O’Higgins (Chile) 0 - Lanús 0 - Copa Libertadores 2014
EL EQUIPO DE BARROS SCHELOTTO IGUALÓ 0-0 CON O'HIGGINS Y ESTÁ EN LA SEGUNDA RONDA
Las manos de Marchesín le dieron el pasaje a Lanús
El arquero cumplió una actuación sobresaliente, cuyo broche de oro fue un penal atajado sobre el final del duelo.La noche de anoche no fue el tramo final del Día del Arquero. Sin embargo, no caben dudas de que la de anoche fue la noche de un arquerazo, la noche de Agustín Marchesín, quien con un decisivo aporte, atajando un penal casi al final, tomó con sus manos a todo el equipo y lo condujo hacia los octavos de final de la Copa Libertadores.
Sólo por la estupenda actuación -una vez más- de Marchesín, pudo Lanús evitar una derrota al cabo de la primera etapa. Porque desde el juego y las situaciones de gol, la producción de O’Higgins -conducido por el argentino Eduardo Berizzo- fue marcadamente superior al equipo argentino.
El arquero granate empezó a edificar otra labor extraordinaria desviando un zurdazo de Barriga, que se desvió en su trayectoria al rozar en Izquierdoz. A los 25 minutos voló -su cuerpo se puso paralelo al piso- y manoteó un tiro libre de Opazo que a continuación chocó contra un poste. Poco antes del cierre, sacó por arriba una volea del tucumano Hernández que pareció gol desde todos lados. Y enseguida atajó, sin dar rebote, un cabezazo de Uglessich (ex Vélez), que se elevó y ejecutó sin ser marcado.
El recuento de estas situaciones propicias para abrir el marcador son, además, la síntesis del claro dominio que el local ejerció sobre Lanús. Sin poder cortar en la mitad de la cancha con González-Somoza-Ortiz (así se acomodaron de derecha a izquierda) más la colaboración del paraguayo Ayala, quien de a ratos fue volante y por momento se volcó como extremo derecho, los chilenos, llevados por el armador Hernández (ex Argentinos Juniors), no sólo dominaron campo y pelota sino que hicieron trabajar a destajo a esa línea de cuatro que compusieron Araujo, Monteseirín (el reemplazante de Goltz), Izquierdoz y Velázquez.
En ataque, Lanús produjo una sola llegada con aroma a gol, esa que desperdició Ayala luego de que Silva peleara y ganara una pelota dividida. Antes y después fue una defensa sufrida heroica con su guardavallas Marchesín como bastión inexpugnable.
Desde el crecimiento de Somoza y del Pulpito González, mejoró el semblante del equipo de los Barros Schelotto. Ya no defendió tan cerca de su arquero, hizo pie en la zona del círculo central y recuperó algo en lo referido a la tenencia del balón, aunque el arco de Garcés nunca estuvo lo suficientemente cerca como para hablar de situaciones propicias para gritar un gol.
La pelota parada ejecutada por Opazo continuó siendo una amenaza. El Tanque Silva cabeceó más en su área que en la de enfrente. Y, como para no variar, Marchesín puso sus milagrosas manos como para que otro cabezazo de Uglessich no significara la eliminación.
Sin embargo, la noche tenía reservada para Marchesín un capítulo final. De oro. La discutible mano de Somoza, el penal que ejecutó el argentino Calandria y el vuelo de Marchesín hacia la derecha para desviar el disparo. Claro: con un arquero invencible, no había chances de que fuese gol.