Argentina 2 - 1 Portugal
MESSI Y RONALDO FUERON LAS DOS FIGURAS EXCLUYENTES EN GINEBRA
Todo ese fútbol
Leo jugó todo el partido y lo definió al final. El portugués también marcó un gol, pero salió a los 59.
Cómo será un duelo entre dos genios? ¿Se sacarán chispas? ¿Se cruzarán mal? ¿Se miraran de reojo? ¿No tolerarán que uno levante un monumento al fútbol sin avisarle al otro? ¿Dónde se vivirá ese duelo? ¿Entre la gente, los periodistas, los técnicos, los compañeros? Seguramente, ni Lionel Messi ni Cristiano Ronaldo están tan empapados de todo lo que gira alrededor de ellos. De esas historias mínimas que los tienen sin cuidado. Los dos tienen un solo compromiso: tratar bien a la pelota. A su amiga, la que mejor los entiende. Y, una vez más, quedó demostrado que dentro de la cancha son tipos distintos. Que hay un abismo entre ellos y el resto. Que por eso los reunieron antes del partido y les dieron una plaqueta a cada uno.Los distinguieron de antemano, sabiendo que son incapaces de pasar inadvertidos.
Messi y Ronaldo son la esencia del fútbol, y verlos jugar frente a frente es sentir un hilo de electricidad que va de un lado al otro, cada vez que uno de ellos recibe la pelota. Una vez más no volvieron a defraudar. Fueron los reyes de la noche. Sólo ellos rompieron el hielo de Ginebra con su maestría.
Sergio Batista probó a Messi como centrodelantero. El puesto que le inventó Pep Guardiola en el Barcelona. Aunque se sabe que Messi puede jugar en cualquier lugar porque le sobra magia para destacarse en cualquier parte de la geografía de la cancha.
Así, en ese lugar que invita a estar más cerca del arco rival arrancó Leo. Pero no se perdió entre los defensores centrales de Portugal.
Se retrasó unos metros, porque en el medio la Argentina no estaba en plena armonía. Entonces, la pelota no le llegaba limpia. Y la fue a buscar y marcó la diferencia con una gambeta tras otra para abrir el camino. Y lo limpió de rivales varias veces. En una de ésas, arrancó al borde del área y le entregó la pelota a Angel Di María para que convirtiera el primer gol.
Messi ya marcaba presencia con sus chispazos de categoría. Intermitentes, es cierto pero que preocupaban y ponían a prueba a toda la defensa de Portugal.
No era sólo la gambeta mágica la que imponía, sino también el pase milimétrico y profundo para los costados en busca de algún compañero.
Tuvo que luchar con un déficit que le generó el equipo: no estuvo bien asistido y eso se sintió en varios tramos del partido.
Tuvo una gran ventaja sobre Ronaldo: jugó hasta el final y en el final, como contra Brasil, metió un gol. Esta vez de penal, con un toque suave a la derecha del arquero Rui Patricio.
Pero antes había recibido una verdadera ofensa futbolera: fue silbado por algunos portugueses cuando tocaba la pelota. De otro mundo. Sin explicaciones lógicas.
La gran conspiración de la noche también la sufrió Ronaldo. El estado del campo de juego era malo.
No estaba a la altura del acontecimiento. A tal punto que en el primer tiempo Messi trastabilló y se cayó solo al ir detrás de un balón.
Cristiano jugó en donde lo hace habitualmente. Se ubicó por izquierda en el ataque de Portugal.
Pero al ratito pasó a la derecha y posteriormente fue al medio. Buscó el lugar para recibir la pelota después de que sus compañeros la recuperaran tras forzar el error rival.
Ronaldo es distinto a Messi porque no la lleva atada al pie como una bordadora. El portugués es velocidad, explosión. Y así llegó a ganarle a Sergio Romero en el gol, después de que Almeida la empujara con el hombro hacia adelante superándolo en la posición a Burdisso. Como un fantasma apareció Cristiano en el área chica y la empujó al gol.
También tiene una precisión quirúrgica con los pases y esa velocidad mental que marca diferencias. Por eso, en el segundo tiempo resolvió con un taco en el aire para habilitar a un compañero. Era lo mejor que podía hacer para definir la situación de la mejor forma y con la mayor velocidad.
Cuando Ronaldo se había envalentonado, cuando parecía que iba camino a ganarle la pulseada a Messi, el técnico Paulo Bento lo sacó de la cancha a los 14 del segundo tiempo. No sólo dejó rengo el gran duelo sino que le permitió a Messi convertirse en el principal protagonista de la historia.
Pueden quedarse tranquilos los del Barcelona y los del Real Madrid, los colores que defiende Leo y Cristiano. No hubo revancha del 5-0. Sí hubo un homenaje al fútbol. Y habrá más capítulos de esta historia. Ojalá que sean barnizados con buen fútbol.