Racing 4 - Guaraní (Paraguay) 1 - Copa Libertadores 2015
EL DELANTERO CONFIRMÓ SU NOTABLE PRESENTE
Bou marcó otro triplete y Racing es pura felicidad
Venció 4-1 a Guaraní de Paraguay, por la Copa Libertadores. El goleador ratificó su notable presente. Milito, su socio, firmó la conquista restante.Doce años debieron pasar para que Racing volviera a encontrarse con esa vieja novia. Esa Copa que alguna vez, allá por el 67, le dio el “sí” al inolvidable Equipo de José. Ya no está el Chango Cárdenas, tampoco el Bocha Maschio. Pero hay tipos que dejan hecha jirones la camiseta de tanto correr, con Ezequiel Videla y Washington Camacho como principales exponentes. Y tiene arriba a Diego Milito y a Gustavo Bou, delanteros que envidarían cualquiera de los clubes que juegan la Libertadores.
Por eso, La Academia tiene la sonrisa ancha en el ámbito internacional. Ya había mostrado su ambición en Venezuela, con un 5 a 0 para el recuerdo ante Deportivo Táchira. Y anoche aplastó a otro rival aurinegro, Guaraní de Paraguay con otro hat-trick de ese entrerriano que llegó a Avellaneda cargado de prejuicios y se transformó en genio y figura. Y volvió a ser decisivo en este Racing que anda de goleada en goleada en la Copa, aunque paradójicamente en el campeonato local no haya pegado ningún grito.
En una jugada, en un movimiento, Racing abrió el cerrojo de Guaraní. Porque después de todo, los apellidos pesan. Y le ganan a cualquier táctica. La mejor sociedad de estos tiempos sigue cotizando en bolsa. Milito y Bou construyeron un grito anhelado. El Príncipe (o Rey, a esta altura) giró como si fuera un bailarín, a metros nomás de la calle Mozart. Zafó de su marca. Y se la dio a Bou, ese volcán en erupción permanente, que pateó de 30 metros. Fue gol porque se desvió en el camino, rozó en un defensor paraguayo. Fue gol porque Alfredo Aguilar no estuvo ducho de reflejos. Fue gol porque Bou se tiene una de ciega.
Ya metió seis goles en la Copa. Ayer, hizo el número 100 de Racing en la Libertadores. Y quedó en la historia. En ese primer tiempo, lo de Racing había sido bueno, con Camacho aguijoneando por la izquierda. Tuvo tres el uruguayo, pero no pudo vencer al número uno de Guaraní. Acuña se repitió enganchando para resolver. Y Videla no quitó tanto. Por eso, Guaraní no pasó sobresaltos. Y se ilusionó con alguna que otra contra comandada por su “10”, el pelado Iván González. Con orden, los paraguayos pelearon el partido. Sin embargo, Santander no pescó una. Igual, dicho está, La Academia generó las situaciones más claras y mereció algún otro festejo antes del final del primer tiempo.
En el complemento, Milito -que había tenido una jugada muy nítida en la primera etapa y había definido con un remate impropio a su jerarquía- se encontró con la pelota solo frente al desguarnecido arco de Aguilar y no falló. Marcó el segundo después de un pelotazo bárbaro de Luciano Lollo -cada vez más firme atrás- y un control notable de Camacho, que habilitó al capitán celeste y blanco.
Ese gol relajó a Racing, que cedió la posesión de la pelota y los paraguayos fueron a buscar el partido con más audacia. Creció Guaraní porque lo permitió su rival y porque Darío Ocampo, que reemplazó a González, se mostró desequilibrante. Pero Cocca corrigió a tiempo el equipo. Se dio cuenta de que los aurinegros tenían pensado atacar por el sector de Iván Pillud. Y reforzó con el ingreso de Gastón Díaz. Acuña dejó la cancha y Camacho pasó a la izquierda. Y falló dos veces frente al arco Bou, tal vez por el exceso de confianza, por esa capacidad de desequilibrio.
Entonces, llegó el gol de Federico Santander, que cumplió con La Ley del Ex, y generó incertidumbres entre los hinchas que coparon el Cilindro. Y se animaron los paraguayos, pero terminaron repitiéndose en centros, buscando una cabeza salvadora. Fue apenas un susto el descuento. En cuanto apretó el acelerador, Racing se lo llevó puesto a Guaraní. Brian Fernández, que había reemplazado a Milito (salió con un esguince de la rodilla izquierda), mostró toda la generosidad que le faltó en Bahía Blanca y asistió a Bou, que marcó el tercero. Y un ratito después, el gran goleador que tiene La Academia recibió en el área y pegó el cuarto grito. Lo que siguió, fue una fiesta de la multitud. No era para menos. El campeón argentino se está acostumbró a golear en la Copa.