Huracán 0 - Atlético Nacional (Colombia) 2 - Copa Libertadores 2016
PERDIÓ COMO LOCAL 2-0 ANTE ATLÉTICO NACIONAL DE MEDELLÍN
Huracán volvió con emoción, pero sin fútbol
En su primer partido tras el accidente en Caracas, al subcampeón de la Sudamericana le faltaron nombres y funcionamiento. La gente no falló.
Hay una historia detrás de la derrota. Que no tiene que ver estrictamente con el juego, ese que a Huracán tanto le faltó. No era un partido más. No podía serlo. La tragedia golpeó a la puerta hacía demasiado poco. Lastimó a esos jugadores que viajaban en el micro de regreso de Caracas. Pero también a toda esta gente que ayer caminó rumbo al Palacio Ducó, peregrinos de una fe inquebrantable. Se percibía en las calles de los Barrios del Sur, en este Parque de los Patricios que es orgullo y espacio de pertenencia de cada quemero.Huracán volvió a jugar dos semanas después de aquella clasificación con agonía, cuando parecía roto, vencido. Y de ese accidente que casi los mata. Detrás del regreso hay una sensación que se contaba por los rincones, en la sede frente al Parque y en la estación Caseros del Subte H; en los bares y en las redes sociales: este partido frente a Atlético Nacional, por el grupo 4 de la Copa Libertadores, resultó un modo de volver a nacer. Más allá del tropiezo.
A diferencia de lo que le pasó el año pasado en torneos internacionales, a Huracán le costó hacer pie en la última línea. Mejoró en en el juego ofensivo respecto de partidos anteriores, pero padeció en defensa, ante un rival que sabe hacer daño por las bandas. Ayer, en el Ducó, el equipo de Eduardo Dominguez tuvo problemas por las individualidades que no pudieron estar, y también por los desaclopes en función colectiva.
De todos modos, ahí estuvieron ellos, los que le pusieron contorno a un cuadro que ofreció una emoción: los jugadores que se abrazaron a un milagro para salvar sus vidas ahora irán tras los pasos de otro, el de volver a asombrar en el ámbito internacional. Eso sí, deberán mejorar mucho respecto de esta versión frente al campeón colombiano. No solo fue una cuestión de ausencia de nombres sino también de funcionamiento.
Igual, siguen confiando todos. Los de adentro y los de afuera. Los socios que proponen retirar el número 18 de las camisetas, un homenaje al Pato Toranzo, emblema para siempre. Fue el más afectado en el accidente y el autor de la frase que late adentro de los que ayer gritaban en la Bonavena: “Perdí parte de los dedos, pero perdería más cosas por este club”.
Se miraban en la Alcorta y en la Miravé los viejos plateístas, ya vitalicios de los mismos asientos. Y comentaban esta ocasión distinta: no tiene comparación, coincidían. No se trataba de un gol de Stábile o de Masantonio ni de una gambeta de René ni de un caño de Pastore. “Esto es otra cosa: un mensaje de El de Arriba...”, decía el más entusiasmado de los entusiasmados. De algún modo, una resurrección asistida por el Duende, al decir del inolvidable Horacio Ferrer.
La gente rindió un tributo que excedió al resultado. Ovacionó, gritó, aplaudió. Y ofreció también otra cosa: incondicionalidad. De algún modo, ellos sienten ahora que son las piezas que al equipo le recortó el accidente. Mientras los lesionados no estén, el respaldo llegará desde los costados. Como esta vez, bajo el cielo del Ducó. Y quedó claro: el equipo lo necesitará.