Uruguay 0 - Argentina 0 - Eliminatorias Mundial Rusia 2018
EL EMPATE NO REFLEJÓ LA BÚSQUEDA DEL EQUIPO DE JORGE SAMPAOLI
La expectativa de un buen plan de juego al que aún le falta rodaje
Con Messi como líder, Argentina propuso y Uruguay se defendió. Y el arquero Muslera fue determinante en el 0-0.
Si querían un empate, ahí lo tienen. Pero si bien Argentina durmió la pelota en los últimos minutos, no es justo cargarle la responsabilidad del resultado final del encuentro en el estadio Centenario. El equipo de Jorge Sampaoli hizo mucho más para ganar que el de Óscar Tabárez. En principio, fue el que más lo buscó, tal vez el único. Y aunque no completó una gran actuación, la distancia con la victoria quedó en las manos de Fernando Muslera, el arquero uruguayo que nació en la Argentina. Las que fueron a su arco las sacó, sobre todo un tiro libre de Lionel Messi en el inicio del segundo tiempo.Desde el inicio quedaron claras las ideas de cada uno. Uruguay sacó del medio y Diego Godín metió un pelotazo largo, a cargar. El mediocampo es para pelear, así lo en tienden ellos. Argentina dibujó su pizarrón: 3-4-2-1. Messi abandonó enseguida su lugar de referencia, falso wing derecho, para hacerse eje del juego, como siempre. Y como siempre, no le sobraron socios. Un tema a resolver, porque Paulo Dybala sólo le aportó una pared, sobre el cierre del primer tiempo, que dejó a Leo de cara al arco y obligó a Muslera a avisar que sería la figura de la noche. Antes y después, el zurdo de la Juventus estuvo perdido. Messi lo salteaba y buscaba a Angel Di María, que fue la fórmula elegida para tratar de desequilibrar a una defensa uruguaya que en realidad es todo el equipo. Y Angelito no fue el Diablito que se necesitaba para el asalto ; casi nunca pudo desbordar a Martín Cáceres y casi siempre (otra vez) eligió mal la última jugada.
Sampaoli se achicó solo la horizontalidad de la cancha al elegir a Marcos Acuña en un experimento que fracasó. El ex Racing, con perfil cambiado, estuvo incómodo e inseguro hasta su cambio lógico por Lautaro Acosta. Con el ingreso del puntero de Lanús despertó algo Mauro Icardi, se empezó a mover y a salir del encierro que padecía entre José María Giménez y Godín. De todas formas, el segundo estreno de Icardi (casualmente, su primer partido oficial en la Selección había sido en 2013, en el mismo Centenario, en un partido que Uruguay ganó 3-2 con Argentina ya clasificada a Brasil 2014; los charrúas, con ese triunfo, se aseguraron ir al repechaje contra Jordania) dejó muy poco para el elogio.
En el balance, el partido decepcionó. Se podría decir que fue una pequeña batalla táctica, en la que por el resultado habría que decir que la ganó Uruguay: supuestamente anuló a Messi y compañía. Argentina, que se quedó a medio camino entre su planteo audaz y la incapacidad o poca fortuna para llevarlo a la red, dejó un borrador de lo que puede ser en el futuro. Y ese boceto es interesante, aunque exige retoques, afinar el lapiz.
Obviamente la idea de Tabárez es más sencilla de desplegar que la de Sampaoli. Pero merece decirse que la Selección mostró personalidad para atacar durante casi todo el partido y voluntad para tratar de escapar de la telaraña celeste, algo para nada sencillo. Uruguay esperó siempre, se cerró como suele y sabe hacerlo, y mostró sus uñas, filosas, cuando lo consideró necesario, Hasta sus excelentes delanteros, Luis Suárez y Edinson Cavani, participan de ese entramado complejo de un equipo guerrero y difícil de domar. Es un rival duro, a veces impenetrable, con oficio. No dan ganas de enfrentarlo, a decir verdad.
La Selección no pudo torcerle el brazo. Pero hay atenuantes: falta de trabajo, sistema nuevo, algunas pruebas que quizás no se repitan... Le faltó suerte en alguna jugada, en las que brilló Muslera, pero también le faltaron una vez más socios para que todo lo que hace Messi cuando no convierte él mismo sirva para ganar. Todo sigue dependiendo del capitán, que jugó lo que pudo, y fue bastante. En el Centenario no le faltaron socios potenciales, le faltaron socios reales: ninguno estuvo a la altura como para generar algo por sí mismo. Hay que trabajar en ese aspecto: sumar jugadores de ataque no alcanzó, Messi los tuvo cerca en lo geográfico pero no tanto en lo conceptual.
Por eso y por Muslera no se fue de Montevideo con una sonrisa más grande.