Tigre 0 - San Pablo (Brasil) 0 - Ida Final - Copa Sudamericana 2012
EMPATE SIN VUELO Y SIN GOLES EN LA PRIMERA FINAL
Tigre no pasó del cero ante San Pablo, pero su sueño sigue
El equipo de Gorosito fue tímido al principio y mostró más audacia en el segundo tiempo. Sin embargo, no le alcanzó para quebrar a un rival que confía en salir campeón de local.Jugar la final de la Copa Sudamericana fue un espaldarazo grande para Tigre, ese tenaz y entusiasta equipo argentino centenario en años pero púber en disputas de gran relieve internacional. El rival, San Pablo, un coloso de América imponía respeto. Pero acaso, ¿no lo respetó demasiado? ¿No regaló el primer tiempo? Cuando se animó, dio la sensación de que podía. Sin embargo, ya era tarde... De todas maneras, el cero a cero ni lo acerca ni lo aleja del gran objetivo. Un objetivo que se definirá el miércoles en el mítico Morumbí.Con fiereza desmedida arrancó la primera final, especialmente del lado de Tigre. Los dientes apretados y los músculos tensos conspiraron contra el buen espectáculo. Todo fue trabado, desprolijo, sin sociedades ni ataques de peligro. En un palco, Juan Román Riquelme miraba sin entretenerse.
Un par de tiritos de larga distancia de Lucas que ni llegaron a inquietar a Damián Albil. Quizás, la más clara, estuvo en los pies de Luis Fabiano. Un zurzado cruzado quedó en las manos del arquero. Esa jugada fue un puñado de minutos antes de la expulsión del delantero brasileño Luis Fabiano y del defensor Alejandro Donatti por agredirse mútuamente.
Después de los manotazos, de las patadas que no arribaron a destino y de las insultos cruzados en portuñol , se calmaron los ánimos y el desarrollo del partido pareció que se “armaba”. Sólo pareció...
En Tigre, las trepadas de Martín Galmarini no prosperaron. Lucas Orban se dedicó más a defender que a atacar. Y Rubén Botta, el desequilibrante, estuvo ausente y desconectado de Ezequiel Maggiolo. San Pablo fue puro toqueteo en el medio pero sin profundidad.
Los volantes brasileños recuperaban la pelota rápidamente. La hacían circular pero pocas veces lograban ese pase al vacío para dejar a Osvaldo o Jadson enfrente del arquero. Para remarcar: a los 33 Bruno Cortes avanzó por la izquierda a puro firulete y después de dejar en el piso a Norberto Paparatto sacó un centro rasante que no encontró receptor en el área.
En el final de la primera etapa Tigre le perdió el respeto a su rival. Con dos remates desde lejos inquietó al interminable Rogerio Ceni. El primero fue de Gastón Díaz. Arriba. El segundo estuvo en la derecha de Diego Ferreira. Cruzado, cerquita. Sólo eso...
El inicio del segundo parcial tuvo las mismas particularidades que el final del primero. Tigre se despojó de los nervios y lo arrincó a San Pablo contra su propia área. Es cierto que no generó situaciones. Tan cierto como que los centros que llovían de un lado y del otro causaron algún susto. Los grandotes Mariano Echeverría y Paparatto, ganaron bastante de arriba pero no tuvieron puntería.
Se afianzaron en el medio Ferreira y Díaz. Le cortaron los circuitos a los brasileños que, a esa altura, se habían quedado sin fuerzas para salir de contra.
Recién al promediar el complemento San Pablo, ya con Cicero en la cancha, intentó adueñarse de la bola. Adelantó sus líneas unos metros. Pocas veces utilizó el pelotazo para avanzar. Pero esos intentos chocaron con esa línea de tres que en realidad era de cinco. A tal punto que no generó ni una sola jugada de peligro. Ni una. Ni siquiera repitió la fórmula del principio, la de probar desde afuera.
En los últimos minutos, sin piernas ni ideas y con muchos temores, hubo una especie de pacto de no agresión. No fue uno. No fue el otro. Tigre y San Pablo quedaron a mano en el primer chico.