River 2 - Platense 0 - Copa Argentina 2017/2018
Cuando la mano venía complicada, apareció Fernández y River dio otro paso
La ausencia de sus seleccionados complicó al equipo de Núñez. Pero cuando entró el volante todo se hizo sencillo. En el complemento, Pratto y Scocco marcaron los goles de penal.
Mezcla los naipes en Arias y Guidi, reparte con la convicción de siempre aunque, esta vez, Marcelo Gallardo sabe que no cuenta con anchos y siete bravos. Faltan cuatro barajas fuertes en el mazo del Muñeco. Pero siempre tiene una carta ganadora. Entonces, cuando la mano viene cambiada y Platense lo invita a jugar a la casita (o pelota) robada, entra el Nacho de espada. Y River pasa de ser un equipo previsible, al que le adivinan cada seña, a ganar en cada centímetro del verde paño.Contagia Fernández, se hace cargo del juego y libera los espacios. Y sus compañeros fluyen en la noche. Y el bicampeón de la Copa Argentina, por fin, muestra la diferencia de jerarquía y categoría ante el duro rival de Primera B Nacional. Y ya está en los cuartos de final, a la espera de Atlético de Rafaela o Sarmiento de Resistencia. Con el ánimo en alza para jugar el sábado ante San Martín de San Juan y con la vista enfocada en el duelo copero ante Independiente del miércoles en Avellaneda.
Es un experto en el mano a mano Gallardo. Desde que asumió en el invierno de 2014 disputó 45 mata-mata, como dicen los brasileños. Ganó 37. Y mostró respuestas desde el banco para torcer el rumbo de un encuentro que se había vuelto incómodo por la disposición táctica del rival y sus ilustres ausencias. Con dos penales, uno de Lucas Pratto y otro de Ignacio Scocco, resolvió el partido.
Sin Franco Armani, Exequiel Palacios, Pity Martínez y Juan Fernando Quintero. Sin esas figuras que se sacaron chispas en el amistoso de Nueva York, River encaró el partido con un esquema conocido, pero diferentes intérpretes.
A bordo del 4-2-2-2, con Ponzio y Enzo Pérez en la salida y De la Cruz y Ferreira en la elaboración, River tuvo la pelota, pero le faltó juego, cambio de ritmo y sorpresa. No pudo disimular las bajas de sus seleccionados y, especialmente, las de sus creativos. Y la intención de explotar el ancho del campo y lastimar con los laterales a partir del juego interno del uruguayo y el cordobés se deshizo en el medio del orden de Platense.
El rival llegó a Lanús consciente de sus limitaciones. Pero no se refugió contra De Olivera. Por el contrario, en el arranque presionó en tres cuartos de la cancha. Y cuando recuperó la pelota fue punzante por las bandas. Sobre todo, a espalda de Ferreira y de frente a Casco, un sector que aprovechó Morgantini, un interesante lateral osado para proyectarse. Le faltó un centro atrás. El que logró Facundo Curuchet cuando comenzaba el partido y no resolvió Daniel Vega.
El volante con apellido de ciclista campeón olímpico luego se fracturó el peroné de la pierna derecha. Entró Tonetto, Amarilla se movió de la izquierda a la derecha, pero Ruiz no desarmó el 4-1-4-1.
Resultó demasiado livianito De la Cruz, perdió todas las divididas y sucumbió ante la marca. River había estado demasiado impreciso y sólo tuvo una posibilidad en el desenlace de la primera etapa: una pelota larga que encontró a Santos Borré perfilado para rematar y mostró una notable reacción de De Olivera.
El ingreso de Fernández cambió la ecuación. River halló espacios, movilidad y juego, fundamentalmente. Adelantó sus líneas, Montiel fue punzante y metió una daga en el área para Santos Borré. Lo bajó Bocchino. Y Penel, muy cerca, cobró el penal. Pratto mostró ese carácter del que se jactó durante la semana y le rompió el arco a De Olivera.
Pareció terminarse el partido para Platense que no tenía muchas armas para atacar. La mano de Iribarren acabó por sepultar las esperanzas. El otro Nacho, el goleador, no falló el segundo penal. Y River ganó. Otra vez. Porque Gallardo tenía guardado un as bajo la manga: el de Fernández.