Boca 2 - 0 Arsenal - Copa Libertadores 2012
CON UNO MENOS, POR LA EXPULSION DE SOMOZA, EL EQUIPO MOSTRO CARACTER E INTELIGENCIA PARA SUPERAR UNA PRUEBA DIFICIL
Boca sacó su personalidad de campeón en el peor momento
Pegó en dos instantes clave, en el segundo tiempo, y se acomodó para pasar a los octavos de final.
Es la Libertadores, es Boca y es la Bombonera. Y con ese combo, todo es posible. Puede suceder que Boca despierte cuando no le encuentra la vuelta al partido y cuando encima se queda con un hombre menos. Puede ocurrir que ese goleador contratado como estrella, Silva, redondee su octavo partido sin convertir, pero se retire ovacionado por sus participaciones dulces e inteligentes en los dos festejos, con pases a lo Riquelme. Puede pasar que un desarrollo híper adverso, que parece alejarlo de la clasificación, se transforme en una victoria de colección, que le permite viajar a Río de Janeiro aliviado y sabiendo que saltará a octavos apenas con un triunfo como local en el cierre del grupo, ante el modesto Zamora.El click fue el minuto 37. Hasta ahí, Arsenal estaba cómodo con su 4-4-2. Boca no controlaba la situación. Riquelme era intermitente. Mouche desbordaba, pero fallaba en los centros. Silva en el área no la tocaba, pero era valioso pivoteando. Los marcadores laterales no pasaban. Ledesma y Erviti, imprecisos. Y los defensores, más Somoza, cometían demasiadas infracciones considerando la poca pimienta rival. Y en una de esas faltas, Somoza bajó a Carbonero en una contra, recibió la segunda amarilla y la correcta expulsión.
Ahí, al borde del abismo en la competencia que lo obsesiona, Boca destapó su personalidad de campeón y su jerarquía individual, impulsado por una multitud hirviente. Así supo jugar aprovechando las capacidades propias, el cóctel de sensaciones entrecruzadas y los miedos de un Arsenal que no se atrevió a abandonar su rol inicial de co-protagonista para aceptar el de protagonista que las circunstancias le ofrecían.
Expulsado Somoza, todos en Boca jugaron cada pelota como si fuese la última, pero siempre pensando. Con garra y con cerebro. Erviti se corrió de volante central y Mouche, de volante izquierdo. Riquelme flotó como mediapunta. Todos cambiaron el chip. Paradigma del esfuerzo y de la astucia para cubrir espacios fue Erviti. Despliegue entregó Mouche.
Schiavi e Insaurralde, más allá de un par de centros, se hicieron impasables de arriba. Orion transmitió seguridad. Ledesma contagió. Román administró. Y Silva jugó para el equipo aunque el equipo nunca lo hizo para él. En un momento clave, en el arranque del segundo tiempo, castigó Boca: toque de taco de Silva, tiro de Riquelme, tapada de Campestrini y aparición con fe goleadora de Ledesma, como en Sarandí. Nunca Arsenal se recuperó. Y Boca lo sostuvo con sus armas.
Falcioni no sólo acertó con la titularidad que le dio a Ledesma y con el diseño del equipo con uno menos. También le dio el oxígeno necesario con los ingresos en el cuarto de hora final de Sánchez Miño y de Cvitanich, por los exhaustos Mouche y Riquelme. ¡Lo que se hubiera dicho del DT si en un centro Arsenal empataba y Román no estaba en cancha!... Pero Boca, con otra perla de Silva y con una resolución de Sánchez Miño, cerró su fiesta a lo grande, avalando su esencia copera.