Lanús 1 - Bolívar (Bolivia) 1 - Copa Libertadores 2014
BOLÍVAR LE EMPATÓ EN TIEMPO DE DESCUENTO Y LA REVANCHA SE JUGARÁ EL JUEVES EN LOS 3.600 METROS
Lanús durmió y se impuso una obligación en la altura de La Paz buscará su semifinal
Benítez había marcado la apertura apenas comenzado el partido de los cuartos de final. El equipo de Barros Schelotto ahora deberá convertir al menos un gol para ilusionarse.
Fue un bombazo al entusiasmo. Resultó un grito rival en territorio propio. Ese remate impecable e implacable de William Ferreira fue más que el empate de Bolívar ante Lanús: se trató de un golpe inesperado que modificó el escenario. Ahora el equipo de los Mellizos Barros Schelotto tendrá que ir a la altura de La Paz, ese estigma que queda a 3.600 metros, a ganar. Para poder pasar a las semifinales de la Copa Libertadores tendrá que jugar como cuando ganó la Copa Sudamericana o como en tantas ocasiones recientes. Sabe que puede. Sabe que será complicado.De todos modos no es casualidad que Lanús sea protagonista. Sus tiempos modernos señalan que es el mejor de los representantes argentinos. Parece mentira pero es verdad: subió 20 puestos y está cuarto en el ranking mundial de la Federación Internacional de Historia y Estadística, apenas detrás de Bayern Munich, Atlético de Madrid y Real Madrid. Y en función de eso suele jugar: Lanús busca siempre. Quiere, insiste, intenta, va.
A veces también -en ese recorrido- golpea. Y golpea pronto. Sucedió anoche, en la Fortaleza : a los 7 minutos Lanús ya ganaba. Era su tercera llegada. Fue su primer gol. Ismael Blanco ya había estado cerca de gritar; Oscar Benítez, también. Pero fue el mismo Junior Benítez quien con un remate para todos los aplausos estableció el 1-0.
Ese gol fue una tranquilidad para Lanús. Pero también un motivo para inhibir aquella voracidad inicial. En esta Libertadores parece que el cero en el arco local tiene una relevancia tal que casi todos lo establecen como prioridad. También Lanús, de algún modo.
Siguió buscando, pero no fue profundo y no invirtió demasiado en nombre del segundo tanto. Un detalle cuenta la cuestión: Lanús se sintió más cómodo en la seguridad de Paolo Goltz y de Carlos Izquierdoz -sus centrales- que en las opciones ofensivas que brindaban sus atacantes. Cabe decirlo: Guillermo Barros Schelotto tuvo que recurrir a un trío ofensivo que frecuentemente juega de suplente.
De todos modos, enfrente no hubo un equipo menor: a imagen y semejanza de aquella Bolivia mágica que se clasificó al Mundial de 1994, Xabier Azkargorta armó un Bolívar capaz de sorprender. Se paró en su campo propio sin ofrecer espacios, contó con la experiencia de varios de sus futbolistas para no caer en la depresión tras la desventaja, esperó, se agazapó. Fue adormeciendo a Lanús, le recortó espacios, estuvo siempre atento en defensa siempre con no menos de nueve futbolistas detrás de la línea de la pelota. Lanús se fue enredando en esa búsqueda ajena.
Bolívar buscó su momento. Y lo terminó encontrando. Cuando el partido se moría, cuando sólo quedaban los retazos del tiempo de descuento, el capitán de Bolívar, el uruguayo William Ferreira, estableció el empate. Fue un golazo. Desde afuera del área, con un derechazo impresionante. Hubo una explosión en la tribuna visitante, novedosamente repleta. Bajo el cielo de Lanús, Bolívar y su gente lucían felices.