Vélez Sarsfield Súper Campeón Torneo 2012/2013

EL GANADOR SE CLASIFICÓ PARA LA LIBERTADORES 2014, PARA LA SUDAMERICANA 2013 Y PARA LA SUPERCOPA

Y Vélez se hizo Súper

Con un golazo de Pratto y con diez jugadores durante una hora, se quedó con el duelo de campeones frente a Newell’s. Fue 1 a 0 en Mendoza. Y Sosa le tapó un penal a Scocco.

Ahí está Vélez, otra vez en esas escenas que cuentan a un vencedor. Ahí está, el club de Liniers, con otra Copa entre los brazos en alto de sus futbolistas. Grita, con las manos sumándose a las cercanías del cielo mendocino, ese hombre que ya es un Tigre de la historia, Ricardo Gareca. Cantan hasta la disfonía de los días siguientes esos hinchas que volvieron a creer y peregrinaron hacia Cuyo con la confianza del que sabe que puede. Es el desenlace de la Súperfinal. Es el principio del festejo para el más campeón entre los campeones del fútbol argentino en la temporada.

Detrás de ese cuadro feliz, quedó una sensación: Vélez supo reconstruirse a sí mismo durante noventa minutos y un poco más. Sí, el Vélez del semestre a los tropiezos le dejó lugar al otro, al equipo bravo y convencido que ya se había consagrado en diciembre, en el Inicial. Después de un golpe a cada paso (20 puntos de 57 en el Final más las eliminaciones en las Copas Libertadores y Argentina), el plantel de Gareca estableció esta cita ante Newell’s como el objetivo prioritario. Pensó en este partido, lo imaginó, dosificó esfuerzos en la antesala y lo asumió como una final. Por eso, no fue sorpresa que en el primer cuarto de hora fuera Vélez quien impusiera sus condiciones ante el último campeón.

Quiso la pelota, jugó con intensidad, buscó, llegó, golpeó en un momento clave, al principio. Primero, anunció que quería todo con ese tiro libre de Fernando Gago que tan cerca pasó. Luego, a los ocho minutos, Emiliano Papa apareció por la izquierda, lo vio llegar a Lucas Pratto, se la tocó y el grandote definió como un delantero de elite.

Lo que pasó luego resultó previsible: Newell’s -obligado- tuvo que abandonar su idea de la espera paciente. Y fue. E intentó. También llegó. Entonces, cuando el partido se estaba rearmando apareció otra jugada fundamental en el duelo de campeones. De algún modo, el otro gol de Vélez. Llegada por la izquierda de Maxi Rodríguez, agarrón de Fabián Cubero, penal y segunda amarilla para el defensor. El partido, en ese instante de casi tres minutos entre la falta y la ejecución de Ignacio Scocco, parecía cambiar completamente de rumbo.

Pero no.

Pateó el mejor jugador del último torneo (también el goleador), Sebastián Sosa -pura intuición- voló hacia su izquierda y mandó al córner el remate.

Iban 30 minutos. A esa altura, el recorrido del partido restante tenía el carácter de una obviedad: Newell´s al ataque con todo (sus laterales ya dejaron de jugar como defensores, por ejemplo) y Vélez con la intención de recortarle espacios. Y en ese camino sucedieron dos verdades: la primera, el equipo de Gerardo Martino no mereció perder, al cabo, por los méritos ofrecidos. Su derrota no lastima en nada la sensación de que es el mejor equipo de estos días, en términos del juego. La segunda, Vélez se defendió con mucha solvencia, liderado por Sebastián Domínguez, con la confianza en alza y con las manos firmes de Sosa. Y en esa monotonía del que iba como podía y del que se defendía con todo lo que tenía aconteció un desarrollo que no desmintió el flojo momento del fútbol argentino en cuanto a su ámbito local. Emociones al margen.

Y resultó así hasta el final. Hasta ese último suspiro que tanto se pareció a un desahogo feliz hecho canción. Allá, en la tribuna -en ese pequeño mundo azul y blanco- se escuchaba el himno de la alegría: “Soy del barrio de Liniers / lo sigo a Vélez a todos lados / hoy no podemos perder ...”).

Y no perdió, claro. Todo lo contrario. Otra vez, Vélez tuvo una cita con la consagración. Y ahí anda, por las calles de Cuyo, repartiendo un grito orgulloso: el de campeón.

Felicitaciones Fortín!!!