Boca 0 - River 2 - Copa Luis B. Nofal 2017
EL SUPERCLÁSICO DEL VERANO
Muy lejos de un tono amistoso, River fue más claro y dejó a Boca lleno de bronca
El equipo de Gallardo manejó el partido en el segundo tiempo y celebró con un penal de Driussi y con un cabezazo de Mina. Tan duro fue el desarrollo que terminó con tres expulsados.
Superclásico mata amistoso en cualquier situación. No fue ni el partido amistoso de pretemporada que intentaron instalar en River ni el encuentro de preparación del que hablaron desde Boca. Puede parecer un lugar común, una frase hecha del fútbol. La única realidad es que en este tipo de partidos, cuando se mueve la pelota, se juega a cara de perro. No importa más nada. Ni siquiera si hay objetivos oficiales en una semana.No hay tiempo para pensar en eso cuando el reloj empieza a correr y chocan los gigantes del fútbol local. Por algo River festejó tanto anoche el 2 a 0 sobre Boca en Mar del Plata. Le sirvió este triunfo, contundente, para endulzarse el paladar después de aquel trago amarguísimo del 4 a 2 por los puntos que Barros Schelotto, Tévez y compañía se llevaron del Monumental en diciembre. Alcanza con repasar las patadas, los insultos, los expulsados y los festejos para reafirmar que los Superclásicos entran en otra categoría, bien lejos de un amistoso.
A cada intento de uno, le siguió la respuesta del otro. Así fue de frenético el encuentro en un José María Minella partido en dos partes iguales. Los de azul y oro se entusiasmaban con cada jugada que iniciaba Fernando Gago, el generador casi absoluto del fútbol xeneize. Y los de la banda roja vibraban con los desbordes de Camilo Mayada y de Gonzalo Martínez por sus costados. Esos eran los caminos elegidos por ambos para intentar vulnerar a su eterno rival.
Boca iba de adentro hacia afuera; River, de afuera hacia adentro. Hasta en la estrategia de ataque fueron antagónicos. Desde el corazón de la cancha, Gago abría la pelota. Sus laderos, los Pérez (Sebastián y Pablo), agilizaban el tránsito. Pavón desbordó por la derecha en varias ocasiones. Allí encontró un lugar sensible en River. Porque lo perdió rápido por lesión a Luis Olivera y Gallardo tuvo que improvisar al juvenil Gonzalo Montiel, que es zaguero o lateral derecho y que además nunca antes había vivido la furia de un Supeclásico.
Frank Fabra la echó a perder en uno de esas arremetidas de Pavón. Y luego fue Ricardo Centurión el que no aprovechó un buen centro atrás. Ante de esas dos claritas ya habían ocurrido cosas interesantes. Como el lindo pase de Pablo Pérez para Pavón, quien se encontró con un Augusto Batalla esta vez salvador. La réplica de River venía de la mano de las escapadas de Mayada, que tenían a Rodrigo Mora como receptor predilecto. En la primera no pudo de volea y en la siguiente voló Werner.
El partido se abrió con un penal que sancionó bien Pitana tras una mano de Insaurralde luego de un grosero error de Peruzzi que Pity Martínez capitalizó hasta meterse en el corazón caliente del área de Werner. Driussi (luego expulsado) lo transformó en un grito al cielo marplatense y reafirmó que, como en el 2016, sigue con el pie caliente. Pero esta vez el tantas veces cuestionado Pity Martínez fue de lo mejor. Y desde su pie izquierdo también llegó el envío que terminó con cabezazo de gol de Arturo Mina (Werner pareció poner las manos demasiado flojas), que cuando le tocó marcar a Pavón en el primer tiempo la pasó mal pero que terminó festejando con todo su equipo.
El 2 a 0 fue claro, contundente, aunque Boca hizo méritos como para cosechar lo que tanto logró en el último tiempo: el gol. Esta vez las gambetas de Centurión no estuvieron afiladas y la pólvora de Benedetto (Bou entró demasiado tarde) sufrió la humedad marplatense justo en el clásico que cerró el verano y que terminó con el invicto en partidos grandes del Mellizo (fue el décimo clásico como DT entre encuentros oficiales y amistosos), quien encarará lo que resta de la espera para el reinicio del torneo que lo tiene como puntero. Esta vez Boca sí extrañó a Tévez.
Había salido más decidido River que Boca, con ataques que terminaron en el área de Werner con mucha más facilidad. Lo había tenido Nacho Fernández antes y lo pudo aumentar Driussi antes de ese cierre a pura roja por el aire. Es que un Superclásico se vive al ciento por ciento. Lo ganó River. Y no fue nada amistoso.