Atlético Tucumán 1 - Independiente 0 - Copa Sudamericana 2017

GANÓ EL MÁS PRÁCTICO Y EFECTIVO DE LOS DOS Y PICÓ EN PUNTA EN LOS OCTAVOS DE FINAL

Independiente volvió a padecer a Atlético Tucumán y deberá mejorar para seguir

Volvió del norte con las manos vacías ante un rival que sabe como jugarle y ganarle. Es la segunda derrota del siglo Holan en 22 partidos. La revancha, el 12 de septiembre.

Ariel Holan luce la cara de Independiente. Es la de una derrota. El tropiezo frente a Atlético Tucumán es una molestia infrecuente: se trata de la segunda caída en 22 encuentros (la anterior, 0-3 frente a Boca, en La Bombonera). También es una inquietud a futuro inmediato: necesita ahora dar vuelta en casa esta serie de octavos de final de la Sudamericana.

Hay una cuestión de fondo detrás de la cita en el Monumental José Fierro. Atlético Tucumán es una incomodidad en la vida de Independiente. No se trata sólo del desenlace de anoche, en este escenario que tanto se pareció a una fiesta para los locales y a un mundito hostil para los visitantes. Es una cuestión de los tiempos recientes. Sirve el dato: en la temporada 13/14, la única que disputó Independiente en la B Nacional, El Decano se impuso en las dos ocasiones que se enfrentaron y obligó a sufrir a Independiente hasta el último de los suspiros (aquel desempate feliz frente a Huracán, en La Plata) para el regreso a la máxima categoría.

En días más cercanos, en 2016, protagonizaron un duelo fuerte en nombre de acceder a la Libertadores: en Avellaneda, durante el torneo, el equipo del Norte se impuso 2-0; luego, gracias a esa victoria y a una resolución reglamentaria, Atlético se dio un lujo de casi nadie. Dejó afuera de la Copa nada menos que a su Rey.

Ayer, otra vez en el ámbito internacional, Atlético ofreció una noche para los recuerdos mejores. No sólo por ese golazo (brillante jugada colectiva, gran distracción de Ismael Blanco y definición de Luis Rodríguez, ese mágico emblema que siempre está en las grandes ocasiones de Atlético) sino también por el significado de la victoria. Quedan 90 minutos en la serie, pero la victoria mínima parece algo más que eso. No es máxima, pero tiene un valor relevante.

Hay detalles para el análisis más allá del resultado. A Independiente le cuesta la ausencia de Emiliano Rigoni. El mediocampista, ya en el Zenit de San Petersburgo, es un agujero en el rompecabezas de Ariel Holan. Con su doble perfil, con su pegada, con su capacidad de desborde sobre las bandas se convirtió en el arma más valiosa del equipo de Avellaneda. Ayer no estuvo. Se notó. Pero no sólo porque fue el goleador del último semestre sino -sobre todo- por esa intensidad que le ofrecía al equipo y la que a Independiente le faltó.

El triunfo de Atlético, sin embargo, no resolvió la serie. Sin embargo, demostró que el equipo tucumano está a la altura de las circunstancias. Lo contó, justo después del partido, Nicolás Tagliafico: “La serie está abierta. Cometimos errores y habrá que corregirlos para lo que viene”. Se refiere, sobre todo, a la revancha del 12 de setiembre, en Avellaneda. Y -quizá- para el postergado duelo entre ambos por la Copa Argentina.

El segundo tiempo, con menos intensidad, desnudó la peor cara del equipo de Holan. Le faltó profundidad, armó construcciones colectivas casi inofensivas, dudó ocasionalmente en defensa, le faltó ímpetu al momento de recuperar la pelota. No fue casualidad, en consecuencia: sobre el final, Atlético casi lo termima noqueando -o algo así- con otro gol, el segundo, a cargo de ese astuto creativo que es David Barbona. Pero no. En la más clara, el cabezazo del ex Estudiantes se fue apenas desviado. Ese abrazo del azar fue un respiro para Independiente. Nada menos. Ahora, llegará el tiempo de ver si ese respiro alcanza para la reconstrucción. Y para la clasificación.