River 1 - Juan Aurich (Perú) 1 - Copa Libertadores 2015
EN EL MONUMENTAL, EMPATÓ 1-1 Y SE COMPLICA EN EL GRUPO 6
River sufre por los palos y por la falta de eficacia
Fue insólito. Ganaba y mercería golear a un rival modesto, pero otra vez no le cerró y le igualaron en el final. Ahora ya no depende se sí mismo.Difícil, por no decir lisa y llanamente que es imposible explicar y entender al mismo tiempo cómo River empató el partido de anoche. Si solamente el colombiano Teófilo Gutiérrez estrelló tres pelotas en los palos. Si Gallese le tapó tres pelotas de gol a Mora, que además desperdició un mano a mano resolviendo por arriba y desviado. Como si los percances no tuvieran fin, perdió la mitad de la defensa por las lesiones de Vangioni y Alvarez Balanta. Así, el pasaje a la segunda ronda de la Copa Libertadores se le complicó tanto que ya ni siquiera depende de sus propios méritos.
La resistencia de Juan Aurich duró exactamente 25 minutos. Durante ese lapso, el equipo peruano renunció absolutamente al ataque, creyó que amontonar gente en defensa era sinónimo de proteger mejor a su arquero y recurrió a una cadena de infracciones para demorar la apertura del marcador.
Sin embargo, como sucede en ocasiones similares, un centro común, una defensa espantosa del espacio aéreo, una pifia (Teo Gutiérrez) y un acierto (el zurdazo de Mercado) se conjugaron para poner las cosas en su lugar. River pasó a ganar mientras que los peruanos, demasiado temprano, empezaron a vivir en el escenario menos pensado y deseado.
Entre luces y sombras, River asumió desde el primer minuto la responsabilidad que le impusieron las circunstancias: ataque continuo, interés excluyente por convertir lo más temprano posible y todo el protagonismo frente a un rival que reconoció su inferioridad hasta desde el planteo táctico.
Si la primera etapa terminó con apenas un gol de diferencia es porque anoche, una vez más, se confirmó que el diagnóstico dado por Marcelo Gallardo es el que corresponde: sus dirigidos crean una cantidad de situaciones propicias para convertir que nada tiene que ver con la escasa eficacia demostrada en las redes adversarias. Es verdad que algo de mérito habrá que darle al arquero Gallese, que puso sabiamente sus manos antes un cabezazo de Mora, otro testazo de Funes Mori y una barrida de Mora ubicado como delantero central.
La falta de contundencia pone al conjunto en un estado de nerviosismo que bien se superaría con un par de goles en el segmento del juego que corresponde. Desde el juego, el equipo superó sin inconvenientes la temprana lesión de Vangioni, quien fue reemplazado en la función por un Funes Mori atento a la marca y decidido cada vez que pasó al ataque.
Para la etapa final hubo una mínima reacción de Juan Aurich, que salió un poco del fondo y trató de hacer pie en la mitad de la cancha. Temprano entró el Pity Martínez por un fatigado Pisculichi. Poco después, Mayada, a esta altura del año es como es especie de polifuncional, ingresó por el lesionado Alvarez Balanta.
A continuación empezó una larga sucesión de jugadas ideales para definir el encuentro que, de modo poco creíble, jugadores de la jerarquía de Teo Gutiérrez y Mora no eran capaces de resolver. Le erraban directamente al arco, como Mora, o impactaban los disparos en los palos, como el díscolo colombiano. Con un indisimulable tufillo a incertidumbre empezó a gastarse el cuarto de hora final.
Muchos en el Monumental intuían que algo malo estaba por pasar. Hasta que a un minuto del final, una pelota detenida aterrizó en el área local, Mayada no pudo sacarla y Delgado clavó un puñal inesperado que dejó a River con dudas y dolores por todos lados.