Independiente regresó a Primera División
EL EQUIPO DE DE FELIPPE CONSIGUIÓ EL TERCER ASCENSO EN UN PARTIDO TENSO Y CON POLÉMICA
Independiente
Le puso final a su peor pesadilla: otra vez es de Primera
El triunfo ante Huracán terminó con el sufrimiento de una temporada en la B. Jugadores e hinchas festejaron con más bronca que alegría. Volver, sentían todos, era una obligación.Le puso final a su peor pesadilla: otra vez es de Primera
Día: 11 de junio. Lugar: Estadio Unico de La Plata. Clima: enrarecido. Hora: 16.27. Final. Después de 361 días, terminó la pesadilla para Independiente. Se hizo larga, larguísisma la estadía del Rojo en la segunda categoría. Y tediosa: ascendió tercero, a “mil” puntos de Banfield y Defensa y Justicia, en un sufrido partido desempate y tras dejar atrás problemas de toda índole. Quizás, desde ahí, puedan comprenderse esas sensaciones encontradas que brotan entre sus hinchas: están los que lloran de la emoción, los que lloran de bronca por haber visto al Rey de Copas de rodillas y los que sienten que no tenían nada para festejar...
Los que sí se expresaron espontáneamente sin importarles nada de nada de lo que se decía desde afuera fueron los jugadores. Ya después del gol de Francisco Pizzini, el segundo, el que desinfló por completo a Huracán, a los 41 minutos, comenzó el alivio que se extendió cuando Diego Ceballos marcó el final del suplicio.
Lágrimas. Brazos bien altos, casi mezclados con el cielo gris. Unos corren enloquecidamente sin destino fijo. Varios se arrodillan. Los del banco se eyectan. Omar De Felippe, el entrenador que logró cambiarle el rumbo a la cosa, quedó enredado entre sus colaboradores más cercanos: se abrazó con todos y, como era de esperarse, rápidamente se metió en la intimidad del vestuario. Los de camiseta roja corren hacia el arco donde más de 12 mil hinchas no paran de revolear todo lo que tengan a mano de color colorado y de saltar como marionetas. Lo van a buscar al él, al 1, a uno de los máximos responsables de la vuelta. A Diego Rodríguez. El arquero de los guantes seguros quedó debajo de una pirámide humana. Desde afuera, llego el reconocimiento multitudinario para el arquero que arrancó el torneo sentado en el banco de los suplentes (fue suplente de Fabián Assmann en sus primeros tres partidos): “Olé olé olé, Ruso Ruso...”
Hay espuma y cornetas que traen los que no jugaron (Hilario Navarro, Gabriel Vallés, el lesionado Julián Velázquez, Alderete lograron “colarse” en el campo de juego). Los jugadores se suben al arco. El Rolfi Montenegro quedó apretado en un fuerte abrazo con su amigo y socio, Federico Insúa, quien regresó para “esto”. Minutos después, el 10 es llevado en andas por sus propios compañeros. Los grandes, Claudio Morel Rodríguez, Cristian Tula y Hernán Fredes, festejan con sonrisas y con broncas al mismo tiempo. Fueron los más cuestionados en este año. Los chicos del club, los que se criaron en la pensión, son los más efusivos. Cuentan que lo sienten de otra manera, más pasional.
No son gritos. Son alaridos contenidos que bajan. No importa ni la lluvia, ni el qué dirán, ni nada. El desahogo, a esa altura de la tarde, está en cada alma. Los corazones explotan. Todas, absolutamente todas, las dedicatorias son para los de Racing. Imposible olvidarse del clásico rival en estos momentos.
Federico Mancuello, uno de los más mimados en este tormentoso camino, mira al cielo y agradece. Se saca la 11 y se la tira a la platea. No es un acto demagógico. Para nada. Es un simple guiño con la gente que bancó a este equipo.
En el vestuario sigue la fiesta. Hay más espuma. Hay champán, pelucas rojas, cotillón. La fiesta para ese grupo que sufrió es completa. Pasadas las 17 nadie piensa en si está bien o mal festejar. Se festeja y punto. Sólo ellos saben lo que sufrieron para llevar a Independiente a la categoría VIP del fútbol argentino. Un lugar del que no debío haberse ido jamás...
Felicitaciones Rojo!!!