papelón.
Es cierto que empezó picante el partido. Hubo un gesto de los jugadores de Boca unos minutos antes que fue toda una declaración de principios. Con las copas ganadas este año, la de la Copa y la del Torneo de la Liga Profesional, saludó a su gente, que aplaudió y alentó a rabiar porque entendió el mensaje. El rival, Racing, estaba ahí pero no había sido campeón en el año, sólo por cuestiones reglamentarias. Pero la final había que jugarla y uno de los dos sería nuevo campeón.
El primer tiempo fue ganando emoción e intensidad con los minutos. Después de un leve intento de Racing de manejar la pelota y llegar con profundidad (remató Maxi Romero, pero sin fuerza), enseguida Boca se acomodó y le ganó el medio, porque Moreno quedó demasiado solo en la marca. Estaba mejor el equipo de Ibarra cuando llegó el 1-0 de Briasco, después de un gran centro de Fabra desde la izquierda y una buena definición del ex Huracán.
El interrogante era saber cómo reaccionaría la Academia, que poco había hecho hasta ese momento. El mayor inconveniente era que no lograba tener peso en el área de Rossi. Por eso se animó a patear Matías Rojas cuando advirtió que ningún rival se le acercaba. Le pegó bárbaro, fuerte, de zurda, pero también contó con la complicidad del arquero xeneize, al que le venció las manos.
El empate revitalizó la final. Por el lado izquierdo, llegaba mejor Boca con Villa y Fabra. El delantero metió dos centros cruzados que se fueron muy cerquita del palo izquierdo de Arias. Racing también tuvo su chance con un cabezazo de Hauche que se fue apenas desviado. Y en la última jugada del primer tiempo, tras un tiro libre para Boca, Pol Fernández punteó el balón ante la mala salida de Arias y se fue por arriba del travesaño.
Pasó rápido la primera etapa, un signo de que no fue aburrida. Pero no se jugó bien. Lo mismo sucedió en el segundo tiempo. Hubo situaciones de gol, alguna polémica, una desacertada tarea del árbitro mundialista y la temperatura ambiente subió en el final que terminó con las expulsiones de los colombianos Villa y Carbonero por agredirse.
El déficit de Racing cuando tuvo el control del partido fue la falta de definición. Es cierto que tuvo la más clara con ese remate de Alcaraz que dio en el palo, pero cada vez que dominaba a Boca, desaceleraba y dejaba crecer a su rival. Se sabe, Boca no juega bien. Pero por momentos es sólido atrás, tiene un bastión en el medio como Alan Varela, que también se fue expulsado por doble amarilla, y el desequilibro de Villa. Pero en la última media hora del tiempo reglamentario estuvo perdido y los ingresos de Langoni y Benedetto apenas se notaron.
El alargue, con lo que todo lo que pasó, resultó una parodia de un partido ya no valía la pena analizar.
¡¡Felicitaciones Academia!!