Vélez Sarsfield Campeón Torneo Inicial 2012
SE CONSAGRÓ EN EL INICIAL VENCIENDO A UNIÓN CON LA CONTUNDENCIA DE FERREYRA
La justicia de otro título para un club ejemplar
Después de un primer tiempo en cero por el nerviosismo general, el equipo de Gareca golpeó de entrada en el complemento. Se serenó con la buena noticia que llegó del Monumental y celebró con el golazo que selló el triunfo.Inatajable, demoledor, suficiente, el cabezazo de Facundo Ferreyra, cuando el segundo tiempo empezaba a desperezarse, respondió esa pregunta que anduvo hamacán- dose desde temprano por Liniers: ¿Cuánto tardará Vélez en hacerle el primer gol a Unión y dar el último paso para ser campeón? Ahora sí: el muy buen equipo de Ricardo Gareca -aunque ayer no se mostró en su mejor versión- es un campeón que le hace mucho bien al fútbol argentino. Porque Vélez es a nuestro fútbol algo similar a lo que René Favaloro fue a la medicina nacional.O lo que León Gieco y María Elena Walsh significarán por siempre para la música argenta. O lo que el Negro Roberto Fontanarrosa aportó a la literatura popular. Y mientras más de uno de los tradicionales cinco grandes se caen a pedazos, la ocasión es oportuna para preguntar: ¿Qué falta y cuánto tiempo debe pasar para que la institución a la que un único José Amalfitani le trazó un destino singular pase a integrar el selecto grupo de los grandes-grandes del deporte más popular de los argentinos? El flamante campeón empezó su tarea con el acelerador a fondo. No llegó Pratto en la primera, un tiro libre de Papa se fue apenas por arriba, Ferreyra desvió una volea desde el punto del penal, una media vuelta del Chucky salió ahí de un poste y un misil recto de Cerro le hizo vientito al poste de la mano derecha de Perafán.
A continuación, Unión empezó a sacar la cola del área grande, dividió la pelota en la mitad de la cancha con el despliegue y la decisión de Pérez, Bruna, Donnet y Montero (fundamental para llegar antes a los rebotes) y todo Vélez, el de adentro y el de afuera, sintió que la tarde traería algunas complicaciones que no estaban previstas. Junto con los murmullos y los nervios ataviados de azul y blanco aparecieron en el juego las diagonales de Jara y Franzoia como para poner en el área de Sosa una cuota de dramatismo que, como siempre, resulta un ingrediente esencial.
Cuando el corazón de Vélez latía demasiado fuerte y las ideas se iban bloqueando o no aparecían, emergió, como tantas veces, la enorme jerarquía de Sebastián Domínguez para cubrir un espacio mal cubierto con un cruce oportuno, emprolijar la salida con un pase con ventaja para el receptor y acomodar al compañero con la indicación justa. Los del Fortín se fueron a los vestuarios convencidos de que habían pensado poco y elaborado bastante menos de lo necesario para resolver la cuestión. En la suma y resta de estas causas viven las razones de por qué el primer tiempo terminó 0-0 entre un equipo que en la tabla de posiciones le llevaba al otro 29 puntos de ventaja. La actualidad del campeón del Inicial empezó a aclararse a partir del cabezazo goleador de Ferreyra.
Antes del primer grito, un zurdazo combado de Bella rebotó en el travesaño. Y después de la apertura del marcador, Perafán manoteó otro disparo de Bella que buscaba un ángulo para meterse. Como Pumpido sabe que su Unión se va al descenso salvo que un milagro divino suceda en Santa Fe, recurrió a un cambio que, además, significó modificar el sistema táctico. Entró Moreno para fortificar la mitad de la cancha y salió el zaguero central Barisone, por lo que los santafesinos pasaron a defender con tres. Sosa le tapó a Moreno una pelota para celebrar tanto como un gol de Ferreyra y Franzoia erró un gol, con remate frontal desde la línea del área chica, propio de un equipo que va a perder la categoría.
Andaba Gareca decidiendo los ingresos del pibe Romero y del colombiano Copete cuando un visceral estallido popular voceó las mejores noticias que podían llegar desde el Monumental. Al tiempo que la gente se eyectaba de su punto de apoyo en este lugar de la tierra, Pratto se movió como el complemento de un delantero principal y Ferreyra supo que la gloria lo esperaba a continuación de un zurdazo magistral.
La tarea estaba cumplida y el pitazo final de Vigliano no sólo cerró un partido sino también un campeonato. Esta corona de Vélez, probablemente impensada después de la sangría que significó la partida del Burrito Martínez, Ortíz, Barovero, Zapata y Augusto Fernández, es como una fotocopia a repartir entre tanto desatino que colorea el fútbol argentino. Es el producto de un club modelo, no inmaculado pero sí ejemplar. El telón de una conducción en la que su cabeza de grupo, Ricardo Gareca, hace de la simpleza un modo de vida. Es demostrar que con pibes también se ganan campeonatos. Es entender que grande es la obra y grandes son los autores.