Argentina 4 - 0 Albania
LA SELECCIÓN SE TOMO EN SERIO EL ENSAYO Y SE DIO UN BAÑO DE OPTIMISMO POR SU FUNCIONAMIENTO Y CAPACIDAD OFENSIVA
Buenas señales a pesar de la debilidad de los albaneses
La intención de jugar, que marcaran los cuatro delanteros y la identificación con la idea del técnico.
Si se tomara de buena manera la frialdad de afuera podría decirse que se debió a que lo ofrecido en la cancha se parecía a una función de ballet en el Colón y no valían la pena los desbordes sonoros. Si se tomara en cuenta, estrictamente, el escaso potencial futbolero de Albania, el rival previsto, habría que relativizar el juicio laudatorio, cuidar los elogios, no caer en la tentación de creer que ya se encontró la fórmula infalible de juego para la Copa América. Pero fue una presentación de la Selección en un amistoso, como otras veces. Frente a un rival débil, como otras veces. Pero esta vez dio bien el balance. Porque hubo cuatro goles de diferencia en el marcador. Y porque esos goles los marcaron los delanteros reales que estuvieron en la cancha: Lavezzi, Messi, Agüero y Tevez. Es un buen síntoma ése.Sin embargo, importa más la intención futbolera y la sucesión de aciertos, como si esta vez el discurso de Sergio Batista, el entrenador, se hubiese reflejado nítidamente en el campo: la posesión de la pelota como argumento innegociable. Pero para ejercerla había que emplear una presión ordenada y solidaria para recuperar la pelota. Y después sí: la magia incomparable de Lionel Messi para imponer habilidad y vértigo en el cambio de ritmo en tres cuartos de cancha, con una actuación superlativa. Pero no solitaria. Porque Ever Banega fue el socio necesario en la elaboración de las jugadas ofensivas, de las paredes, de las distracciones. Y contaron con el respaldo de Macherano y, en menor medida, de Biglia, en función de interruptores. Seguros Burdisso y Milito, dispuestos a anticipar y acoparse en el circuito. El oficio de Zanetti en un lateral y algunos destellos del chico Rojo, en el otro.
Y un participativo Lavezzi, mejor entonado que Di María. Messi le sirvió la pelota justa a Lavezzi para el primero. Y éste le devolvió la gentileza en el segundo después de una buena jugada de Banega. Dos a cero. Pero faltó un poco de profundidad en ese primer tiempo. Y cierta impaciencia proyectó el pedido popular por Tévez. Con ese karma va a tener que convivir Batista cuando no lo incluya.
Pero lo incluyó en el segundo tiempo --por Di María-- junto con Gago y con Zabaleta. Y entró como una tromba Carlitos. Se encontró rápido con Messi y le sumó su ímpetu al toque del equipo. Y como Messi estaba a pleno, armaba maniobras espléndidas. Tevez se paró por la izquierda y cuando entró el Kun Agüero pasó a la derecha. Ya no hubo desbordes sino toques y gambetas hacia adentro.
Hicieron un gol cada uno, Agüero y Tevez. En el primero la apilada de Messi fue espectacular. Y también participó en el de Carlitos, al final. Messi estuvo en todas. Fue el líder de los intentos ofensivos. Ese es su rol, no el de organizador. Y se dio una buena prueba de la Selección, al cabo. Con atenuantes. Pero con derecho a la ilusión.