Sudáfrica 2010, España Campeón Del Mundo
España
Un campeón para imitar
Es una selección con estilo, sin mentiras, que juega como dicen su entrenador y sus jugadores, al toque, simple, sin divismos. Primero siempre está el equipo. Así conquistó su primer Mundial. Para que Argentina copie y pegue.Como si brillara más que en otras ediciones, esa Copa del Mundo encierra la luminosidad y la alegría que transmiten la mirada y la sonrisa de Iker Casillas, el hombre que la levanta y bien arriba la sostiene. Parece esa Copa del Mundo más dorada que nunca, como esa pintura dibujada en el cielo en el cierre del show de fuegos artificiales. Si esa Copa del Mundo tuviese vida, el corazón se encontraría a punto de explotarle ante semejante placer. Es que ella ahora le pertenece a un campeón con tonos especiales, que desafía a esos postulados resultadistas que invaden también a la modernidad futbolera. Goza España con la conquista de su primera Copa del Mundo. Y es para gozar España porque se trata de un campeón sin mentiras, sin mezquindades. Da lo que promete. Seduce a la pelota y se deja seducir por ella. Tanto se desnuda con sus bonitas ideas que las mantiene contra lo que sea. Ser campeón siempre se disfruta. Pero no todos los campeones son iguales. Pocos son grandes campeones.Un campeón para imitar
Y España lo es con una fórmula para imitar, para que Argentina copie y pegue.
Ese técnico de 59 años que sus jugadores tiran hacia arriba con cariño no anda con divismos. Es igual a simpleza Vicente del Bosque. Heredó el cargo de Luis Aragonés, el conductor en la conquista de la Eurocopa 2008. Y a pesar de que muchos entrenadores sufren si no se hacen notar, él no cambió la esencia, aunque con el tiempo hizo retoques, reforzó el sello del Barcelona y aquí decidió variantes en los momentos justos.
Dijo Del Bosque en la previa que no grita los goles porque "alrededor hay gente que no es feliz del todo. Hay 11 que juegan, pero otros 12 que no. Si eso no es crueldad"...
Y en el instante en que Iniesta definió el Mundial, el DT de bigotes espesos no salió corriendo como loco, como todos. Del Bosque con su discurso fue coherente como España lo es con su juego.
Si España paladea su primera Copa del Mundo es por sus muy buenos jugadores, pero antes que todo por su espíritu colectivo. Primero es un equipo. Hay un compromiso de respetar la pelota que nace en un medio súperpoblado de hombres inteligentes. Y eso se contagia a todas las líneas. Nadie traiciona. Nadie se esconde. El que lleva la redonda siempre cuenta con un par de receptores auxiliándolo, moviéndose en búsqueda de espacios libres. Iniesta y Xavi son los cerebros esplendorosos, pero Xabi Alonso vive saliendo de su función inicial de doble contención mutando el 4-2-3-1 original en 4-1-4-1. Y Sergio Busquets, el más retrasado, nunca se nubla.
España no desprecia a sus marcadores laterales. No serán brasileños, pero saben. El de la derecha, Sergio Ramos, tira un caño en una final del mundo, desborda con un amague e impone su 1.83 de estatura para asustar con pelota detenida en el área de enfrente.
Hay recambio. Pedro lo certificó con Alemania, por el opaco Niño Torres; Navas y Cesc, ayer, cuando ingresaron. Y si la historia se complica, atrás España tiene defensa.
En semifinales se convirtieron en impasables los centrales Piqué y Puyol. Con Paraguay y en la final, el capitán Casillas mostró sus manos santas. Por algo en los cuatro mano a mano, hubo arco invicto.
No es casual lo de España. Esta historia nació con el campeón Sub 20 de Nigeria en 1999, con Xavi, Casillas y Marchena protagonizando. La gloria en la Eurocopa 2008 hizo creer que el epílogo de ayer no era utópico. Todo envasado en una idea de las que valen. Hasta salió campeón del fair play.
¿Fallas? Villa se coronó goleador, pero no incidió con Alemania y Holanda. Un paradigma del déficit que sufre en la zona de definición.
Si España tuviera contundencia dejaría de ser un campeón bonito para convertirse en perfecto.