San Lorenzo 4 - Banfield 1 - Copa Sudamericana 2016

SANTO MILAGRO

San Lorenzo, del ciclón de goles a ese milagro final

Clasificó a octavos de final de la Sudamericana en un partidazo. Pegó tres gritos en diez minutos y en el cierre Torrico le atajó un penal a Silva.

Hay una mano divina. No es el Papa, que hace dos semanas volvió a bendecir al Ciclón, el club que motoriza su corazón. No es Dios, más allá del guiño del Vaticano. Es Torrico, ese arquero de los guantes sagrados, héroe en la Copa Libertadores, el que apaga el sufrimiento de San Lorenzo. Justo cuando agonizaba esa goleada conducía a su equipo a la siguiente fase de la Sudamericana. Exactamente después del penal de Mas sobre Brian Sarmiento. Silva no pudo con el mendocino y los santos siguen marchando en el torneo internacional, listos para mirar hoy al próximo rival, que saldrá de Emelec o Deportivo La Guaira, que ganó 4-2 en la ida.

Nada hacía prever ese desenlace angustiante para San Lorenzo después de un primer tiempo cargado de brillantez. Entonces, fluyó Ortigoza en el más alto nivel. Porque podrán decir que está gordo, que le aprieta la camiseta, pero nadie será capaz de discutir su talento. El fútbol fluye en sus pies porque tiene un arte para simplificar el juego. Como Iniesta en Barcelona, también vestido de azulgrana, o Bochini en sus años rojos, el paraguayo asiste con elegancia. Y más allá de los goles de Caruzzo, Blandi -cada vez más contundente- y Cauteruccio, el eje es ese volante central que distribuye, que tiene la geografía de la cancha en la cabeza, amo del juego de San Lorenzo.

En la elaboración de Ortigoza, en la sorpresa de Corujo cada vez que se proyectó -al margen de sus deficiencias en la marca-, en el oportunismo de Blandi y en el sacrificio colectivo era posible explicar este triunfo de San Lorenzo. También, en los horrores defensivos de Banfield, especialmente, los de su arquero, Hilario Navarro. Y en un acierto táctico de Aguirre: a pesar de que Merlini había firmado la planilla como titular, tachó y metió a Cauteruccio. Y el uruguayo no sólo atacó; también, colaboró en tapar la subida de Sperduti.

En apenas once minutos, San Lorenzo había conseguido dar vuelta la serie. Fue un vendaval, casi de acuerdo con el viento que sacudió los cuerpos en el Nuevo Gasómetro. Se lo llevó puesto a Banfield. Lo encerró contra el arco de Navarro y no lo perdonó. De un córner que ejecutó Belluschi y que Caruzzo conectó al gol, nació el primero cuando recién arrancaba el partido. Y enseguida, Ortigoza armó paredes con Belluschi, Corujo y Blanco, Cauteruccio no pudo definir, pero Blandi, siempre atento, cabeceó ante Navarro. Y casi sin pausa, cuando Falcioni se mordía los labios por la derrota prematura, se debe haber preguntado si en sus buenos tiempos en América de Cali se comió un gol como el tercero. El córner de Belluschi se le escapó a Hilario y Blandi anotó.

El 4-4-2 que Falcioni había pensado para bloquear se deshizo porque no ahogó a Ortigoza y lo esperó muy atrás a San Lorenzo. Y lo sufrió, por supuesto.
Sin embargo, el Ciclón dejó de soplar fuerte en el área visitante. Y Banfield se animó. Erviti se rebeló ante el sistema y enseñó algo de su repertorio de gambetas. Y de una infracción a él, llegó ese tiro libre de Sperduti que reventó el travesaño.

Fue un aviso de Banfield, que encontró el descuento y ese gol de visitante que lo llevaba a la siguiente fase de la Copa con un zurdazo cruzado de Alexis Soto. Sí, a pesar de los tres gritos que había pegado en el amanecer del partido, necesitaba otro. Entonces, se iluminó Ortigoza, otra vez. Y metió un pase magistral para Cauteruccio, que marcó un golazo con una acrobacia propia del Cirque du Soleil.

Banfield buscó con desesperación el empate y San Lorenzo cometió dos errores: se refugió demasiado cerca de Torrico y no lo pudo resolver de contra. Falcioni movió el banco. Sumó gente en ataque. Y Torrico comenzó a tener trabajo. El palo le dijo “no” a Sperduti, que tuvo un martes 13. Pero peor le fue a Silva. El uruguayo perdió la clasificación desde los doce pasos. Se la ganó Torrico.