Independiente 0 - 0 Boca - Copa Sudamericana 2012

UNO DIO EL GOLPE PARA EMPEZAR A SALIR, EL OTRO SUFRIÓ UN IMPACTO MUY DURO

Independiente volvió a la alegría y dejó vacío a Boca

Con el 0 a 0 en Avellaneda, eliminó a un rival que no pudo ganar aunque tuvo un tiempo entero a un jugador más.

Aunque la oscuridad acose y parezca que no hay salida posible, siempre vale creer. Esa es la única fórmula para no resignarse, para pelear, para insistir, para descubrir una luz de esperanza. Si no lo sabía, lo aprendió anoche Independiente en esta segunda fase de la Sudamericana. Con el acoso del terror del descenso, con un clásico perdido sin respuestas ante Racing, con 12 partidos sin ganar, con la tibieza que representa no haber convertido goles en el Inicial, con la renuncia del técnico y con un hombre menos durante casi un tiempo, a pesar de todo , Independiente no se dejó arrastrar por esas olas negativas que lo envolvían. Y coronó la celebración del alivio.

¿O acaso esa locura del final no se pareció a un desahogo absoluto? Entendió Independiente que no todas son malas. Que las caricias no son sus enemigas. Ahora se hará cargo del equipo Américo Gallego, el último DT que lo hizo campeón. Y justo cuando firmó su regreso, por más que haya observado desde un palco, aterrizó una buena noticia en la cancha, ante un poderoso como Boca con el que se vive discutiendo la supremacía copera. Detalles para avalar la ilusión. Todo ocurrió en un contexto futbolero muy diferente al de la Bombonera. Esta vez no hubo tantos errores. Esta vez no hubo goles. Esta vez casi no hubo situaciones.

Independiente cambió en su consistencia. No ofreció tantos espacios entre las líneas de volantes y defensores. No le allanó el camino a Boca. Le dividió el desarrollo y la pelota en el primer tiempo, sabiendo que el empate hasta en dos goles le servía por los tres gritos pegados de visitante. Entonces, con el equilibrio de Vargas como mediocampista central, con el aporte del Malevo Ferreyra por la izquierda y con las seguridades de Tula, Independiente no tambaleó. Así, en esa etapa inicial, sólo se asustó una vez, por una media vuelta desviada de Silva, tras una pelota bajada de cabeza por Viatri. Y punto.

Carecía de frescura Boca. Ledesma no explotaba por la derecha. Chávez no se hacía cargo de la elaboración como enganche. Sánchez Miño, esta vez, no rompía el molde de la corrección. Y por los costados no había sorpresa porque los laterales pasaban poco y porque el doble 9 colaboraba para centralizar el juego.

Falcioni no perdió tiempo. Observando la realidad de Boca y atento a que Tuzzio se hallaba amonestado y a que Morel no transmitía solidez a pesar de que lo atacaban poco, el Emperador mandó a la cancha a Lautaro Acosta, por Chavez. Un delantero externo joven, rápido, con chispa, para lastimar por la zona de esos dos defensores experimentados. Y parecía que esa era la solución para Boca. Porque en un minuto, Acosta metió un desborde con un buen centro y enseguida, tras un pase corto de Morel, aceleró y provocó la expulsión de Tuzzio.

Así como Independiente no aprovechó la roja de Schiavi en la Bombonera, esta vez Boca chocó contra esa piedra y desperdició la ventaja de jugar con uno más casi todo el segundo tiempo. Lo mejor Boca lo generó en jugadas con pelota detenida. Tula no podía contra todos. Así cabecearon Viatri, Somoza y dos veces Silva desde buenas posiciones, pero sin puntería. Encima, en la chance en tiempo adicional, Silva pateó al cuerpo de Navarro. Boca no halló nitidez ni con el ingreso del pibe Paredes, quien había brillado en Santa Fe. Inclusive Independiente contó con la ocasión más clara: el centro de Ferreyra que Vidal, solo, pifió.

¡Cuánto influyó el error conceptual de Clemente en el cierre de la ida, haciendo ese penal insólito! A Boca lo dejó sólo con el torneo local y con las debates que se vendrán. ¿Doble 9 o uno por adentro y otro por afuera? ¿Con o sin enganche? Y los fastidios de los que no jugarán. Independiente empieza otra historia. A pesar de esta alegría, no debe desenfocarse. Mantener la categoría es la prioridad. El tiempo dirá si esta celebración del alivio marcó un antes y un después, o fue apenas un espejismo.