Estudiantes 1 -Libertad (Paraguay) 0 - Copa Libertadores 2015

EL EQUIPO DE LA PLATA SE RECUPERÓ DE LA CAÍDA SUFRIDA ANTE EL MISMO RIVAL LA SEMANA PASADA

Carrillo inclinó el duelo de guapos para Estudiantes

El delantero anotó el gol del triunfo ante Libertad a 11 minutos del final. El fútbol lo aportó Cerutti, la figura del Pincha.

Con el alma, así gritó anoche Estudiantes la victoria que lo reinstala en la buena senda del Grupo 7, en donde ahora suma siete puntos (los mismos que su rival de anoche) tras quitarse del camino a un durísimo escollo como lo fue Libertad del Paraguay, ese granítico equipo que llegó a La Plata a jugar un típico partido de Copa, bien de guapo y luchado. Ese escenario casi que le sacó una sonrisa a Estudiantes. A su juego lo llamaron.

Furioso y vertical arrancó el equipo platense, pero una vez que Libertad se acomodó en el campo, el partido fue distinto. Los paraguayos, que jamás se dejaron prepotear al defender su territorio, emparejaron el trámite. Si la primera parte tuvo alguna situación de gol, fue gracias a que Ezequiel Cerutti, un delantero capaz de hacer una gambeta en una mata de pasto, corrió más que toda una defensa y metió un pase al área chica que Sánchez Miño tocó con suavidad.

Si en La Plata se vivía tensión, en el cierre del primer tiempo todo se encendió. Alvaro Pereira no devolvió una pelota y a los 20 segundos Aguirregaray le metió la suela de los botines en la cara a Aquino. Entonces el partido se picó, se llenó de roces violentos (demasiados), a los que el árbitro brasileño, flojito, le encontró una tardía resolución con dos amarillas para los visitantes.

El núcleo defensivo paraguayo fue practicamente inviolable. Pero en el complemento Estudiantes tomó una decisión: había que arriesgar más para ganar. Y la llave estuvo en los cambios. Desde el banco Pellegrino leyó bien lo que pasaba. Metió a Auzqui, un jugador perforante, y completó la idea con la aparición de Luciano Acosta. Con ellos, el León no sólo tuvo más fútbol. También tuvo mejor fútbol.

Pero como desde hace más de 140 años los ingleses decidieron que a este juego se gana con goles, el local se adelantó y empezó el golpe por golpe. Entre Molinas y Aquino abastecieron en las salidas a Libertad y le dieron a Rodrigo López chances. Tuvo tres. Falló en todas. Y del otro lado... Apareció Carrillo, ese delantero que duerme (y juega) con el dedo puesto en el gatillo. Su gol le dio los tres puntos a Estudiantes. Otra vez. Como ante Barcelona de Guayaquil e Independiente del Valle. Siempre Carrillo.

Si ese cabezazo final de Balbuena en el último corner de la noche era gol no hubiese sido injusto. Pero Libertad y Estudiantes, dos que jugaron a guapearse, saben que en la Libertadores no se vive de los merecimientos.