Bolívar (Bolivia) 1 - Racing 1 - Copa Libertadores 2016
EL EQUIPO DE AVELLANEDA PERDÍA 1-0, PERO EMPATÓ ENSEGUIDA Y LOGRÓ EL PASAPORTE A OCTAVOS DE FINAL
Racing jugó a la altura en la hora clave
Sava realizó un planteo lógico para los 3.600 metros. Y se aprovechó de un adversario muy limitado. Los goles fueron de Cellerino y Martínez.
Hubo lógica en el planteo de Racing: ese 4-4-1-1 tuvo que ver con una necesidad nacida de la circunstancia. El arco en cero garantizaba la participación en la siguiente ronda. Hubo otro motivo añadido que explicó la prioridad del equipo de Facundo Sava: el Hernando Siles de La Paz se encuentra a 3.600 metros y eso condiciona el desarrollo y el análisis. Como siempre.
Bolívar es un equipo muy limitado. Lo demostró sobre todo en el comienzo. Centro y centro y centro fue el recurso de ataque. Nada de juego asociado. Sin variantes. Dejó una impresión el conjunto boliviano: sin la influencia de la altura le resultaría casi imposible competir al nivel de los rivales a los que enfrenta. Dentro de ese contexto y de ese escenario, Racing cumplió sin traumas con su premisa en el primer tiempo: recortar los espacios e impedir los efectos de la altura sin recorridos largos. No sufrió casi nada en ese tramo. Nicolás Sánchez, Aued, Grimi y Videla ofrecieron garantías en cuanto a despliegue, recuperación y orden. Tres rubros imprescindibles para consolidar la posibilidad de la clasificación.
No pareció desesperado el equipo de Rubén Insúa. Con sus intentos, ya en el segundo tiempo un poco más intensos, no generó mucho. Hasta que en esa búsqueda se encontró con un golazo (si hubiera sido decisivo merecía ser guardado en lo mejor de la historia del fútbol boliviano): centro desde la derecha y chilena a lo Van Basten de Gastón Cellerino (29 años, de Viedma, con un breve paso por Racing en 2011). El 1-0 se presentó a simple viste como una complicación. Pero Racing no se inhibió -como en ningún tramo del complemento- y afrontó el momento con coraje, con decisión.
No fue casualidad lo que sucedió cinco minutos más tarde: del instante más incómodo Racing se rescató con un gol. Centro desde la derecha de Marcos Acuña, mala salida del arquero Romel Quiñónez, rebote en un palo y definición de cabeza, de goleador, de Roger Martínez.
Lo que siguió a ese 1-1 fue una demostración de autoridad de Racing. Cuando uno de los rasgos del equipo parecía ser su fragilidad defensiva (consecuencia de tantos resultados propios del tenis), se mostró en el tramo decisivo del encuentro clave como un equipo sólido. Con los volantes y los defensores en pocos metros impidió que Bolívar se filtrara. Y cuando llegaron los centros de los costados sobraron cabezazos eficaces para rechazar. No hubo dificultades en el aguante. Así, Racing fue consumiendo el tiempo y las esperanzas de los locales. Así, se metió sin dudas y sin traumas en la siguiente fase. Así, demostró que irá por más. Sí, por todo.