Argentina 0 - Croacia 3 - Grupo D - Mundial Rusia 2018
SIN JUEGO COLECTIVO NI DESEQUILIBRIO INDIVIDUAL
El rendimiento superó hasta los peores pálpitos
El milagro de encontrar un equipo en medio de la Copa no se produjo. Además del arquero, fallaron Messi y el DT.
Encontrar un equipo de repente, en medio de un Mundial, es un milagro. Sin embargo, la Selección soñaba con alcanzarlo girando sobre Messi, esperando que a su alrededor se levantaran con personalidad algunos de sus compañeros y aguardando la mano del entrenador. Si se encuentra en este estado, con un puñal en el alma y con la daga de una eliminación en primera ronda a punto de clavársele, es porque ninguno estuvo a la altura de las circunstancias. Desde esa mirada global empieza a entenderse la goleada de Croacia. Después, claro, surgen conclusiones puntuales. Ahí aparece Caballero, el arquero, con un error tan grave en salida obsequiándole el primer festejo a su rival, como el de Enzo Pérez, fallando con el arco libre cuando estaban cero a cero. Un equipo que no lo es, para sobrevivir y soñar, no puede regalarse así.Aunque quebró el partido, señalar a Caballero y crucificarlo representa una crueldad total. ¿Y Messi? ¿Dónde estuvo? ¿Qué le pasaba al capitán? ¿Por qué recién empezó a tratar de ser él, muy lejos de conseguirlo, tras la desgracia del arquero? ¿Y Sampaoli? ¿Qué solución dio el entrenador? No hay Selección. Es una pena.
Cuando el PT se iba, Sampaoli mandó a realizar movimientos de calentamiento a Pavón, Dybala e Higuaín. La Selección hasta ahí no había logrado elaboración ni profundidad. Con un dato alarmante: Messi no había participado. Había mirado casi todo el tiempo.
El esquema 3-4-3 con Agüero bien de punta, más Messi y Meza bajando a buscarla, provocaba un doble efecto. Subiendo a Salvio y Acuña por la bandas a pesar de sus duelos con Perišić y Rebić para incorporarse a Mascherano y Enzo Pérez por el medio, Argentina discutía la pelota en el medio contra Modrić y Rakitić, que eran los vértices más adelantados de un triángulo completado como punto más retrasado por Brozović. Así establecía una mayor posesión en la etapa inicial con un 55 % de tenencia. No lastimaba, pero tampoco sufría.
Claro que cuando se miraba hacia atrás estallaba la sensación fragilidad. Los tres defensores, por otro lado, implicaban el riesgo que arrastra esa elección en cada pelota cruzada. Cayeron dos detrás de Mercado, uno de arranque que le sacó muy bien Caballero a Perišić y otro que cabeceó Mandzukic por detrás aprovechando que no alcanzaba a volver Salvio. Existía otro problema atrás que era culpa de la misma Selección: la salida por abajo. Sobraba imprecisión. Se equivocaban todos, hasta Caballero.
Las primeras señales del DT nada de positivo tenían. Por eso Sampaoli había decidido mandar a la cancha a Higuaín. Ya lo había llamado. No sabía que no tendría espacio para hacerlo ingresar con el resultado 0-0. Caballero dio otro pase imperfecto, aunque la presión croata no lo asfixiaba y Rebić, al revés de Pérez, no perdonó. Misil, fantasmas, debacle.
Sampaoli empezó con el show de los cambios. Con la mochila del pasado y la desorientación del presente, Argentina pasó a ser un espanto. Hubo una chance de empate que Subašić le tapó a Meza y que Messi sin ángulo no pudo resolver. Hubo un tiro de Dybala por arriba. Y un show de Modrić y Rakitić, que cerró la goleada después de un toqueteo, con la Selección arrastrándose en una imagen tan real como simbólica.