Argentina 3 - 1 Paraguay - Eliminatorias Brasil 2014
LA SELECCIÓN FUE CONTUNDENTE Y QUEDÓ COMO ÚNICO PUNTERO
Argentina rompió el maleficio y mira a todos desde arriba
Llevaba 39 años sin ganarle como local a Paraguay. Pero esta vez no hubo equivalencias.
Buenas noticias ha dejado la Selección en su paso por Córdoba: Messi continúa jugando al nivel de crack, el conjunto ha crecido lo suficiente como para decir que ya se puede hablar de estructura confiable, la defensa -sin elogios para despilfarrar- rindió al nivel de que Romero no sacó ni una bola de peligro y, cumplida la séptima fecha de las Eliminatorias para Brasil 2014, sí señores, ha salido el sol nuevamente: la Argentina ocupa el primer puesto de la tabla de posiciones.Buen paquete de realidades para celebrar el primer año de Alejandro Sabella al frente del equipo nacional, que anoche le pasó por arriba a Paraguay con la abismal diferencia que existe entre un futuro protagonista del Mundial de Brasil contra un país que difícilmente llegue a clasificarse para esa competencia.
Ese Messi esplendente de la segunda etapa terminó de asegurar un triunfo que jamás corrió peligro. Ese movimiento en el que el Messi más puro y genial se cruzó con el Maradona más genuino, para que la pelota, picada de zurda ante Villar, rebotara injustamente en un poste fue el anuncio de que algo diferente iba a suceder en el juego. Hasta que el minuto 19, siempre a lo Messi pero cada vez más parecido a Diego, el jugador más diferente que tiene el mundo futbolístico incrustó un tiro libre en el lugar que Justo Villar sabía que iba a entrar y nunca podría contener.
Después, desde la pelota, con Gago como dueño de ese primer pase que le asegura limpieza al movimiento y Di María agigantado para cambiar el ritmo a la salida del círculo central, la Argentina sometió a los paraguayos a un ir y venir detrás de la bola, mirándola pasar de cerca pero sabiendo que recuperarla era poco menos que una utopía.
Higuaín desperdició el cuarto porque pateó a las manos de Villar y Palacio no festejó el suyo porque la zurda le sirve para poco más que para no caerse. Guiñazú entró para solidificar la mitad de la cancha y la Argentina siguió afianzándose con la pelota, emprolijando cada salida desde el fondo, salvo algún pelotazo imprescindible que partió de los pies de Romero.
La mitad del rostro de la Selección que siempre dispara una esperanza, esa mitad que vive con una sonrisa pintada, fue decisiva otra vez para resolver la primera mitad del duelo con Paraguay. Apenas habían pasado los dos primeros minutos, cuando Di María transformó un rebote con poco futuro en un golazo, clavándola de zurda -luego de rozar en Lavezzi- en un ángulo. Después, tras el error de Braña (mano insólita) que derivó en el penal que convirtió el argentino Fabbro, cuando los paraguayos se estaban acomodando a correr, golpear y defender, Higuaín encontró un despeje imperfecto de Richard Ortiz y cruzó su disparo de derecha con la precisión y con la contundencia de un goleador que frente al arco suele equivocarse poquito.
La otra mitad de la cara de Argentina, esa que sonríe poco porque padece demasiado, esta vez mejoró su imagen, al menos en la etapa inicial. Salvo algún cabezazo, como el de Antolín Alcaraz que se fue desviado, Campagnaro-Fernández-Garay-Rojo protegieron bastante bien a Romero. Y fueron prolijos, además de serenos, para jugar siempre buscando el mejor destino de la pelota.
Hubo un tiro de esquina que Di María no lo hizo olímpico porque Villar reaccionó justito y un tiro libre de Messi explotó contra un palo cuando el arquero estaba liquidado.
A pesar de que no es tiempo de un juicio definitivo, esta Selección no solamente parece haber salido definitivamente de la etapa de turbulencias sino que ahora demuestra un crecimiento lento pero continuo. A tal punto que parece inminente la llegada de los días de brillantez. Sobre todo porque con este Messi, siempre sale el sol. Seguro que sale el sol.