Emelec (Ecuador) 0 - 2 Lanús - Copa Libertadores 2012
VENCIO EN GUAYAQUIL CON DOS GOLES DE MARIO REGUEIRO Y POR AHORA ES EL LIDER DEL GRUPO 2
Lanús dio un paso grande
El equipo de Schurrer logró acomodarse en la Copa y renovar el ánimo de cara al duelo del domingo con Boca.
Lanús enterró fantasmas en Guayaquil. Después de cuatro derrotas seguidas en el Clausura, encontró en la Copa Libertadores una razón para modificar el escenario: venció 2-0 al Emelec y se convirtió en líder del Grupo 2. Los dos goles de Mario Regueiro -uno al principio; otro al final- le ofrecieron también a Gabriel Schurrer cierto crédito renovado y más tranquilidad.Lo sabía antes de comenzar: esta cita bajo el cielo de Guayaquil tenía el carácter de una final. Era simple: la victoria significaba la punta; la derrota les abría la puerta a todas las complicaciones. En ese contexto, Lanús salió a jugar a la altura de las circunstancias: comenzó el partido sin inhibiciones, no se refugió cerca de Agustín Marchesín y buscó cada vez que vio un espacio. Y encontró un premio valioso muy pronto: a los cinco minutos, con una jugada preparada, se puso en ventaja. Tiro libre sobre el costado izquierdo del ataque, toque de Diego Valeri, distracción de todos, aparición sorpresiva de Regueiro, remate fortísimo, travesaño y gol.
Ese arranque representó un indicio favorable. Pero pronto, en ventaja, Lanús comenzó a ceder protagonismo y espacios. Y la consecuencia fue previsible: comenzó a padecer. Sobre todo, en el tramo inmediatamente posterior al gol inaugural. En dos minutos, Lanús se salvó tres veces en situaciones que rozaron el milagro. A los 13, Luciano Figueroa -absolutamente solo bajo el arco, tras un centro de Enner Valencia- se lo perdió de manera increíble. Dos minutos después, hubo una llegada de doble peligro para Emelec: primero, Marchesín tapó un mano a mano con Figueroa; en el rebote, Fernando Giménez la pateó afuera desde una posición inmejorable.
Le costó a Lanús contener al Emelec. Sin embargo, el equipo ecuatoriano perdió intensidad en la segunda mitad del primer tiempo y eso favoreció los intereses del equipo de Gabriel Schurrer. Sufrió menos, en definitiva. Y hasta estuvo cerca de capitalizar un contraataque a través de Regueiro, quien no llegó a definir y reclamó un penal que el árbitro no vio.
Ya en el segundo tiempo, Lanús procuró hacer lo que más le convenía: trasladar el desarrollo no tan cerca de su propio arco. Y lo consiguió durante la primera media hora, en la que Emelec no encontró otro recurso que no fuera el centro al área, a modo de pelotazo largo. Así, el equipo local facilitó la buena tarea del arquero Marchesín y de los dos centrales, Paolo Goltz y Diego Braghieri. La otra fórmula -ya más cerca del final- fueron las pelotas paradas y algún remate desde lejos. Las jugadas de peligro, en la segunda mitad, fueron una ausencia.
Julio Fleitas buscó variantes con lo que tenía en el banco -incluyó a Pablo Palacios, Efrén Mera y Polo Wila-, pero los resultados fueron los mismos que en cada intento anterior: un tropiezo tras otro en las cercanías del área. Sin elaboración, sin juego asociado, sin sorpresa. Lanús, agazapado, esperó su chance. Y la tuvo: cuando faltaban cinco minutos, Regueiro transformó en gol un penal que le habían cometido a Mariano Pavone. Así, Lanús -sin brillos, sin vuelo- se terminó llevando un triunfo clave. Que le permite reformular su situación en la Copa. Y relanzar su entusiasmo. Nada menos.