Libertad (Paraguay) 1 - Independiente 0 - Copa Sudamericana 2017
LIBERTAD GANÓ EN PARAGUAY Y LLEGA BIEN PERFILADO A LA REVANCHA DEL MARTES
Independiente arrancó mal, pero supo reaccionar y sólo le faltó ese gol que mereció
El local pegó en el primer minuto por Tacuara Cardozo, tras bajarla con el brazo. De a poco la visita fue encontrando su fútbol, aunque nunca los caminos del empate.
De terror fue el comienzo. De suspenso, el final. En el arranque fue una pesadilla. Independiente sacó del medio y pareció que la pelota le molestaba, algo extraño. Pase atrás para que Campaña la dividiera. Y el balón flotó, viajó como un globo de un lado a otro hasta que le llegó a Tacuara Cardozo, libre (más allá de que la bajó con el brazo), insólitamente libre para hacer lo que mejor sabe: cargar el cañón.Iban 29 segundos, tal vez alguna décima menos. El plan de juego naufragaba antes de salir al mar. Los cinco defensores en rigor eran tres (Franco, Silva y Tagliafico), nacidos de la preocupación por los volantes externos de Libertad (Bareiro y Medina), se abrieron Bustos y Sánchez Miño y quedó una defensa abierta en extremo, descuidando al que menos había que descuidar.
Tacuara, claro. Franco perdió el duelo inicial y Cardozo no falló. No debe ser casualidad: los rivales también miran videos y la espalda de Bustos que debe proteger el joven zaguero central rojo es un punto débil de Independiente desde hace tiempo. Ese comienzo resbaladizo se volvió a sentir casi a los tres minutos cuando otro pelotazo pasó por arriba de Bustos y las dudas del fondo llegaron hasta una salida confusa del arquero. Y a los 7, Silva dudó, Campaña también y el pase tardío hacia atrás del zaguero provocó que el arquero la agarrase. Tiro libre indirecto dentro del área. De milagro no fue el 2-0. Los hinchas cantaron un elocuente "Movete Rojo, Movete". El equipo transmitía mucha preocupación.
Libertad, un equipo sencillo, sólo se encargaba de desenvolver los regalos que recibía de su visitante ilustre. El partido era mejor de lo planificado: dejarle todo el campo y la pelota al rival, jugar como de visitantes, pero sin la presión de una cancha llena. De a poco Independiente empezó a controlar los errores y a tratar de amigarse con la pelota, que debería haber sido su prioridad. En cambio, eligió poblar el tablero, acomodar las piezas según el rival y le salió mal. El 3-4-3 fue un dibujo borroso, confuso. La inseguridad que transmitieron Franco y Silva hizo temblar a toda la estructura y condicionó al resto.
Domingo tampoco hizo pie, Meza pareció perdido y sólo Sánchez Miño y Barco lograron asociarse. Pero Gigliotti no dio ninguna señal de poder incomodar a los especialistas aéreos Alcaraz y Da Silva. En la confusión se sumó un hecho insólito a los 12 minutos del segundo tiempo: con Benítez listo para ingresar, Bustos salió antes de que se produjera el cambio, amagó con volver a ingresar (no era reglamentario) y el Rojo jugó unos segundos con diez.
La variante de Holan no alteró el sistema. Meza pasó de 4/8 y Benítez fue a tratar de generar algo arriba. Una falta que le hicieron a él derivó en un buen tiro libre resuelto por el arquero Rodrigo Muñoz. Leandro Fernández reemplazó a Gigliotti, Independiente se acercaba. Jugando como debió hacerlo desde el principio, a partir de la pelota y no desde el tablero de ajedrez.
Libertad no tenía apuro ni necesidad de buscar mayor diferencia pero Cardozo se salió del guión y devolvió ingenuidades con un codazo absurdo a Franco. Faltaban 15 minutos. Independiente ya se parecía al de siempre, tenía la pelota, generaba situaciones, pero las desperdiciaba una tras otra. Nada nuevo. Pero el segundo tiempo fue suyo, sin explosión, pero suyo al fin. Y Muñoz se hizo figura con un par de atajadas que malograron el empate.
Por el comienzo de terror, lo que parecía una goleada se transformó en derrota injusta. Más allá del suspenso para la revancha queda la certeza de que Independiente podría haber hecho bastante más. Que equivocó el planteo y que cuando se acomodó le faltó lo de casi siempre: el gol.