¡River volvió a Primera y es Campeón!
Campeón y a Primera. River le ganó 2-0 a Alte. Brown con dos goles de Trezeguet.
De la angustia a la justicia
Por qué tenía que ser de otra manera este epílogo? ¿Por qué debía ser un trámite este último escalón al cielo? Si durante estos 363 días, desde aquel 26 de junio en el que Belgrano lo puso de cara al infierno de la B, River sufrió cada noventa minutos como nunca antes en su centenaria historia. Si empapó de lágrimas a sus hinchas, si les despertó crisis de nervios y ansiedades, ¿por qué Almirante Brown iba a ser apenas un invitado a la fiesta de bienvenida a Primera? Le costó un tiempo en el que sus futbolistas parecieron jugar con el peso del Monumental en sus espaldas, casi petrificados como esos fanáticos que no podían creer cómo Cavenaghi y Trezeguet se perdían entre pelotazos y murmullos, cómo el equipo era igualito a un auto de alta gama acelerado con el freno de mano.Sí, no podía ser diferente este encuentro, el que marcó la despedida de una categoría que jamás imaginó disputar. Si hasta erró un penal Trezeguet, el mismo que hace una semana había tomado la pelota en Santa Fe, el que permitió que pateara el Chori Domínguez, el que tapó un ilustre desconocido de apellido Bértoli. Como para que esta página negra se escribiera con la tinta más dramática. No hubiera sido, claro, una novela a la medida de este River campeón.
Eso sí, aunque el torneo no haya sido un best seller , este capítulo tuvo el mejor cierre. Con la diestra pluma Trezeguet, quien deberá compartir derechos de autor con Rogelio Funes Mori, determinante en la última página de este libro. Porque le dio un final feliz a una fábula que, en el primer tiempo especialmente, tenía un desenlace incierto. Almeyda, siempre cuestionado, también merece el crédito. Porque rompió borrador y tuvo el coraje de prescindir del capitán y goleador. Fue clave el cambio.
Porque Rogelio -y en menor medida Ocampos, quien reemplazó al desabrido Maestrico - le dio el ritmo y variantes a un River que se había mostrado atado a la tensión en el prólogo del partido. Entendió que había que mostrar otra actitud el Mellizo . Al margen de los horrores de Alejandro Toia, un árbitro que no es la primera vez que se equivoca cuando dirige una camiseta pasada. Porque hubo doble offside en el primer gol, con mayor responsabilidad del asistente Fabio Quiroga. Aunque la definición empañó el ilícito porque esa pared entre Funes Mori y el francés se resolvió con un zurdazo inatajable para Monasterio.
Dio vuelta la hoja River. Y le ganó la pulseada a Brown en el medio, con el criterio de Cirigliano y la entereza de Ponzio. Y no padeció atrás porque su rival nunca tuvo un gramo de fútbol. La estrategia del equipo de Giunta fue jugar con la desesperación de su rival, agrupado con dos líneas de cuatro, apostando a la creatividad del Pipi García, ayer desangelado, y el oportunismo de “su” Daniel Vega. Pero la única que tuvo fue un cabezazo de Iván Centurión, interesante volante externo, que tapó el Daniel Vega ajeno. Después, River se sostuvo en las seguras manos de su número uno.
Entonces, River no se asemejaba nada al River de los últimos partidos, ni siquiera al que transitó todo el campeonato, el de la búsqueda intensa. Quizá, por ese temor a quedar expuesto atrás, donde se exhibió muy frágil Vella. Hasta que entró Rogelio, claro, y llegó el primer gol de Trezeguet. Para no depender de ningún otro resultado. Y armó un jugadón Ocampos -caño incluído- que salvó Monasterio. Y un cabezazo de Rogelio chocó contra sus manos. Y hubo penal de Ortiz a Aguirre en la imaginación de Toia y falló David, nada menos. Pero el Mellizo estaba inspirado. Y le dio revancha al francés. Y llegó el fin. Para soñar con otra historia. Una que tenga una pizquita de color de rosas.