Atlético Tucumán 2 - El Nacional (Ecuador) 2 - Copa Libertadores 2017
EMPATÓ EN SU DEBUT EN LA COPA LIBERTADORES
A la noche histórica de Atlético Tucumán le faltó esa victoria que merecía
Ganaba 1-0 y 2-1, pero al final le igualaron. Creó muchas chances de gol. El martes, en la altura de Quito, la revancha.
No era un día más. No podía serlo: por primera vez en la historia, un equipo del Norte argentino se presentaba en la máxima competición continental. El motivo de ese orgullo era (y es) Atlético Tucumán. No hubo casualidad: el Monumental José Fierro lució como en las grandes citas, como en esas ocasiones que no tendrán olvido. Al primer argentino que se presenta en esta edición de la Libertadores lo acompañó un ambiente -en la cancha, en la ciudad, por todos los rincones- propio de la circunstancia.Sobre el verde césped, escenario de la celebración, todo comenzó como si el más optimista de los Decanos hubiera escrito el guión de las primeras escenas. A los dos minutos, un estallido: tiro libre de Luis Rodríguez -La Pulga, el preferido, el emblema de todos los tiempos, el que jugó en la Selección-, rebote en Fernando Zampedri -el goleador que eligió quedarse en Tucumán- y uno a cero frente a El Nacional.
Así fue el primer gol internacional de este bravo Atlético. Lo que siguió fue impulso puro: ofensivo desde la formación y desde la idea, el equipo de Pablo Lavallén siguió yendo tras los pasos de otro gol. Casi lo consigue. Rodríguez estuvo a punto de convertir. Ante y después, todo el estadio -ese bullicio de infierno- pidió dos penales: uno por una presunta mano de Franklin Guerra y otro por una falta Christian Cordero a Guillermo Acosta. En ambos quedaron dudas.
Era más intenso Atlético Tucumán. Parecía más convencido. Pero el fútbol -territorio de imponderables- le dio un golpe inesperado. Un error lo pagó con gol, de esos que duelen. Por la circunstancia y porque aquello de que "de visitante valen doble". Fue una jugada preparada de lateral. Envío fortísimo con las manos del lateral derecho Marco Montaño Díaz, salida floja de Cristian Lucchetti, cabezazo de Félix Borja y empate. Demasiado castigo para tanto entusiasmo.
Atlético sintió el golpe. Aunque no resignó su protagonismo, perdió intensidad en la búsqueda. Y, sobre todo, claridad. Del otro lado, con el 1-1, El Nacional hizo lo que suelen hacer los visitantes que confían en su fuerte localía: estableció la defensa como prioridad y al reloj como aliado. Procuró, sin inhibiciones, que el tiempo corriera, que a Atlético se lo devorara la ansiedad.
Un cabezazo de Zampedri, ya a la mitad del complemento, se pareció a un aviso. Atlético quería más. Aunque chocara, aunque el rival jugara a no jugar. Y esa pretensión tuvo su premio. A los 32 minutos, llegó un centro desde la izquierda de Cristian Ménendez, la bajó el siempre oportuno Zampedri y David Barbona -ingresado seis minutos antes- la empujó para que el Monumental explotara de nuevo, para el 2-1. Pero no ligó. El destino no quiso. Pronto llegó ese injusto empate, por el cabezazo de Bryan de De Jesús Pabón. Y cierto desencanto en plena fiesta.
“Pudimos meter el 2-0 en el primer tiempo y después ganarlo al final. Esto es fútbol. Ahora, en la revancha, no vamos a jugar sólo contra El Nacional. También estará la dificultad de la altura”, dijo Pablo Lavallén palpitando con preocupación la revancha que será en Quito con necesidad de victoria porque los empates en cero o en uno lo eliminarán.