Racing 1 - Universidad de Chile 0 - Copa Libertadores 2018
VENCIÓ A LA UNIVERSIDAD DE CHILE EN AVELLANEDA POR 1 A 0
A Racing le costó pero selló la clasificación a octavos con un golazo sobre el final
El único gol lo marcó Donatti, a sólo 9 minutos del epílogo. El conjunto de Coudet no tuvo un gran partido ante un rival que se cerró bien atrás. Los cambios del Chacho fueron importantes. Le falta visitar a Cruzeiro. Quedó como único líder del Grupo E.
Como reza la letra de ese tango formidable que se llama Naranjo en flor, anoche primero Racing tuvo que sufrir. Después amó ese triunfo que lo deposita en los octavos de final de la Libertadores y después partió a la celebración desenfrenada como desahogo a esa clasificación tan buscada, tan deseada, que tanto le costó lograr. Porque no fue el Racing de gala, el que últimamente entusiasma con su juego el que se observó en el Cilindro. Recién a nueve minutos del epílogo ese tremendo derechazo del Flaco Donatti le permitió descargar tanta tensión, tanto clima copero, tanta ansiedad que bajaba de las tribunas. A falta de una fecha para que se termine el complicado Grupo E, el equipo del Chacho Coudet sacó el pasaporte a la próxima instancia y eso es lo que festeja esa multitud envuelta en celeste y blanco.¿Qué le pasó a la Academia? Si bien tenía enfrente a un rival que llegaba muy golpeado por los últimos resultados adversos que incluían dos goleadas históricas (una en el torneo continental contra Cruzeiro 7 a 0 y la anterior contra Unión La Calera por el campeonato trasandino por 6 a 1), con una dupla técnica interina al mando del plantel y también con bajas por lesiones y suspensiones, no pudo encontrar ni los caminos ni la manera adecuada de preocupar seguido a un arquero como Fernando De Paul que hacía un año y medio que no ocupaba el arco de la Universidad de Chile. Apenas un remate lejano de Lautaro Martínez, a los 30 minutos de la primera mitad provocó el revolcón del 1 visitante. Muy poco para aspirar al triunfo, por cierto.
Es que a Racing le falló el juego de equipo en ese tramo. Y tampoco los desequilibrios individuales aparecieron para disimular las dificultades. Si bien la búsqueda y la posesión de la pelota fueron sellos distintivos del conjunto local, faltó profundidad. Llamó la atención la pobre prestación de Neri Cardozo, impreciso como nunca. Y se le sumó el es caso aporte para algún pase filtrado del Pulpo González y la carencia de la potencia habitual de los dos delanteros. El brasileño Rafael Vaz se cansó de evitar filtraciones en los muchos centros que cayeron sobre su área y con el achicamiento de espacios los chilenos apostaron a algún contraataque esporádico que muy pocas veces concretó. En el más claro, Nicolás Guerra se nubló ante la tardía salida de Musso pero un cruce bárbaro de Sigali le devolvió el aliento a los hinchas académicos.
Coudet tomó nota de las falencias y metió dos cambios en el arranque del segundo tiempo. Augusto Solari empezó a complicar por el andarivel derecho y Matías Zaracho se vistió de conductor para aportar más verticalidad. Racing empezó a llegar más seguido, la U resignó protagonismo y los fallos confusos -en otras ocasiones, equivocados- del paraguayo Enrique Cáceres comenzaron a enrarecer el desarrollo. Acumulaba méritos, sin demasiado brillo el local para desarmar esa resistencia en un campo de juego que empezaba a ponerse pesado y comepiernas.
Con el aliento cada vez más fuerte resonando en el Cilindro hasta los defensores empezaron a presionar y a pasar al ataque, por las puntas y hasta por el medio como Donatti que terminó como el salvador por su gol.
El triunfo le permite a Racing abrazarse a su gran objetivo del primer semestre. La Copa es su obsesión. Este éxito apretado y sin lucirse le debe dejar enseñanzas: no entrar en el trámite sucio o cerrado que le propone el de enfrente, no impulsar situaciones que le pueden traer problemas a futuro (como la innecesaria provocación de Centurión tras el 1-0) y, ante todo, ver como suple la partida de Lautaro Martínez tras el receso.
“Si no es con sufrimiento, no es Racing”, decía un plateísta al final. Y no le faltaba razón. Pero en la Copa Libertadores los sueños están intactos y por eso los tres puntos se festejaron hasta quedarse disfónicos.