Huracán 0 - Atlético Nacional (Colombia) 0 - Copa Libertadores 2016
Huracán pagó con el empate su falta de claridad
Fue 0-0 con Atlético Nacional de Medellín, en el primer chico de octavos de final. El partido resultó muy parejo. El martes, la revancha en Colombia.
Una de las chances desperdiciadas por Huracán. Espinoza (en primer plano) y Ábila (a lo lejos) se lamentan. El arquero Armani, figura La despedida del equipo terminó siendo un retrato de lo ofrecido por Huracán: no hubo ovación, pero sí el respeto de esos aplausos unánimes desde la popular Bonavena, desde la Alcorta y desde la Miravé. No pudo vencer al Atlético Nacional, pero no dejó resquicio para el reproche en términos de eso que este plantel jamás negocia: entrega, convicción, coraje, lucha. No ofreció su mejor versión en términos del juego, pero se mostró como un equipo sólido, bravo, defensivamente granítico.El 0-0 ante el campeón de Colombia y el mejor equipo de la fase de grupos deja todo por resolver: el pasaje a los cuartos de final de la Libertadores se resolverá el martes en Medellín. Huracán ya conoce el Atanasio Girardot: la semana pasada también igualó allí sin goles y accedió a estos octavos de final. Lo saben todos: no será una tarea sencilla imponerse en aquel escenario. En los siete partidos que disputó en esta Libertadores, el equipo paisa no recibió goles. Y bastante tuvo que ver, en algunas ocasiones, su arquero argentino Franco Armani. Como ayer, que fue la figura bajo el cielo del Palacio Ducó.
El partido ofreció una paradoja: Atlético pareció siempre un equipo más preciso, más hábil, más rápido; pero Huracán fue quien llegó más y quien estuvo más cerca de llevarse el triunfo. Dos desprendimientos de esa paradoja: primero, es admirable el manejo de la pelota que tiene el equipo de Reinaldo Rueda. Nivel propio de la Champions League: precisión en velocidad y en cada rincón del campo de juego. Segundo, es conmovedor el esfuerzo de cada uno de los integrantes de este Huracán. Es el plantel que más partidos jugó en 2016, lo afrontó con mínimo recambio, se asomó a la pelea del campeonato (y lo sacaron, como creen en el grupo, “los fallos arbitrales”) y sigue en la Libertadores animándose a cualquier cuco que aparezca en el camino.
Lo mejor de Huracán en cuanto a llegadas lo produjo en el primer tiempo. Tuvo cuatro arribos a fondo, claros: un desborde de Espinoza al que no llegó Wanchope, un remate preciso de Rolfi Montenegro que atajó Armani contra un palo, un centro atrás de Ábila que no pudo conectar Espinoza y un tiro por arriba del travesaño desde posición favorable de Federico Mancinelli. Atlético, que se lucía con la pelota en los pies, tuvo apenas un mano a mano que Marcos Díaz le atajó al supersónico Orlando Berrío.
En la segunda mitad, Atlético cumplió con su plan: durmió el desarrollo con la pelota en su poder. Trató de hacerlo correr a Huracán, pero careció de profundidad para trasladar esa precisión en desequilibrio. Ni siquiera con el ingreso de Víctor Ibarbo consiguió deshacer la solidez ofrecida por ese trío tan confiable con el que cuenta Huracán en el centro: los zagueros Martín Nervo y Mancinelli, y el cinco tapón, Matías Fritzler.
Huracán, en cambio, perdió intensidad durante buena parte de esa etapa. Pero la recuperó al final y casi lo gana. Fueron valiosos los ingresos de Alejandro Romero Gamarra y de Ezequiel Miralles. En ese tramo tuvo dos llegadas muy nítidas. En la primera, un offside mal cobrado lo dejó a Miralles sin la posibilidad de un mano a mano. En la segunda y última, Armani tapó dos veces, ante Mancinelli y Miralles. Ese final dejó una impresión: cuando no está el mejor a Huracán le cuesta el gol. Demasiado. Pero Ábila -siempre optimista- dice que hará hasta lo imposible para que el grito aparezca. En Medellín, claro.