Independiente 2 - Flamengo (Brasil) 1 - Copa Sudamericana 2017
UNA VICTORIA JUSTA, A ESTADIO LLENO COMO EN LAS GRANDES NOCHES
Independiente lo dio vuelta y logró un triunfo clave para ir fuerte al Maracaná
Perdía de entrada, pero se acomodó y mostró su mejor fútbol cuando buscó por abajo. Gigliotti lo empató y Meza, con un golazo, puso el 2-1. La revancha, el miércoles, en Río de Janeiro.
Y la mística copera era jugar por abajo. Con Meza, Barco y Benítez, con Gigliotti arrastrando marcas, con la pelota hecha una amiga más, el mandato eterno de Bochini, ni más ni menos. Cuando Independiente lo entendió desarticuló a un Flamengo duro atrás, grande en altura y con diez jugadores dispuestos a correr y a marcar. Cuando se le desdibujó el guión, sufrió. Y dependió de algún cruce épico de Bustos o de Tagliafico y terminó como contra Libertad, rezando en un tiro libre de esos que en los pies de Salcedo aquella vez o de un brasileño diestro anoche (por suerte Diego había salido) parecen tres cuartos de gol.Pero no pasó y el Rojo de Holan y de los brazos arriba para saludar se llevó un triunfo que pone la Copa Sudamericana en pausa, aunque con ventaja. Una victoria que como casi todas las de los partidos de ida de una llave permiten dos miradas. La copa medio llena o medio vacía, a gusto del consumidor. A juzgar por el arranque y el final de Independiente el resultado es positivo y exige a Flamengo para la revancha. Pero si se analiza desde lo que el local hizo por ráfagas otra vez y no pudo sostener (algo que ya se vio en las dos semifinales) el 2-1 deja gusto a poco.
Claro que si el foco se centra en ese extraño arranque del Rojo (también un dato que se repite) y en ese cabezazo de Réver a los ocho minutos, la mirada no puede ser negativa. Porque Independiente volvió a demostrar su capacidad de reacción y de remontar un partido que parecía más que perdible. Tendrá que estudiar Holan esos comienzos del equipo, en los que la intención de no ser superado por el ambiente lo termina aplacando demasiado y hasta lo duerme.
Ese inicio, entonces, presagiaba lo peor. Porque Flamengo es más que los rivales anteriores, tiene oficio e individualidades. Y con el 1-0 llenó la cubetera y la puso en el freezer con la idea de descongelarla la semana siguiente en Río. A Independiente le costaba entrar en partido y había recibido una piña casi de nocaut. De a poco lo fueron rescatando la rebeldía de Barco, la gambeta con poco final de Benítez y la decisión de Meza. Y lo terminó de despertar el gol de Gigliotti, con la receta correcta: buscar por abajo. Es que este Rojo no tira centros y a veces se excede en dar más vueltas de las necesarias para terminar un ataque, pero en ese repulgue de cada jugada también aparece la virtud. Esta nueva versión de Gigliotti, participativo y más veloz, no desaprovechó su chance y le devolvió el alma a las 50 mil personas que calentaron el Libertadores de América.
Después del empate cada pelota trabada sonó más fuerte y el equipo creció en intensidad, sacando además a Flamengo de su zona de confort que no es otra cosa que esperar una lluvia de centros y manejar la pelota de vez en cuando, sin apuro.
Para el segundo tiempo Holan hizo un solo retoque: Tagliafico a la cueva y Silva al lateral, pero por un rato. Cuando la memoria colectiva de cómo sentía y siente el fútbol Bochini volvió a invadir a Barco y a Meza, Independiente hizo la diferencia. Por abajo, con la pelota, con más picardía que fuerza. Así el pibe 18 años que tiene ADN rojo desbordó por izquierda y en lugar de buscar por arriba a Gigliotti eligió el pase (más que centro atrás). Meza hizo el resto, con un derechazo furioso que puede valer una Copa, o que al menos exige a Flamengo para la vuelta en el Maracaná.
Después Independiente dio un paso atrás que le pudo dar beneficios en el contraataque, algo que a Gigliotti a pesar de su excelente actitud no le sale tan bien. Además los rapiditos parecieron cansados. Pero ese paso atrás, confirmado por el cambio de Domingo por Meza, también le pudo costar caro. No ocurrió. El 2-1 le da alas al Rojo para la revancha. Alas que habrá que volver a desplegar.