Boca 0 - Palmeiras (Brasil) 2 - Copa Libertadores 2018
DERROTA Y PREOCUPACIÓN
Cuando estaba para empatar, una falla de Rossi dejó a Boca son chances de reacción
La actuación de los arqueros explica gran parte del resultado. Palmairas sacó ventaja en el PT sin haber hecho demasiado y amplió en el segundo tras la salida atolondrada del Nº 1 local.
La valla de Américo Tesoriere, gloria xeneize. Julio Musimessi, el Arquero Cantor de la década del cincuenta. Los tres palos de Antonio Roma, Tarzán azul y oro. El arco de Hugo Gatti, el Loco que no sólo hizo escuela a orillas del Riachuelo; también, en el fútbol nacional. Aquel que convirtió en héroes a Carlos Fernando Navarro Montoya, Óscar Córdoba y Roberto Abbondanzieri. A lo largo de sus 113 años de historia, Boca estuvo custodiado por expertos. A mano limpia o enguantados, según la época, fueron goleros que dejaron una huella, que forman parte de la galería de ídolos. Todos campeones, como Agustín Rossi, ese que parece condenado.Los hinchas lo aplauden. Muchos, irónicamente. Pocos, como un consuelo. Seguro, lo sufren con resignación. Será imposible para Rossi sostenerse con actuaciones tan descoloridas. ¿Qué habrá pensado cuando fue a buscar esa pelota fuera del área, con la cabeza? Dos veces la regaló. Justo cuando Boca arreciaba sobre el área de Jailson, empujado por su gente, sin claridad pero con ímpetu, el cuestionado arquero de 22 años falló y Lucas Lima liquidó el partido.
En las inseguras manos de Rossi y en la notable agilidad de Jailson, un veterano de 36 años nacido en Sao José Dos Campos, estuvo la gran diferencia. Aunque sería injusto recargar las tintas solamente en el arquero. Desde Guillermo Barros Schelotto, muy lento con los cambios, hasta los atacantes son responsables de una derrota que dejó a Boca herido, justo la noche que cumplía 500 días como puntero del fútbol vernáculo y empezaba a saborear el bicampeonato. Ahora, estará obligado a sumar en Barranquilla, tierra caliente y esquiva.
No es confiable Boca atrás, dicho está. Y tal vez esa jugada de Rossi, cuando apenas había comenzado el partido, haya sido una premonición. El arquero recibió un pase al área chica y rechazó con Miguel Ángel Borja encima. La pelota pegó en la espalda del colombiano y no se transformó en el blooper de la noche por obra y gracia de la fortuna, la que lo abandonó en el segundo tiempo. A Rossi no lo ayudan. Y el problema, entonces, es mucho más grande, tanto como la Bombonera. Las preguntas que repiqueteaban en la platea al cabo del primer tiempo estaban vinculadas a ese colapso defensivo. ¿Por qué Emmanuel Mas no presionó a Marcos Rocha cuando el lateral iba a enviar el centro? ¿Dónde estaban los centrales para rechazar en el área? Porque la pelota sobró a Leonardo Jara en la posición de Santiago Vergini y Lisandro Magallán. Keno no perdonó y cabeceó a un rincón, despertando a la multitud verde de la tercera bandeja.
Palmeiras no había hecho méritos para llevarse un premio tan grande al vestuario. A excepción de un arranque en el que se mostró agresivo a bordo de un 4-2-3-1, Boca siempre tuvo el protagonismo. Aunque demasiado dependió de la inspiración de Cristian Pavón, su carta más desequilibrante. Porque no posee volumen de juego en tres cuartos de cancha. Contó con una salida limpia a través del doble Pérez, Sebastián y Pablo, pero no tuvo correlato en Nahitan Nández y, especialmente, en Carlos Tévez. El de Fuerte Apache no conectó. Fue intermitente, pasó inadvertido, rodeado por los volantes brasileños.
Bajo esta coyuntura, Boca fue Deportivo Pavón en la primera etapa. Aun pecando de autosuficiente, se las arregló para generar peligro. Como ese desborde a pura gambeta en velocidad que terminó en un remate bien bloqueado por Jailson en su palo más cercano. O ese tiro libre que fabricó el propio cordobés y del que se hizo cargo pero explotó en el travesaño. Y en el segundo fue el que más exigió a Jailson, quien le sacó una difícil con mano cambiada.
Cambiada viene la mano para Boca en la Copa, donde por ahora no puede disfrutar como en el torneo.