Vélez 0 - Ponte Preta (Brasil) 2 - Copa Sudamericana 2013
EL EQUIPO DE GARECA PERDIÓ DE LOCAL CON LOS BRASILEÑOS Y SE DESPIDIÓ DEL TORNEO
A Vélez le costó resolverlo y Ponte Preta lo dejó nocaut
A los de Liniers les faltó mayor peso en el área rival. El conjunto visitante tuvo su mejor arma en el contraataque.No supo Vélez resolver una situación aparentemente favorable. Dominó en casi todo el terreno de juego en los dos partidos - en aquella instancia de ida en Campinas y en esta vuelta, bajo el cielo de Liniers- pero perdió en ese mágico territorio donde los partidos y los campeonatos se definen: las áreas. Aquel empate sin goles en Brasil se parecía a un aceptable desenlace, pero no. Ponte Preta, que llegó a Buenos Aires pensando que se jugaba una enorme final, fue astuto, se mostró intenso, quiso, se animó a sorprender. Y así, cuando nadie -o casi nadie- lo esperaba se impuso en el Amalfitani. Fue un 2-0 que ahora lo ubica en las semifinales contra su compatriota San Pablo (en consecuencia, en la misma ronda, Lanús enfrentará a Libertad, pese a que anoche perdió 1-0 con Itagüí, de Colombia.
Hay otra verdad de los números: si un equipo no convierte ni un gol en 180 minutos resulta difícil o imposible que acceda a clasificarse entre los cuatro mejores. Complicado de entender, de todos modos: Ponte Preta pelea por no descender en el Brasileirao. Y Vélez es uno de los grandes protagonistas de los días recientes en el fútbol argentino.
Pero no hubo caso. Intentó Vélez, buscó, tuvo la pelota, puso a Rescaldani como referencia en ataque, lo sumó a Pratto. Trató de desequilibrar con Allione y con Cabral desde el mediocampo. Sumó gente en ofensiva. Dominó. Del otro lado, sin embargo, Ponte Preta supo neutralizar esa búsqueda. Fue lúcido para resolverlo. Tuvo una enorme capacidad para recortarle espacios al rival, se cerró de manera óptima, lo obligó al equipo de Gareca a tirar centros y a patear desde afuera. También se mostró capaz de aprovechar las grietas ajenas. El Vélez de las necesidades brindó espacios a consecuencia de que de debía ganar para pasar. Y dentro de ese panorama se desarrolló un partido que, más allá del asombro del resultado, bastante tuvo de lógica: cuando en los últimos metros se fracasa, la victoria y/o el objetivo quedan demasiado lejos. Lo sabe Vélez. Y por eso, la Sudamericana ya dejó de ser un ámbito propio.
Ponte Preta contó con otra virtud gigante: su estupenda capacidad para contraatacar. Cuando Vélez se venía y dominaba y lo hacía jugar tan cerca de su arco, el conjunto del Estadual Paulista tuvo velocidad supersónica para sorprender. Y también para golpear: en el inicio del complemento, apareció Elías -la figura de la cancha- para ponerle número y moño a la astucia. Ese gol resultó también otra de las claves: a partir de entonces, el conjunto brasileño se convenció de que podía, de que tenía con qué. Incluso más allá de lo que en su versión local los resultados lo exhiben como un equipo endeble.
Ya no había posibilidad para la paciencia de Vélez. Era a todo o nada. A dos goles o eliminación. Intentó cambios ofensivos el entrenador (fueron entrando en el recorrido del segundo tiempo Cáseres, Insúa y Copete), pero no alcanzó. Entre el azar, el palo, el arquero Roberto Tigrao y la falta de precisión, Vélez se quedó en cero. Y ese cero lo terminó condenando.
El final fue estrictamente eso: un final para el equipo de Liniers en la competición que había abrazado como prioridad en el semestre. Otra sorpresa ofensiva de Ponte Preta, pura eficacia de Fernando Bob, y dos a cero. Ya no había vuelta atrás. Vélez se quedaba con la Copa vacía. Sin nada. En el contorno habitaba el inevitable desencanto. Un tal Ponte Preta -club sin relevantes antecedentes continentales- le había robado la pretendida fiesta.