Boca Juniors Campeón Copa de la Liga Profesional 2022
ANTE UNA MULTITUD SE CORONÓ EN EL KEMPES CORDOBÉS Y LOGRÓ EL TÍTULO 72 DE SU HISTORIA
Boca dio un salto gigante para golear a Tigre y festejar que es un justo campeón
Estuvo apurado al principio pero en cuanto Rojo hizo el primero dominó el partido y aplastó a su rival. Fabra la clavó en un ángulo y al final el pibe Vázquez hizo el tercero.
Boca es el campeón de la Copa de la Liga Profesional. ¿Es un justo campeón? Según esa máxima del fútbol que indica que “el mejor es el que gana”, sí. Si se lo evalúa por los últimos siete partidos que disputó entre Copa y Copa, también. Por lo hecho en la final en Córdoba, sin dudas. El Boca de Sebastián Battaglia es un justo campeón que goleó en el partido decisivo a Tigre por 3-0 y sumó una nueva estrella, se ganó un boleto para la Libertadores 2023 y para el Trofeo de Campeones de 2022. Otra vez el entrenador levanta un trofeo, como lo hizo hace seis meses con la Copa Argentina; otra vez Boca es campeón desde que Juan Román Riquelme volvió al club para ser dirigente. A pesar de todo, en contra de todo. Bien a lo Boca.Sobre el césped del Kempes, Boca impuso su jerarquía ante el buen equipo de Diego Martínez que venía de ser campeón de la Primera Nacional y ascender a Primera. Se había ido en 2019, después de ganarle a Boca la final de la Copa de la Superliga.
Desde el segundo tiempo en San Pablo con Corinthians que Sebastián Battaglia parece haberle encontrado la vuelta al equipo. Los retoques que hizo en el mediocampo son claves y en Córdoba fueron fundamentales: Alan Varela es el cinco, bien posicional; eso liberó a Guillermo Fernández, que siempre juega bien con y sin la pelota; y Óscar Romero aporta calidad, pero también sacrificio. Jugó de todo: fue volante izquierdo, enganche y también ocho. De su pie izquierdo salió lo mejor de Boca en un primer tiempo que empezó con algunas dudas y con un Tigre vehemente que intentaba llevárselo puesto en los primeros minutos con la potencia de Mateo Retegui y la velocidad de Facundo Colidio, como había hecho en el Monumental para sacar a River del torneo.
Pero lo mejor de Boca esta vez estuvo en el fondo. No solo porque el mejor ataque en la final fue de la defensa, sino porque Carlos Izquierdoz y -sobre todo- Marcos Rojo bancaron la parada y le bajaron la persiana a cada intento de Tigre.
El Cali, capitán y voz de mando, para comerse crudo a Facundo Colidio y aparecer en los momentos determinantes. Y Marcos Rojo para jugar el partido que había soñado desde su regreso al fútbol argentino. Esta vez no “se mandó ninguna” de las que se suele mandar. Estuvo sobrio y sólido. Le ganó el mano a mano a Mateo Retegui. También la revoleó cuando ameritaba y salió jugando con criterio cuando el equipo lo necesitaba. El cabezazo que metió en la última jugada del primer tiempo para destrabar la final fue la piedra fundamental donde Boca edificó un nuevo campeonato.
Y cuando todos los focos estaban puestos en los delanteros Eduardo Salvio, Darío Benedetto y Sebastián Villa, fueron los defensores los que dieron la cara por el equipo. Villa jugó bien en el primer tiempo a pesar de tener la presión encima de dos causas penales por violencia de género y abuso sexual -respectivamente- que avanzan en la Justicia. Edificó un golazo con Darío Benedetto, pero la jugada fue anulada de inmediato por el línea Diego Bonfá y corroborada luego por el VAR. El segundo asistente merece un reconocimiento: también acertó en el gol de Marcos Rojo, cuando levantó rápido su bandera indicando que la pelota había entrado y no dio lugar a dudas.
Con la ventaja en el bolsillo, Boca salió a jugar el segundo tiempo a la expectativa de lo que hiciera Tigre, que ahora estaba obligado. El Matador tuvo tres chances claras: las dos primeras las falló Mateo Retegui y la tercera tras un córner fue Víctor Cabrera el que no pudo definir. Pasó de largo el tren que esperaba Tigre para empatar y volver a la pelea, a la esperanza de hacer con Boca lo que había hecho con River.
Juan Ramírez entró por Eduardo Salvio. Y Boca siguió siendo prolijo. Un lateral sobre la derecha de Luis Advíncula para Darío Benedetto: control y pase para Ramírez, control y pase para Varela; control y pase para Fabra que se adelantó unos metros y sacó un zurdazo que se clavó en el ángulo. Y ese fue el clavo que faltaba para sellar la suerte de la final. Todavía faltaban 23 minutos y el descuento.
Tiempo suficiente para que Sebastián Battaglia mandara a la cancha a Luis Vázquez y el pibe pusiera la cabeza para cerrar el 3-0, decretar la goleada y seguir alimentando todo lo que se avizora en su futuro.
Boca levantó la Copa de la Liga Profesional y dio la vuelta olímpica en Córdoba. Es el título 72 que logra el club xeneize desde que se fundó, contabilizando torneos locales, internacionales y los de la época del amateurismo.
Pero esa historia no terminó ayer. Todo lo contrario. Se construye día a día y el jueves tiene otra final, en la Bombonera ante Deportivo Cali. Y está obligado a ganar para pasar de ronda en la Libertadores. Boca es así, no hay respiro. Esa historia y la multitud que lo acompañó a Córdoba se lo demandan.
¡¡Felicitaciones Xeneize!!