Boca Juniors Campeón Superliga Argentina de Fútbol 2017/2018
SUFRIÓ HASTA EL FINAL, PERO GANÓ LA SUPERLIGA DE PUNTA A PUNTA
Boca ganó el título desde el primer día y lo celebró hasta la madrugada en casa
Después de la consagración en La Plata, los jugadores fueron recibidos por una Bombonera llena que cantó con ganas por la estrella 67 y se la dedicó a todos los que no visten de azul y oro.
La estrella empieza a tomar brillo en La Plata. En ese final traumático, con Gimnasia más bravo que nunca. Alumbra en cada uno de esos abrazos que nacen del alma apenas termina el partido. En el desahogo de Guillermo, el 7 bravo de los tiempos dorados, el entrenador siempre apuntado, muy a pesar de su doble corona, el primer bicampeón del siglo como jugador y como técnico. Fluye en el “dale campeón, dale campeón” que se agita en los labios de los jugadores, que viaja con la resonancia de la gloria sin pagar peaje en Hudson y Dock Sud y explota en la Bombonera. Ahí mismo, en el templo, escenario de tantas tardes y noches de hazañas, una multitud azul y oro se vuelca a las tribunas. Y no es para menos. Porque Boca es campeón de la Superliga y bicampeón del fútbol vernáculo. El club argentino más ganador. Entonces, ¿cómo no celebrar sonoramente el título 67, el número 33 a nivel local?Ya nadie piensa en la Supercopa Argentina que se perdió con River. De esa clasificación a los octavos de final de la Copa Libertadores que ya no depende de sí mismo. De ese gol de Brahian Alemán, el zurdazo que rozó en Lisandro Magallán y descolocó a Agustín Rossi. No, nada de eso importa ahora. Boca festeja que domina el fútbol argentino hace 44 fechas. Que hace 515 días es puntero. Que encadenó dos campeonatos largos, como hace más de medio siglo, en 1964 y 1965, el que dirigieron Aristóbulo Deambrossi y Néstor Rossi, en el que jugaban Antonio Roma, Silvio Marzolini, Antonio Rattín y Ángel Clemente Rojas, entre otros bronces.
El trofeo que diseñó Adrián Pallarols, el orfebre que trabajó con el Papa Francisco, tallador del bastón presidencial y fanático xeneize, está en las manos de Carlos Tévez. El que reconoce que no está pasando su mejor momento, el que perdonó la mayoría de los hinchas después de su desplante chino, el capitán y máximo referente. Lo secundan Pablo Pérez, hombre clave, y Fernando Gago, el eje del juego en la primera parte del torneo, al que una rotura de ligamentos dejó a Boca sin el resplandor de su fútbol.
Y “dale campeón, dale campeón” se grita en el corazón del Bosque platense. Lo hace Agustín Rossi, uno de los arquero menos vencidos, más allá de los cuestionamientos. Y a coro, con ese acento de sello propio, canta la banda de los colombianos, Sebastián Pérez, Frank Fabra, Edwin Cardona y Wilmar Barrios, los herederos de Córdoba, el Patrón Bermúdez y Chicho Serna. También, Darío Benedetto, el goleador de 2017, otro que sufrió el mal de las lesiones. Y Wanchope Ábila, vital, autor de cinco goles en los últimos tres partidos, el que se ganó la confianza del Mellizo a bordo de su contundencia. Y todos, cada uno de esos jugadores que dejaron la piel en 26 fechas. Queda una por jugar, el cierre en Huracán, aunque la prioridad será ganarle el miércoles a Alianza Lima y darle rienda suelta al sueño de la séptima, esa obsesión.
#YoTeBicampeón es la leyenda que asoma sobre el círculo central, el hashtag que domina las redes sociales. Está llena la Bombonera. Se canta contra River, porque el oprobio del descenso de la banda roja es un hito a orillas del Riachuelo. Se aplaude a los futbolistas, que arriban en un micro cuyo interior está copado por la percusión azul y oro, que no puede avanzar por la marea humana. Hasta que caminan sobre el césped. Y enseñan la Copa. Sí, Boca ya salió campeón. “Y se lo dedicamo’ a todos, la re... que lo re parió”, braman. Es una reivindicación popular, al margen de los desniveles. Las imágenes se propagan a lo largo de todo el país. En el Obelisco, epicentro de los victorias porteñas. Desde Ushuaia hasta La Quiaca.
Porque Boca es bicampeón. “Y si nosotros no jugamos bien, ¿qué le queda al resto?”, se jacta Guillermo. Habrá que darle la razón. En definitiva, los éxitos no se discuten.