Huracán 0 - Peñarol (Uruguay) 0 - Copa Libertadores 2016
AHORA EL EQUIPO DE PARQUE DE LOS PATRICIOS TENDRÁ QUE IR A BUSCAR LA CLASIFICACIÓN A COLOMBIA
El arquero de Peñarol fue una muralla y Huracán no festejó
En un final dramático, hubo dos goles bien anulados: a Montenegro y a Guruceaga, la gran figura de la noche.
Pelado, de ojos claros, con un buzo verde a rayas negras, revolcado de acá para allá. Imponente. Gigante. Deslumbrante. Los hinchas de Huracán se fueron a dormir anoche con la imagen fresquita de Gastón Guruceaga. Por enormes méritos del arquero de Peñarol (y falta de puntería propia), el Globo empató de local y no pudo abrochar la clasificación a octavos de final de la Copa Libertadores. Deberá esperar al próximo martes la visita a Atlético Nacional de Medellín, líder del grupo, para resolver el pase a la siguiente fase.Y qué habrá pensado María, la mamá de Damián Frascarelli, el arquero suplente de Peñarol. Hace menos de un mes, esta peculiar señora llamó a un programa radial uruguayo y criticó con dureza a Guruceaga. Primero se presentó como una oyente particular y luego reconoció que era la madre del arquero suplente. Su hijo debió salir a aclarar la situación a través de las redes sociales. Si fuera por el partido de ayer en el Ducó, será mejor que el pobre Frascarelli se compre un trapo para lustrar el banco...
Huracán intentó en abundancia y le faltó la estocada final. Contó con un hombre de más desde los 21 minutos del primer tiempo y ni aun así logró quebrar a Peñarol, que aunque no perdió, se fue de la Copa y poco le devolvió a esa multitud que cruzó el Río de la Plata y no paró de alentar.
En esa primera mitad, la más clarita fue una de Wanchope que se fue por arriba. Y aunque debió haber recibido un penal a favor por mano de Novick, el Globo no tuvo la lucidez y, sobre todo, la precisión para resolver con astucia las jugadas que insinuó. “Apúntenle al arco”, gritó, estruendoso, un plateísta. Y con justa razón. El conjunto charrúa, en cambio, estuvo partido, casi sin presencia en el mediocampo y Díaz tuvo poco trabajo.
En el complemento, directamente fue un monólogo del local. Pareció uno de esos ejercicios ataque vs defensa que los técnicos organizan en los entrenamientos. Domínguez apostó a ganador, metió a un delantero (Miralles), sacó al lateral izquierdo (Balbi) y plantó un 3-3-1-3 a lo Bielsa. El DT cumplió los deberes e hizo lo que pedía el partido. Lo buscó por arriba, por abajo, con combinaciones internas, con centros desde los costados, con disparos de larga distancia: Bogado, Montenegro, Ábila, Miralles, San Román, Mariano González. El gol estuvo a punto de concretarse en catarata, pero nunca llegó. Y cuando apareció, en el descuento, el árbitro se lo anuló (bien) a Montenegro.
Huracán no lo ganó, también, porque en el epílogo del partido se notó el cansancio (jugó el sábado contra San Martín de San Juan) y las piernas ya no respondían. Así, en la última-última, cuando el escándalo ya era un hecho, Wanchope no se animó a pegarle desde 35 metros con el arco vacío. Quizá, con algo más de resto, la historia hubiera sido otra. Esta vez, el goleador que coquetea con Boca no pudo vestirse de héroe. El que casi le roba el traje de genio y figura fue Miralles, que arriesgó una chilena y estuvo cerquita de embocarla.
Pero Huracán sabe que este es el camino. Dominó campo y pelota, controló el desarrollo, asumió el protagonismo, tuvo movilidad, expuso tesón, exhibió paciencia. Le falta un paso más para seguir recorriendo el continente. No en todos los partidos tendrá enfrente a Guruceaga.