Lanús 0 - Independiente 2 - Copa Sudamericana 2016
TRAS UN FLOJO PRIMER TIEMPO, APROVECHÓ LOS ERRORES DE LANÚS Y FESTEJÓ EN LA IDA
Independiente supo desnudar al campeón
Después de la eliminación en la Copa Argentina, fue un alivio para el equipo de Milito. Al de Almirón le faltó la consistencia del último torneo local, que había ganado con claridad.
Un grande nunca puede ir de punto. Ni aunque venga herido. Ni aunque juegue ante el último campeón. Ni aunque el fútbol de su rival sea superior. Ni aunque lo hayan superado mental y físicamente durante todo el primer tiempo. Un grande siempre es banca. Porque aunque tenga todas las de perder, puede ganar un partido sacándole el jugo a los errores ajenos, como Independiente hizo anoche ante Lanús en la ida por la Copa Sudamericana en La Fortaleza.Ni el más optimista hincha del Rojo de Avellaneda se esperaba de antemano un resultado como el que arrojó el marcador final del cruce entre Diablos y Granates. Frente al Lanús campeón, un 2 a 0 del Independiente de Gabriel Milito, que venía de recibir un duro golpe en la Copa Argentina con la eliminación tempranera ante Defensa y Justicia, era impensado. Más aún después de los primeros 45 minutos en los que el local mereció sacar ventaja.
Más rápido. Unos diez metros más adelantado en el campo. Y mayor presión. Esas fueron las tres diferencias que Lanús sacó en el juego durante la etapa inicial. Con el primer paso (y pase) firme de Iván Marcone -un confeso hincha de Independiente-, Lanús empezaba en el círculo central su elaboración, que incluía una sobredosis de toques de primera. Sus volantes interiores marcaban superioridad contra los del visitante. Así, Román Martínez era más que Cristian Rodríguez por la derecha, mientras que Miguel Almirón volaba por arriba de Jorge Ortiz en el sector izquierdo.
Así lo doblegó el Granate al Rojo. Y tuvo situaciones claras para desnivelar en el área de Martín Campaña. Sin embargo, las desperdició. José Sand una vez. Ciro Rius después. Martínez más tarde. Y el bueno de José Luis Gómez antes del entretiempo. Tocar y pasar. Tocar y pasar. El Lanús de Jorge Almirón (por primera vez se enfrentó a Independiente, del cual también es fanático, desde que lo dirigió) imponía sus movimientos automatizados contra las imprecisiones de su adversario de turno.
Al Cebolla se le notaron los cuatro meses sin jugar un partido oficial. Y eso influyó en el juego de su equipo al principio. Pero los futbolistas de calidad tienen la ventaja de saberse distintos por el hecho de saber cuándo meter el pase necesario para lastimar. Y el uruguayo lo hizo cuando entre dos de Lanús la metió en profundidad para la subida de Emiliano Rigoni por la banda zurda. El centro del cordobés parecía que iba a ser interceptado por el arquero Fernando Monetti. Y así fue, aunque el Mono falló en la salida y Leandro Fernández estuvo donde tenía que estar para empujarla.
Encontró un gol Independiente. Sin merecerlo porque hasta ese momento solamente había intentado patear una sola vez al arco, con un remate defectuoso y desde lejos de Diego Vera. Sin embargo, supo desnudar al campeón. Supo corregir equivocaciones de la derrota con Defensa y Justicia. Entendió cómo reacomodarse de atrás para adelante. Y, la clave, se dio cuenta de que en vez de cuidar el 1 a 0 de visitante como el oro, debía redoblar la apuesta porque Lanús acusó el shock. Olfateó sangre el Diablo y, lejos de retroceder, se mandó. Obtuvo su premio con la genial definición de Rigoni por arriba de un Monetti vencido tras el error en defensa de Alejandro Silva, quien dejó corto su pase atrás de cabeza.
Ante tanta mezquindad en el reino del fútbol argentino, ver dos equipos que se enfrenten con sendos 4-3-3 (verdaderos; no camuflados) fue una agradable brisa de una noche veraniega en medio del otoño. Y el ganador fue el que no se equivocó. Por eso, el Independiente del Mariscal encontró un resultado clave para seguir en construcción y para afrontar el inicio del torneo local y la revancha: el 14 de septiembre en Avellaneda.