Nacional (Uruguay) 0 - Lanús 1 - Copa Libertadores 2017
LA CONMEBOL LE DIO POR GANADO EL JUEGO ANTE CHAPECOENSE Y DESPUÉS DERROTÓ A NACIONAL EN URUGUAY
Lanús ganó dos partidos en un día para ganar el grupo y seguir en la Copa
Silva, en el primer tiempo, anotó el único gol de un partido entre dos equipos que se sabían clasificados.
El Grupo 7 de la Copa Libertadores se resolvió más afuera que adentro del campo de juego: Lanús había perdido 2-1 de local frente a Chapecoense la fecha anterior; pero protestó por la inclusión indebida de Luiz Otávio (había sido expulsado dos fechas antes y le dieron tres partidos de suspensión).
Ayer, poco antes del inicio de la fecha decisiva y luego de las presiones que Nacional realizó en público y en privado (amenazó con no jugar si la situación no se resolvía antes del encuentro), se conoció el fallo del Tribunal de Disciplina. Lanús fue declarado vencedor 3-0 de ese encuentro. Así, ya tenía resuelta su clasificación antes de presentarse ante el Bolso. Y para el equipo uruguayo sólo había una chance de quedar afuera: una goleada en contra que su historia de gigante señala como imposible.
A consecuencia de la situación, el partido quedó casi en segundo plano. Salvo que llegara una noticia con exageraciones desde Santa Catarina, donde Chapecoense recibía a Zulia, no había mucho por resolver (al cabo, se impuso el equipo brasileño por 2-1). O sí: el liderazgo de la zona, en apariencia un mejor lugar en el sorteo de los octavos de final.
Lanús afrontó el partido con responsabilidad. Como si quedar en lo alto del grupo fuera un objetivo relevante. Jugó sin inhbiciones ante un rival histórico como casi ningún otro en el Río de la Plata. Procuró ofrecer ese fútbol que brinda en La Fortaleza o en casi cualquier rincón del fútbol argentino. Posesión, búsqueda por los costados, intensidad en la recuperación.
Tras los pasos de esa idea fue Lanús. Y justo después de la mitad del primer tiempo, a los 26, Alejandro Silva -tras una gran jugada colectiva y una asistencia de José Sand- definió con una joyita: la picó ante la salida del arquero Esteban Conde. Uno a cero. Calma y certeza para el equipo de Jorge Almirón.
No fue un partido propio de esa intensidad que suele ofrecer al Libertadores. Trataron de no hacerse daño. Eso sí, con excepciones. La patada de Santiago Romero a Lautaro Acosta fue una grosería. De hecho, dejó afuera del partido al emblema del equipo del Sur. La amarilla resultó una sanción escasa.
El segundo tiempo tampoco ganó en intensidad. El suspenso estuvo siempre ausente. Como si los dos equipos asumieran la postura de jugar sin riesgos de cara a lo que viene. Al menos esa fue la impresión que brindaron. Hasta desde los costados, ese público habitualmente inquieto, pareció manso, como esperando el desenlace. El grito del empate les quedó cerca. Pero no sucedió. La clasificación resultó un conformismo razonable. Sin quejas.
Para Lanús, además, queda una conclusión grata: se ofreció en Montevideo como un equipo copero. Sólido, bravo, con oficio, sin traumas. Ahora, llegará la parte más difícil del recorrido: desde los octavos, el equipo de Almirón deberá consolidar esos indicios que mostró en la capital uruguaya. No será sencillo. Pero tampoco imposible.