Argentina 2 - Paraguay 2 - Grupo B - Copa América 2015
GANABA CÓMODO Y SE OLVIDÓ DE DEFENDER
Argentina se empató sola
Ganaba 2-0 y en el comienzo del segundo tiempo pudo haber goleado. Pero el equipo se desequilibró y terminó regalándole el 2-2 a Paraguay.Es mucho más para lamentarse que para preocuparse porque la idea de la Selección todavía se encuentra en proceso de asimilación, porque hubo autocrítica y porque se trata recién del primer capítulo en esta aventura americana.
El resultado dispara las penas. Es que, tal como se suponía, todo dependió de la Selección Argentina, tanto la ventaja amplia que consiguió por sus virtudes como ese empate que al final sufrió por sus fragilidades. No lo ganó porque le faltó eficacia para definir las varias situaciones que generó. No sonrió porque el plan de presión e intensidad se desbarrancó ante la primera exigencia ofensiva provocada por Paraguay, nacieron los desequilibrios y el juego se transformó en una ruleta rusa, con un ida y vuelta tan loco como desordenado. Al cabo, Argentina se empató sola. Por eso no es para dramatizar, sino para ajustar y corregir. Hay soluciones a la vista.
El desafío de la Selección pasa por evitar esa doble cara traicionera que la condenó al 2-2. Con semejante caudal de talento individual, perder el control del partido resulta un pecado.
Cuando la idea se ejecutó, hubo un solo equipo sobre el césped del estadio La Portada. Argentina asfixió a Paraguay. La encerró en su campo y de ahí no se movió en todo el primer tiempo, a tal punto que la máxima exigencia para Romero fue bajar un centro. Ahí funcionaba la presión alta sobre la salida guaraní. Había esfuerzos parejos de todos para tapar y recuperar. En consecuencia, las líneas siempre estaban separadas por breves espacios.
De todos modos, tampoco fue una etapa inicial de fútbol perfecto. Si bien monopolizaba la pelota, Argentina profundizaba con electricidad sólo a partir de Messi y de Di María. Había prolijidad en Banega, algo menos en Pastore. Costaba imponer desequilibrio por los costados. Era difícil penetrar el 4-5-1 pensado por Ramón Díaz, tan defensivo que en un momento se escuchó a un hincha gritando “Salgan del vestuario, Ramón”...
Sin embargo, a pesar de las trabas y de la dificultades para desembocar en chances de peligro súper nítido, todo estaba tan bajo control que la sensación era que el gol caería por decantación. Y así fue. Se equivocó Samudio, presionado por Messi, tocó mal hacia atrás y Agüero no perdonó. Se equivocó el árbitro Wilmar Roldán en una caída de Di María en el área, marcó penal y Messi dibujó el segundo. Y pudo ser goleada en el arranque de la segunda etapa, cuando Leo lo tuvo dos veces: un tiro de frente al arco se desvió en un defensor y, al ratito, tras una dulce combinación con Pastore, se la sacó el buen arquero Antony Silva.
Ramón Díaz diseñó un 4-4-2 en los últimos 45 minutos y realizó variantes positivas. Fue bueno por la derecha lo de Derlis González, aunque debió ser expulsado por dos faltas violentas. Antes de que Haedo Valdez ubicara un derechazo con clase en un ángulo, Chiquito Romero ya le había sacado el descuento al mismo delantero. A esa altura, ya se respiraba incomodidad. La Selección había dejado de ser un bloque sosteniendo la idea, tanto que en un par de situaciones con pelota detenida a favor concluyó retrocediendo en inferioridad numérica. Un atentado contra el orden básico en este nivel.
La presión ya no era continua ni ejercida por todos del mismo modo. El desarrollo pedía oxígeno en el medio. Banega y Pastore habían perdido peso específico en esa zona. Se imponía el ingreso de Biglia, pero el Tata Martino eligió variantes ofensivas. Puso al mismo tiempo a Tevez (en rol de volante) y a Higuaín (por Pastore y Agüero) y la Selección se desordenó aún más.
Messi dos veces, Pastore, Di María y Rojo no acertaron en la definición. Víctor Cáceres no pudo empujarla y Romero salvó ante Samudio. Cuando Biglia entró por Banega, el desarrollo ya era caótico. Lucas Barrios empató y Tevez, tras gran centro de Di María, cabeceó afuera. Y sí, Argentina se empató sola.