River 6 - The Strongest (Bolivia) 0 - Copa Libertadores 2016
SE SACÓ LA MUFA Y LIDERA SU GRUPO
River fue una fiesta de fútbol, de lujos y de goles
Volvió el campeón de América y avisó que está vivo. Con un 6-0 le puso fin a las dudas y a una racha de seis encuentros oficiales sin victorias.
River jugó como si la mágica presencia del Beto Alonso lo hubiera despojado de todas las falencias y ataduras que lo perseguían. Fue una fiesta adentro y afuera de la cancha, a tono con el tributo que la dirigencia y la gente le dieron a ese fenomenal “10”. Justo a 30 años de sus dos goles a Boca con la pelota naranja en la Bombonera, un partido histórico que terminó con la vuelta olímpica de aquel equipo que dirigía el Bambino Veira y terminó ganando la Copa Libertadores y la Intercontinental en Japón.Hubo globos naranjas y una bandera alusiva a aquel momento legendario para River en la platea San Martín. “1986-30 años de la vuelta en el chiquero-2016”, rezaba el trapo blanco de letras negras. Una chicana sin sutilezas para su máximo rival. El Beto lo vio desde uno de los palcos de aquella tribuna y, seguramente, se regocijó con el alto nivel que mostró la banda roja, especialmente en ese primer tiempo en el que construyó la goleada contra The Strongest, al que desplazó del liderazgo del grupo 1.
Comandado por Andrés D’Alessandro, quien jugó por lejos su mejor partido desde que volvió a River, y con niveles individuales que después de mucho rodaje estuvieron a la altura de lo que pretende Marcelo Gallardo, el equipo le regaló a las 45 mil personas que estuvieron en el Monumental una noche a puro fútbol. Jugó su mejor partido de la temporada y les avisó a todos que el campeón de América está vivo. Y de paso, interrumpió su racha negativa de seis encuentros oficiales sin victorias.
El toque, la circulación fluida de pelota, el juego atildado y hasta algunos lujos reaparecieron de un modo casi impensado. El primer gol, con D’Alessandro haciendo La Boba, una asistencia de taco de Mayada, y la posterior definición del Cabezón, quedara en la memoria de los que estuvieron en la cancha y, también, de aquellos fanáticos que lo siguieron por TV porque fue una de esas jugadas que se ven muy de vez en cuando, pletóricas de potrero, talento y desparpajo.
Con el equipo alejado de la lucha por el título en el campeonato local y ubicado en la undécima posición sobre quince integrantes de la Zona 1, River generaba dudas. Pero anoche se encargó de despejarlas con una goleada soberbia y un rendimiento que vuelve a entusiasmar a los hinchas con la chance de que dé pelea hasta el final de la Libertadores, que en los cuartos sufrirá un parate y cuyas semis se jugarán después de la Copa América del Centenario.
La seguridad y la elegancia de Emanuel Mammana, que hizo que Jonatan Maidana no brillara por su ausencia. La velocidad supersónica y esta vez cargada de criterio de Camilo Mayada, quien dejó en claro que jugando en su puesto natural de volante por derecha se siente mucho más a gusto que cuando lo hace de lateral. La aparición goleadora de Ignacio Fernández, que anotó por duplicado y se pareció por primera vez al que la rompía en Gimnasia y había mostrado buenas señales en el verano. La peligrosidad siempre latente de Rodrigo Mora y de Lucas Alario. Todas esas virtudes individuales condimentaron una tarea que en un tramo del segundo tiempo todo el Monumental aplaudió de pie.
River jugó a lo River. Su gente lo extrañaba, Gallardo lo deseaba. El fútbol, agradecido.