Independiente 1 - 3 Godoy Cruz
LE GANABA 1-0 A GODOY CRUZ, PERO LOS MENDOCINOS LO DIERON VUELTA Y SE IMPUSIERON 3-1 EN AVELLANEDA
Independiente sufrió otro golpe y no logra salir a flote
Desde el 2003 que no perdía como local en partidos por torneos internacionales.
Es el fuego sagrado. Con todas las interpretaciones que quieran brindarle a esa conocida oración. Anoche Independiente, el mismo Independiente que despertó una emoción copera fantástica al ganar la Sudamericana, hoy se consume partido a partido. Jugando mal o jugando bien. Ya no importa. Pierde y pierde. Acá y allá, en el torneo local y también en la Copa.Las busca pero no encuentra las respuestas para salir de esta malaria. Encima, anoche se tapó con un equipo astuto, compacto, que supo aprovechar todos los errores rivales. Godoy Cruz, que venía de perder como local ante Peñarol, le ganó a Independiente por 3 a 1, se quedó con la cima del Grupo 8 y además le cortó a Independiente una racha de 11 partidos sin perder por torneos internacionales.
Peor imposible. Esa versión que Independiente presentó en el primer cuarto de hora del partido se pareció y mucho aquella de la Copa Sudamericana. Salió a jugar con determinación. Como si fuese una verdadera final. Con solidaridad, Con agresividad. Con equilibrio. Con la pelota por el piso. Con actitud, algo que se le reclamó en los últimos partidos. Las jugadas de peligro se fueron encadenando. Primero se fue por muy poco un disparo de Gracián.
Luego, el colombiano Castillo llegó desacomodado en un par de ocasiones. Hasta que a los 15 minutos apareció el desahogo en Avellaneda: Gracián acarició un tiro libre que Parra, casi de espaldas al arco, cabeceo bombeado para meterse por detrás de Sebastián Torrico.
Parecía que se venía la noche de la reivindicación. Pero ese gol, extrañamente, resultó ser contraproducente. Porque Independiente no siguió en la misma sintonía. Cambió. Bajó uno, dos, tres marchas. Y Godoy Cruz, casi sin proponérselo, se fue adelantando en el campo de juego. Con más empuje que ideas. Pero fue y fue. Así, entonces, comenzaron a aparecer las falencias de un Independiente partido.
Y los errores. Un tiro libre pasado encontró a Nicolás Olmedo sin marca. El mediocampista tiró la pelota al corazón del área. Hilario Navarro no salió y Hernán Fredes le cambió el recorrido... Gol. Empate. Silencio. Resignación. Mohamed se perdió en el banco. No podía entender cómo se había desilachado su equipo. Pero lo peor estaba por venir. La sensación en el Libertadores de América era que ese golpe había sido un golpe parecido a un mazazo. Y lo fue.
Enredado en su propia impotencia y dudas, Independiente cometió un doble error en la salida. Mareque dejó corto un pase y Gracián la perdió. Ariel Rojas, la figura, aprovechó el regalito y tras acomodarse, sacó un zurdazo goleador que nada pudo hacer Navarro. Golazo. Silencio. Descontrol.
El inicio del complemento fue un calco del primero: Independiente salió con fiereza. Patricio Rodríguez reventó el palo y casi empata Gracián de tiro libre. Pero se quedó sin nafta rápidamente. Y sin reacción después del grosero error de Navarro (mala salida) que le permitió a Ramírez anotar el tercer gol, el que dilapidó a un equipo entregado, a un equipo que ahora sufre en simultáneo, acá y allá